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Prosper Mérimée (1803-1870) |
“Prosper Mérimée nació el 23 de septiembre de 1803 en París hijo único del profesor de diseño Léonor Mérimée y de Anne-Louise Merimée. Tras acudir al Liceo Imperial Napoleón, estudió Derecho, licenciándose en 1823, y profundizó en el conocimiento de diversos idiomas, entre ellos el español. Debutó a comienzos de los años 20 como literato con la publicación de la obra teatral «Cromwell» (1822). Merimée es un novelista y dramaturgo de estilo romántico, además de historiador, destaca especialmente por sus relatos cortos. En 1845 triunfó con su obra «Carmen» (1845), que inspiró múltiples películas y la ópera homónima de Georges Bizet. Su conocimiento sobre España deriva de sus constantes viajes por la Península realizados preferentemente entre 1830 y 1864”. [Aloha Criticón]
LA PERLA DE TOLEDO
(cuento)
Prosper Merimée, Francia, 1803-1870
¿Quién me dirá si el sol es más bello al alba que al ocaso? ¿Quién me dirá si el árbol más hermoso es el olivo o el almendro? ¿Quién me dirá si es más valiente el valenciano o el andaluz? ¿Quién me dirá cuál es la más hermosa de las mujeres?
Yo os diré cuál es la más bella de las mujeres: Aurora de Vargas, la Perla de Toledo.
El moro Tuzani ha pedido su lanza, ha pedido su adarga: mantiene la lanza en la mano derecha, de su cuello pende la adarga. Baja a las caballerizas y examina una tras otra, sus cuarenta yeguas. Y dice:
-Berja es la más vigorosa; traeré en su ancha grupa a la Perla de Toledo, o, ¡por Alá!, Córdoba nunca volverá a verme.
Parte, cabalga, llega a Toledo y encuentra a un anciano cerca del Zacatín.
-Anciano de barba blanca, lleva esta carta a don Gutierre, a don Gutierre de Saldaña. Si es hombre, vendrá a batirse conmigo junto a la fuente de Almami. La Perla de Toledo hadepertenecer a uno de los dos.
El anciano ha tomado la carta, la ha tomado y la lleva al conde de Saldaña, que está jugando al ajedrez con la Perla de Toledo. El conde ha leído la carta, ha leído el desafío, y su mano ha golpeado la mesa con tanta fuerza que todas las piezas se han caído.Se levanta y pide su lanza y su buen caballo; y la Perla se ha levantado también, toda temblorosa, porque ha comprendido que él va a un duelo.
-Señor Gutierre, don Gutierre de Saldaña, quedaos, os lo suplico, y seguid jugando conmigo.
-No jugaré más al ajedrez; quiero jugar el juego de las lanzas en la fuente de Almami.
Y los sollozos de Aurora no logran detenerlo, pues nada detiene a un caballero que acude a un duelo.
Entonces, la Perla de Toledo ha tomado su manto y, montada en su mula, ha idoa la fuente de Almami.
Alrededor de la fuente la hierba es roja. El agua de la fuente es roja también; pero no es la sangre de un cristiano la que enrojece la hierba, la que enrojece el agua de la fuente. El moro Tuzani yace de espaldas; la lanza de don Gutierre se le ha quebrado en el pecho; toda su sangre sederramalentamente. La yegua Berja lo mira llorando, porque no puede curar la herida de su dueño.
La Perla desciende de su mula:
-Caballero, tened valor; viviréis para desposaros con una bella mora; mi mano sabe curar las heridas que ocasiona mi caballero.
-¡Oh Perla tan blanca, oh Perla tan bella!, arranca de mi pecho este trozo de lanza que lo desgarra: el frío del acero me hiela y me deja transido.
Ella se ha aproximado sin desconfianza; pero él ha avivado sus fuerzas y de un golpe de su cimitarra corta destruye aquel rostro tan bello.
“Romance: La perle de Tolède. Imitiée de l’espagnol”, Revue de Paris (Paris, 1829), t. IX, págs. 234-235. En Lettres d´Espagne, 1830-1833.
Trad. Anne-Claire Girod
Comentario
Con tono deliberadamente arcaico, este cuento narra el enfrentamiento violento de dos personajes españoles, un musulmán y un cristiano, procedentes, respectivamente, de Córdoba y Toledo, las dos ciudades más importantes de cada una de las “dos Españas” de nuestra época medieval.
En esta historia no se ensalza la gallarda valentía del mahometano, como era frecuente en el Romanticismo español, que seguía así la tradición de la importante novela morisca de la época áurea de la literatura española; recuérdese la tópica figura literaria del “noble moro de Granada” en, por ejemplo, La historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa(1565), atribuida a Antonio de Villegas, en Guerras civiles de Granada(1595) de Ginés Pérez de Hita o en Las guerras de Granada (1627) de Diego Hurtado de Mendoza; sino que aquí el romántico francés pone de relieve la perfidia del musulmán, destacando la habitual odiosa violencia del moro –no negro, como dice Merimée- contra la mujer a la que dice amar, al ser vencido por la fuerza del varón cristiano al que ella ama.
Cobarde y vilmente, Tuzani la hiere en el rostro irreparablemente cuando Aurora acude a auxiliarle en una noble actitud de caridad cristiana o, cuando menos, de humana piedad y conmiseración.
Paz Díez Taboada