
El diario Down: A corazón abierto
4 de cada 10 000 bebés nacidos en Estados Unidos sufren la tetralogía de Fallot. Así en frío no parecen muchos, pero en cualquier caso la probabilidad está ahí. Alguien tendrá que alimentar esas cifras, ¿no? Alguien tendrá que pagar los platos rotos… Pensando en positivo: 9 996 bebés estadounidenses de cada 10.000 –ignoro cómo anda la cosa en España– nacen sin ese problema.
Pero ¿por qué hablar de estadísticas cuando simplemente podríamos hablar del dolor, que es lo que ahora toca?
–¿Se encuentra usted bien? –me pregunta el doctor, interrumpiéndose–. ¿Quiere salir para airearse un poco?
¿Por qué habría de sentirme bien? No manifiesto la menor simpatía por la cultura del sufrimiento; mi vocación de mártir deja mucho que desear. Soy así de terrenal: solo quiero ser feliz, libre de traumas. Así pues, insisto: ¿por qué habría de sentirme bien? ¿Qué padre en su sano juicio se siente bien cuando a las dos horas de estrenar paternidad le comunican que su bebé sufre el síndrome de Down, y unos días después, en la revisión cardiológica, escucha hablar por primera vez de la tetralogía de Fallot?
El doctor coge papel y bolígrafo y dibuja un corazón, y acto seguido nos explica cuál es el problema y cuál la solución. No consigo centrarme en su explicación científica, solo pienso en el pequeño Francisco, en su agitada primera semana de existencia, en lo que le espera por vivir y lo que les espera a sus padres, a sus tías, a sus abuelos.
–… Hay que operarle a corazón abierto –sentencia el doctor.
A corazón abierto… Tres palabras que la madre del bebé no se ahorrará cuando tenga que darles la noticia a sus padres. “Para qué andar con medias tintas si es la pura realidad”, dice. (“A medias tintas vivimos”, suspiro en clandestinidad. La clandestinidad de un padre que, en honor a la obligada fortaleza de espíritu que exigen las circunstancias, no puede mostrarse frágil en público).
Al salir del hospital me miro en el espejo retrovisor. Diez días sin apenas dormir y aquí sigo, con ojeras. Con ojeras y sin más lágrimas que derramar.
El corto viaje de vuelta al hogar apenas despeja mi ánimo. Y, por si fuera poco, el aparcamiento. No es fácil aparcar en un día como hoy, tan oscuro, tan sucio, pero ¿hay algo fácil en esta vida? Atravieso el parque con los zapatos empapados por las últimas lluvias. (Acabo de descubrir lo que es andar con pies de plomo). Hace frío, mucho frío (llevo diez días con la bufanda puesta, no me la quito ni cuando intento dormir) y empiezo a desear el aroma de un buen café en la cocina, pasear a las perras por el bosque o leer un libro. Gestos cotidianos que me retrotraigan a la normalidad de hace ocho o diez días, cuando yo era escandalosamente joven y el mundo era una góndola.
A pocos metros de casa, me detengo unos segundos a observar cómo disfruta un grupo de niños en la pista de patinaje sobre hielo. Su algarabía consigue sacarme de mi ensimismamiento. Esos niños, esos corazones sanos que laten de contento, componen una estampa entrañable… Y entonces, traicionando al desencanto, me olvido de todo y me ofrezco a recordar lo hermosa que es a veces la Navidad.
EL DIARIO DOWN
Francisco Rodríguez Criado: escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down.
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