
LOVE PARKING
Francisco Rodríguez Criado
Los italianos han reinventado y asociado dos conceptos en apariencia ajenos entre sí: el amor y el aparcamiento. Para facilitar el desfogue sexual entre parejas sin techo, las autoridades de un distrito de Nápoles han tenido la feliz idea de promover la creación del Love Parking, que es, para resumir, un subterráneo donde estacionar legalmente el coche y la libido. Los políticos justifican la creación del Love Parking en la creencia de que, gracias a él, los jóvenes se librarán de efectos secundarios como “robos, violaciones o incluso la muerte” mientras practican el sexo. Esta argumentación viene a redundar en la idea –formulada por los propios italianos– de que el País Alpino es tan peligroso como ardiente. Italia ya no es el marco romántico de la oscarizada Vacaciones en Roma. Qué desilusión. En estos tiempos pedestres, Gregory Peck y Audrey Hepburn tendrían que estacionar su vehículo al menos un piso bajo tierra para poder regalarse arrumacos.
Obviando las estrecheces, el coche es un lugar tan digno como cualquier otro para desfogar el amor. Lo que no me seduce del Love Parking es su nocturnidad y alevosía, y aún menos ese obligado confinamiento a cuatro ruedas bajo tierra. Una chispa de romanticismo nunca viene mal. Los jóvenes de antes conjugábamos vehículo y amor con la Naturaleza, pero ahora se pretende cambiar el techo embriagador de las estrellas por el techo prosaico del vehículo, y ya no será la bóveda celeste quien escrute con picardía a los amantes sino el huraño espejo del retrovisor.
Ya veremos en qué queda la ocurrencia de unir aparcamiento con apareamiento.
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 14 de marzo de 2013).
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