
Opiniones de un corrector de estilo (19): Diome un ataque cuando leí «deme» con tilde
¿En qué se parecen «siete», «Lepe» y «deme»? Es sencillo: todas estas palabras terminan en e y ninguna de ellas lleva tilde. «Ah -se dirá alguien-, pero yo he visto ‘déme’, con tilde, en muchos libros».
Cierto. Hasta que salió la Ortografía académica de 1999 las formas verbales que llevaban tilde se veían obligadas a seguir cargando con ella cuando se le añadía un pronombre pospuesto. Es decir, si a la forma verbal «dé» le añadíamos el pronombre personal («me»), la palabra resultante llevaba tilde en la primera sílaba.
Ejemplo (según la norma antigua): «Déme usted un paquete de tabaco, por favor».
Pero la citada Ortografía de 1999 cambiaba esta norma. Desde entonces, las formas verbales con pronombres pospuestos se acentúan según las normas comunes de acentuación. De esta manera «pególe», «mandóme» o «estáte» pasaron a escribirse «pegole», «mandome» o «estate» porque son llanas terminadas en vocal.
En cualquier caso, muchas de estas formas verbales están casi en desuso. Es mucho más corriente decir y escribir: «le pegó» y «me mandó» que «pegole» y «mandome». El imperativo «estate», sin embargo, se sigue usando mucho: «Estate quieto de una vez».
Francisco Rodríguez Criado es escritor y corrector de estilo.
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