
EL LENGUAJE DEL PLANETA
Francisco Rodríguez Criado
Tsunamis, terremotos, ciclones, huracanes… El planeta Tierra tiene su propio lenguaje para comunicarse con sus habitantes, y lo que expresa demasiado a menudo, con una prosa carente de poesía, es que no le gustamos. Estos desastres naturales resaltan la paradoja del ser humano: vivimos de alquiler en una pensión sin el beneplácito del casero y para más inri no tenemos otro lugar donde alojarnos.
El tifón que sacudió Filipinas el pasado viernes ha acabado con la vida de miles de personas y ha dejado fuera de combate a casi cinco millones de ciudadanos en treinta y seis provincias. En una novela o en una película apocalípticas los hechos serían similares, tan solo cambiarían los datos: las víctimas no serían varios miles de personas, sino toda la humanidad. El cine y la literatura culminan el final de la Tierra de un solo golpe de guion, mientras que en la vida real la naturaleza, más inclinada al suspense a plazos, desarrolla el caos en varios tramos.
Nuestra desazón e impotencia no pueden ser mayores: la malhumorada naturaleza escribe los capítulos de la novela apocalíptica de la que somos obligados personajes y nosotros nos limitamos a ponerles el título. Antes fueron Katrina, Isaac, Michael, ahora Yolanda. Nombres humanos que intentan, sin éxito, tranquilizar a bestias cada vez más inhumanas.
Empiezo a comprender que los viajes espaciales de la empresa Mars One que pretenden llevar al Hombre a Marte no son tanto frutos del afán por el progreso y la aventura como del deseo inconsciente de encontrar una pensión planetaria cuyo alquiler no tengamos que pagar con recurrentes sangrías de vidas.
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 13 de noviembre de 2013).
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(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 13 de noviembre de 2013).
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