Opiniones de un corrector de estilo: La mala puntuación de García Márquez y de José Saramago
Si algo agradezco a los comentaristas deportivos es que no hablen de literatura nunca (o casi nunca). Todavía me acuerdo, ay, de aquella tarde aciaga en la que, durante la retransmisión de un partido de fútbol, uno de los lumbreras al micrófono dijo muy confianzudo que García Márquez puntúa muy mal. ¡De puro asombro estiré mis orejas a lo bulldog francés! Pero aún faltaba un segundo asalto «cultural». Ese mismo comentarista -al dictado de un pajarito- dijo minutos después que no era García Márquez quien puntuaba mal sino José Saramago. (¡»Aparten a estos hombres de mi cocaína!», pensé subiéndome por las paredes. «Puestos a afear fallos gramaticales a escritores, ¿por qué estos comentaristas del deporte rey eligen, ni más ni menos, a dos Premios Nobel de Literatura? Merecerían cien años de soledad por su atrevimiento).
En fin. Empecé a sentir los primeros síntomas del infarto de miocardio, que por suerte no fue a más porque los sabios del micrófono pronto abandonaron las clases de gramática a favor de la retransmisión de los goles. Confieso que me hubiera gustado explicarle al lumbreras de turno (pajarito incluido) que Saramago era un escritor que puntuaba maravillosamente bien, con una técnica preciosista y efectiva que le permitía aligerar la transición entre la voz del narrador y la de los personajes, otorgando nuevos usos a la coma, al punto y a la mayúscula inicial. No obstante, no llamé al programa de radio para quejarme de que estuvieran haciendo el ridículo y maleando de paso a los estudiantes de literatura (gesto inútil, pues ya se malean ellos solos). Como eterno indignado pasivo que soy, apagué el transistor y me fui al parque a pasear a mi querida Vilma Warf, ese bulldog maravilloso que tampoco habla nunca (o casi nunca) de literatura.
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Me gusta mucho tu estilo, fresco, diáfano y divertido. Agradezco la posibilidad, tan inusual, de disfrutar de la lectura en la red.
Supongo que conocerás a Pascual Rovira, presidente de la asociación para la defensa del borrico. Este señor dedica buena parte de su tiempo a recoger y cuidar en su finca de Rute a todo ejemplar de burro maltratado que encuentra.
Ha concedido entrevistas en radio y televisión, en las que ha llegado a decir que los burros hablan, entre otras afirmaciones sorprendentes.
Solicitó a la Real Academia de la Lengua que suprimiera la siguiente acepción de burro: «Persona ruda y de poco entendimiento» y que se cambiara por: «Noble animal milenario, amigo de la humanidad». También pidió a los académicos que crearan la palabra «vurro» con el significado de bípedo que degrada y maltrata al asno.
Camilo José Cela, que en paz descanse, al enterarse de todo esto, le espetó: «Borriquero a tus borricos».
Así que, futboleros a vuestro fútbol y no os metáis en camisa de once varas.
Jaja, Mrmiracle, mola el apunte sobre los burros, vurros y borricos. 🙂
Ya son 9 años de esta publicación, al parecer. estoy buscando sobre la puntuación en libros de Saramago, y me he topado con tu texto, en resumen me explica muy bien las razones del escritor, quería saber si tienes alguna fuente más cercana, para conocer, si son de las palabras del mismo Saramago, mejor. Saludos. Espero que tu perro siga en pie.