Una mañana, nos regalaron un conejo de indias.
Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.
Comentarios:
El microrrelato es un género que tarde o temprano exige un lector culto. Los cuentecillos chistosos son aptos para todos (o casi todos), pero cuando el autor comienza a subir el nivel intelectual es preciso que al otro lado haya un lector amante de la lectura (y por tanto de la cultura).
Este cuento de Galeano, aun entendiéndose bien, se asimila mejor si uno conoce (es decir: si ha leído e interiorizado) El miedo a la libertad, de Erich Fromm. Lo malo es cuando el lector se queda en la anécdota del conejo y no va más allá.
Francisco Rodríguez Criado
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