
VÁLVULAS Y AMORTIGUADORES
Francisco Rodríguez Criado
Si hay una profesión solicitada hoy en los medios de comunicación es la del economista. Raro sería encontrar un periódico, una emisora de radio o un programa televisivo de actualidad que no contara, un día sí y otro también, con los servicios de un economista lumbreras –a veces dos, a veces tres– que explique(n) a los lectores, radioyentes o espectadores por qué estamos tan mal. Su aportación dialéctica a la vida nacional parece indispensable, pese a que su colectivo ha demostrado por activa y por pasiva su incapacidad para sacarnos de esta crisis de la que tanto creen saber. No acabo de comprender por qué están llamados a interpretar un papel tan preponderante quienes han diagnosticado tarde y mal la crisis en un país que lleva cinco años de parálisis y que se encuentra –aseguran algunos de ellos– al borde del rescate. Es como si lleváramos nuestro vehículo al taller para que el mecánico de turno nos diera una charla farragosa sobre combustión, válvulas, amortiguadores, bombas y turbinas… antes de confesar que por el momento no sabe cómo arreglarlo.
Yo diría que hay dos clases de economistas en tiempos de crisis: el que gobierna y el que no gobierna, o lo que viene a ser lo mismo: el que calla y el que habla por los codos. Mientras el segundo no cesa de dar lecciones de un tema del que poco o nada sabe el ciudadano de a pie, el primero cae en el mutismo –a ser posible absoluto– con el que tapar su incapacidad para llevar a la práctica, con un mínimo de éxito, sus tesis económicas.
El panorama es desolador y repetitivo. Vivimos en las tinieblas y nos siguen hablando de válvulas y amortiguadores.
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 16 de mayo de 2013).