La censura literaria

libros prohibidos
Índice y catálogo de libros prohibidos. Fuente de la imagen

LA CENSURA LITERARIA

María Carvajal

Desde tiempos remotos son muchas las obras que han sido censuradas o prohibidas. Actualmente, la libertad de expresión y publicación es un derecho en los países desarrollados. Por otra parte, el acceso a internet hace que hoy en día sea muy fácil encontrar la información que buscamos incluso aquella que, en principio, pudiera estar censurada. Sin embargo, las leyes y la tecnología no siempre han estado al alcance de todos y, por diversos motivos, la lectura de determinados libros ha estado terminantemente vetada en épocas concretas en países con ciertas normas políticas o religiosas. Hay que decir, además, que en ocasiones no solo se ha censurado la obra, sino también a su autor.

En estas líneas vamos a desvelar los argumentos con que se justificaba este tipo de condena literaria. Empezando por las censuras más notables de la antigüedad, tendríamos que mencionar la lista que la Iglesia Católica creó en 1559 con todos los títulos de obras consideradas perniciosas para la fe. Esta lista se encuentra recogida en el Index librorum prohibitorum et expurgatorum donde se nombran, entre otras, las obras de Descartes, Copérnico, La Fontaine, Montesquieu, Spinoza, Kant, Jean Paul Sartre, Víctor Hugo o Balzac, autores que escribieron libros que incluían contenido científico, político, sexual o, en definitiva, amoral para la condición católica.

Antes de eso, Calígula censuró La Odisea, de Homero, porque expresaba ideas de libertad en la comunidad griega.

Pero no hay que ir tan atrás en el tiempo en lo que a este tema se refiere. En el siglo XX se censuró gran cantidad de obras literarias, como por ejemplo, Ulyses, de James Joyce, cuyo contenido sexual estuvo vetado en Estados Unidos durante quince años. Y también 1984, de George Orwell, novela que se consideró procomunista, antisemita y de contenido sexual explícito. Por otro lado, Los versos satánicos, de Salman Rushdie, se convirtió en una lectura prohibida en países como Sudán, Arabia Saudí, Egipto, Somalia, Qatar, Indonesia, Pakistán, Sudáfrica, India y Malasia porque supuestamente critica el Islam. El ayatolá Jomeini llegó a decir que tanto el autor como las personas implicadas en la publicación del libro deberían ser sentenciadas a muerte.

El libro de poemas, Las flores del mal, de Charles Baudelaire, no cayó bien en la sociedad coetánea y fue acusada de ultraje a la moral pública, mientras que Las uvas de la ira, de John Steinbeck, se censuró en Estados Unidos por sus connotaciones comunistas y porque se consideraba que los terratenientes pretendían ocultar los malos tratos que sufrían sus trabajadores. La cabaña del Tío Tom se censuró por algo parecido, ya que en esta obra quedaba al descubierto la brutalidad e inmoralidad de la esclavitud.

Si bien todas estas “razones razonables” pueden, de alguna forma, justificar la censura, otras obras presumen de motivos más peculiares sobre los que han basado su prohibición. Es el caso del libro ¿Dónde está Wally? En Hollywood, en cuya portada aparece una maraña de “personajillos” diferentes entre los que se encuentra una mujer desnuda en la playa. Por su parte, Harry Potter y la piedra filosofal fue censurado en los Emiratos Árabes por incentivar la brujería y Alicia en el País de las Maravillas fue prohibido en China por poner a los animales al mismo nivel que las personas. En este mismo país fue censurado El club de la lucha, no por la violencia que se muestra en el libro sino por las instrucciones que aparecen sobre la fabricación de explosivos.

En España también tuvimos censura en el terreno literario. Se desarrolló sobre todo durante el franquismo y afectó a textos relacionados con Marx, Lenin o, incluso, parte de la obra de Antonio Machado, entre otros.

Como veis, queridos lectores, no todos los libros que hoy conocemos fueron disfrutados por sus coetáneos. Afortunadamente, la censura es aplicada en menor medida conforme la libertad, en todas sus acepciones, gana terreno frente a ciertos prejuicios o limitaciones que el mismo hombre establece. Disfrutemos, pues, del placer de la lectura.

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3 comentarios en «La censura literaria»

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