
LA WEB DE MARINA
Francisco Rodríguez Criado
Marina tecleó en el formulario de un buscador de Internet: “Estoy sola. Me llamo Marina. Escríbeme si también te encuentras solo”. Por suerte dio con la web de otra chica que, como ella, también se llamaba Marina. No era la única coincidencia: la otra Marina también buscaba compañía. Decidió escribirle un correo electrónico. En el apartado Asunto tecleó: “No te preocupes. Nos haremos compañía mutuamente. Mi nombre es Marina”. Y dejó el cuerpo del mensaje en blanco. Todo estaba dicho ya.
Un minuto después, Marina recibió el correo electrónico que se había enviado a sí misma. Sonrió y respiró profundamente. Sabía que esa nueva amistad le haría compañía hasta el fin de sus días.
(Microrrelato incluido en Siete minutos, La Bolsa de Pipas, Mallorca, 2003).
Cuantas Marinas solitarias habrá que no se animan a escribirse a sí mismas. Muy bueno Francisco.