
Juan Marsé dijo en una entrevista: “distingo entre narradores e intelectuales, y otros que ni son narradores ni intelectuales, que solo escriben pura cháchara y retórica, como Cela, que es un plúmbeo”.
María Carvajal
DISPUTAS ENTRE ESCRITORES
Si algo abunda en el mundillo de las Letras son las disputas entre escritores, casi siempre ocasionadas por envidias a nivel literario o simples recelos personales. En esta ocasión vamos a desvelar el motivo de estas desavenencias que, en algunas ocasiones han derivado en verdaderos obstáculos personales para quienes las sufrieron.
Es el caso de Ramón María del Valle-Inclán. Durante una discusión con Manuel Bueno sufrió una herida en el brazo que, poco después se gangrenó y tuvo que ser amputado.
Vicente Huidobro dijo que Pablo Neruda “escribe una poesía fácil, bobalicona, al alcance de cualquier plumífero. Es la poesía especial para todas las tontas de América”.
En el año 2000, Juan Marsé dijo en una entrevista: “distingo entre narradores e intelectuales, y otros que ni son narradores ni intelectuales, que solo escriben pura cháchara y retórica, como Cela, que es un plúmbeo”.
J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis eran muy amigos. Ambos cultivaban el género fantástico y, aparte ciertas envidias a nivel literario, fueron principalmente los temas de carácter religioso los que acabaron truncando la amistad entre ellos. (Lewis era anglicano evangélico y Tolkien , católico).
Cervantes era un apasionado del teatro e intentó cultivar ese género, pero fracasó. Sus obras fueron duramente criticadas por Lope de Vega, que por entonces ejercía una fuerte influencia dentro del ambiente literario de la época. Estas diferencias se reflejaron en varios textos de ambos autores. Por ejemplo, en respuesta a las múltiples críticas de Lope a Cervantes, éste hizo alusiones con carácter despectivo en el prólogo del Quijote en el que habla del tono pretencioso existente en las obras de Lope.
Quevedo y Góngora se propinaron continuos insultos a través de la poesía. Góngora no soportaba que un escritor más joven que él pudiera hacerle sombra. Por su parte, Quevedo humilló a un Góngora arruinado comprando su casa y obligándole a desalojarla.
Félix María Samaniego se enojó muchísimo cuando su hasta entonces amigo Tomás de Iriarte publicó sus fábulas, que eran descritas en el prólogo como “las primeras fábulas originales en lengua castellana”. Samaniego escribió parodias de un poema de Iriarte (La música) entre otros libelos que recibieron respuesta igualmente combativa por parte de su rival.
Sin embargo, queridos lectores, se puede creer quizá que estas envidias esconden una desesperada y no reconocida admiración cuando se sabe, por ejemplo, que Mark Twain dijo en detrimento de Jane Austen: “Cada vez que leo Orgullo y prejuicio me entran ganas de desenterrarla y golpearle el cráneo con su propia tibia”. Con estas palabras, ¿cabe pensar que el autor de Las aventuras de Tom Sawyer ha leído en varias ocasiones la obra de Austen, a pesar de no gustarle?
Pues sí, entre los escritores siempre ha habido también algo de celos y envidias no muy sanas. ¿No sería mejor apoyarse mutuamente?