La circunstancia del libro digital parece imprevisible, por mucho que algunos parezcan saberlo todo al respecto. Aunque la tendencia juegue a su favor, sigo leyendo noticias que vienen a confirmar -o acaso a insinuar- que el libro digital avanza… al tiempo que retrocede. Sí pero no (o no pero sí). Sin ir más lejos, el dibujante japonés Satoshi Kitamura dijo recientemente, durante su intervención en la XXVI Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, que «compañeros de profesión que no han conocido el papel» están volviendo al antiguo soporte (esto es: a los libros en papel).
Si a esto añadimos las reticencias de las editoriales (que mimetizándose con el título de este post, avanzan y retroceden), la de los escritores de la vieja escuela que reniegan de los ebooks, los lectores amantes del papel -y solo del papel- y la gran diversidad de formatos de libros digitales (un lector digital no puede leerlos todos), habrá que pensar que el libro digital no ha ganado aún la batalla. Imagino numerosos árboles (esos contenedores de papel) alzarse (como ocurriera en El Señor de los Anillos) en contra de sus enemigos (en este caso los libros digitales) con sus poderosas ramas, luchando por su supervivencia.
La batalla, pues, no ha hecho más que empezar.
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