
El Papiro de Westcar es un interesante texto del antiguo Egipto, escrito en papiro, con un conjunto de maravillosos cuentos mágicos. Se conserva desde 1866 en el Museo Egipcio de Berlín. El documento mide 169 cm de longitud y unos 33 cm de altura. Los cuentos se originaron probablemente durante la dinastía XII, por el tipo de composición, y están considerados los más antiguos relatos de magia conocidos. Aunque los acontecimientos relatados se sitúan en el Imperio Antiguo, el papiro está escrito entre 1650 a. C. y 1540 a. C. Algunos de los cinco relatos del papiro están muy incompletos: del primer cuento sólo quedan las últimas palabras, del segundo falta un largo texto, el tercero –que es el que aquí presento- y el cuarto están completos y el final del quinto se ha perdido.
LA TURQUESA COLGANTE
Cuento del antiguo Egipto
Era un día especialmente caluroso. Muerto de aburrimiento, Esnofru convocó a Dyadyaemanj, uno de sus sacerdotes lectores, y le pidió que lo distrajera. A Dyadyaemanj (cuyo nombre quiere decir «el portador del libro de rituales ») se le ocurrió un plan: el rey podía salir en barco al lago del palacio, donde podría refrescarse y disfrutar de la belleza del paisaje. Para aumentar todavía más el disfrute de Esnofru, propuso que el barco fuera llevado a remo por veinte de las mujeres más atractivas del harén real.
El alicaído semblante del rey por fin se iluminó.
-Vamos a equipar el barco con remos dorados de ébano y sándalo -mandó con entusiasmo. A las chicas se les ordenó que sustituyeran sus habituales vestidos de lino por telas transparentes con abalorios de cerámica vidriada que apenas ocultaban sus curvas.
Al principio, todo fue bien. El rey se reclinó feliz, mientras disfrutaba de las flores, los pájaros y los peces del lago, si bien en realidad dedicaba la mayor parte de su atención a la tripulación ligera de ropa. Pero, al cabo de un rato, a una de las remeras se le cayó al lago la hermosa turquesa colgante que llevaba en su tocado. Dio un grito de consternación, e, inmediatamente, se detuvieron los remos. La pobre chica estaba abatida ante semejante pérdida. En una muestra de su indulgencia, el rey le ofreció sustituir el colgante perdido por otro de su propia colección de turquesas, pero la chica insistía en que sólo la satisfaría recuperar su propio abalorio.
-¡Dyadyaemanj! -dijo el rey-. Soluciona el problema.
-El sacerdote hizo una reverencia y pronunció un poderoso conjuro. Al instante, las aguas del río descendieron hasta dejar al descubierto el amuleto que yacía a salvo sobre el lecho seco del lago. Dyadyaemanj lo tomó entre sus manos y enton ces pronunció otro conjuro para que las aguas recuperaran su nivel anterior.
Esnofru quedó profundamente impresionado por los prodigiosos poderes de Dyadyaemanj y, como consecuencia, decidió recompensarlo con muchas de riquezas. La chica volvió a ponerse el amuleto en el cabello y todas continuaron remando durante una feliz y prolongada tarde.
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Tony Allan, Mitos del mundo. Más de 240 leyendas y relatos populares, (Myths of the World: The Illustrated Treasury of the World’s, Greatest Stories, 2009), trad. Olga Usoz Chaparro, Barcelona, Blume, 2009, pág. 31.