El Diario Down: ¡Yo primero!

Subimos en el ascensor, cargados de biberones, pañales y agua mineral, cuando estalla la madre de todas las batallas.

–¡Primero para coger al bebé! –dice mi cuñado.

–¡De eso nada! Ya fuiste el primero en cogerlo esta mañana. Ahora me toca a mí –argumenta mi sobrino.

–Fui el primero porque me lo pedí antes que nadie.

–Ganas de discutir. Lo voy a coger yo que para eso soy su tía –sentencia mi hermana.

–¡Eso está por ver! –estallan los otros dos litigantes.

Nuestro gozo en un pozo. Nada más entrar en casa nos dicen que ya le han dado el biberón y que acaba de dormirse.

–Ya es mala suerte…

Corremos hacia la habitación del fondo, donde Francisco descansa en su moisés, profundamente dormido, ajeno al daño que su sueño placentero nos provoca.

–En fin –dice mi sobrino, haciendo de la necesidad virtud–. Igual se hace una caquita y tenemos que cogerlo en brazos para limpiarla.

La idea de tener que aguantar dos horas y media, idólatras hacinados en torno al bebé, se antojan interminables. En cualquier caso, si hemos de soportarlo, lo haremos. Vaya si lo haremos. La familia ha pasado por momentos igual de difíciles y hemos conseguido salir adelante.

–Pues no huele a caquita –dice mi hermana, apenada.

–¿Lo has olido bien? Imagina que se ha hecho sus cosas y estamos aquí, tan campantes, sin limpiarlo y mudarle los pañales.

Mi cuñado asoma la trufa al culito del bebé y se gira hacia nosotros, con las palmas de las manos hacia arriba.

–Habrá que esperar.

Y esperaremos. Esperaremos para cogerlo en brazos, para darle besos y mimos. Esperaremos, pero cuando lo tengamos entre nuestros brazos le diremos por fin que es nuestro bebé. Entre la medicina y nuestros mimos conseguiremos curarle las heridas. Pero no cumplimos nuestra palabra. Una de mis hermanas sucumbe a la tentación y encuentra alguna excusa –a todas luces injustificada– para llevarlo a sus brazos y darle arrumacos.

–Precioso, precioso de mi vida… –dice ella, ahora feliz con el bebé entre sus brazos.

–Luego voy yo.

–Eso lo veremos.

Yo no digo nada, simplemente me recreo en la escena y pienso en los abuelos, que en cualquier momento podrán entrar en la habitación y sorprendernos robándole al niño tan necesarias horas de sueño. Estoy a punto de recriminar en voz alta nuestro paternal egoísmo cuando me escucho decir:

–¡Bueno, ya está bien! ¡Dejadme que acune al niño, que para algo soy su padre!

Francisco Rodríguez Criado

EL DIARIO DOWN

 

francisco rodriguezFrancisco Rodríguez Criado: escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down. 

 

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1 comentario en «El Diario Down: ¡Yo primero!»

  1. Hola, Fran. Te tengo que reconocer que hasta ayer, hacia mucho tiempo que no visitaba tu blog. Me causó muchísima impresión la segunda entrega de este diario que vi por Facebook y automáticamente me vine a saber más de esta historia a tu blog. Te voy a seguir cada palabra de la que escribas como padre, porque tal y como he llorado en las dos primeras historias también he reído en esta última. Y eso es ser padre, reír y llorar mucho, sin distinción de ningún tipo. Te lo digo por experiencia.

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