Entrevista a Enrique Calicó

Enrique Calicó.
Enrique Calicó. Imagen cedida por el autor

LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE

Enrique Calicó

La rebelión de las mujeres (Edición del autor, 2013)

Siempre hay alguien que sorprende con alguna iniciativa que se escapa de los cánones establecidos. En el campo de la literatura, por ejemplo, me ha llamado mucho la atención la iniciativa de Enrique Calicó, que un día decidió felicitar las Navidades a familiares y amigos no con la habitual postal navideña sino con una pieza teatral que él se había ocupado de escribir y de llevar a la imprenta. Pero no debería hablar en pasado, pues Enrique sigue inmerso en esta loable tarea artesanal año tras año. Sus libretos teatrales, recogidos en la colección “Teatrillos Mi Abuelo y yo”, llegan puntualmente en Navidades a numerosos hogares que acogen con placer y cariño las historias de esta familia que siente de manera muy especial estas fechas.

El último título de la colección, La rebelión de las mujeres, cuenta –como siempre– con las ilustraciones de Pilarín Bayés, que hace aún más entrañable si cabe este proyecto.

Charlamos hoy con Enrique para pedirle que nos cuente cosas sobre estos cuadernillos teatrales.

Francisco Rodríguez Criado: En la entradilla he contado que usted decidió cierto día felicitar a sus familiares y amigos con un detalle muy personal: una publicación con una ficción teatral escrita por usted. Realmente, más allá de este dato no conozco los detalles del nacimiento del proyecto. ¿Podría contarnos cuándo y por qué se le ocurrió embarcarse en él?

Enrique Calicó: Es una historia de años, de cuando mis hijos eran pequeños. Teníamos la costumbre de disfrazarlos de la Virgen, de san José, de pastorcitos, y hacíamos un cuadro plástico del Belén. Creo que se hacía en muchas casas. Participaban no sólo mis hijos, también los sobrinos que venían a cenar por Nochebuena. Poco a poco aquello empezó a coger movimiento y algún diálogo. Un año mi hija Gloria me dijo: “Papá, ¿por qué no preparas algo, una pequeña obra de teatro, diferente de cada año?”. Me pareció una excelente idea pero el problema era que era el día 22 de diciembre. Disponíamos solo de un par de días. Pregunté quienes querían participar. Con la mía se levantaron cuatro manos, cuatro personajes. Y así nació esa familia, un abuelo, un papá, una mamá y el simpático Luisito. Aquella primera obra teatral que escribí por primera vez en mi vida la titulé “El milagro del pesebre”. Fue un impacto para mis hermanos en aquellas Navidades del 1992.

Así se sucedieron año tras año. Los cinco primeros años fueron obras muy cortitas fáciles de memorizar y representar en casa, hasta que un año mis hijos se plantaron con sus excusas. Fue entonces, las Navidades del 1997, que decidí publicarlo, hacer un librito recopilándolo con los años anteriores. Acababan de nacer los teatrillos de “Mi abuelo y yo”, con los que iba a felicitar a familia y amigos. Nunca pensé que la lista fuera a engrosas de tal manera.

Tuve la gran suerte que Pilarín Bayés aceptó ilustrarlos desde el primer momento, lo que nos permitió, mi esposa María Rosa y a mí, conocerla y entablar una muy buena amistad.

Enrique Calicó, Pilarín Bayés, La rebelión de las mujeres
La rebelión de las mujeres, de Enrique Calicó. Ilustraciones: Pilarín Bayés

F.R.C.: Los “Teatrillos mi abuelo y yo” describen las pequeñas peripecias domésticas de una familia de clase media católica que gira, en cierta manera, alrededor del abuelo, un hombre comprensivo y sabio que disfruta transmitiendo valores educativos al resto de la familia. ¿Cuál es el germen narrativo de estas historias? ¿Cómo se le ocurren y qué manera las desarrolla en el papel?

E.C.: La verdad es que tengo todo un año para pensarlo. Primero busco un tema, o un problema normal, posible, nada de cosas raras, y después lo desarrollo. Algunos amigos cuando me dicen: “qué imaginación tienes”, yo les contesto: “no creáis, simplemente tengo que sacar la cabeza por la ventana y ver lo que está pasando en la calle”. Hasta ahora no me han faltado temas y llevo diecisiete años sacando un teatrillo por Navidad. Unos salen mejores que otros, naturalmente, `pero los amigos son amables y me dicen que el último siempre es el mejor (y yo me lo creo). Ahora ya estoy pensando en las Navidades de 2014. Voy anotando todo lo que se me ocurre y luego cuando me siento delante del papel hago una selección. También me han preguntado si me reflejo en el abuelo. Buena pregunta porque es como yo quisiera ser pero me veo enturbiado con el carácter del padre. Digamos una mezcla entre ambos.

 

F.R.C.: Cada teatrillo presenta un pequeño conflicto que finalmente llega a buen puerto, posiblemente porque la familia que usted retrata goza de buena armonía. ¿Cree usted que una familia unida facilita una mejor resolución de las adversidades que esta vida nos plantea antes o después?

E.C.: La unión hace la fuerza. Indudablemente una familia unida soluciona problemas, una familia desunida, los crea. Cuando todos se quieren y van a la una, tirando del carro en el mismo sentido, el carro se hace ligero y manejable. Hay problemas en el que nosotros no tenemos remedio, como la muerte de un ser querido, pero si hay buena armonía, mucho cariño y amor, se reparte la pena y el dolor no es tan intenso. Si son problemas normales, entre todos, aportando cada uno su granito de arena, se van resolviendo sin mayores demoras. Qué importante es la autoridad en la familia que aglutine a todos los miembros con el ejemplo de un amor verdadero.

 

F.R.C.: Permítame que le haga una pregunta más personal. Echando mano de sus recuerdos, ¿encuentra usted diferencias notables entre la Navidad de su infancia y la que ahora viven los niños? ¿Han cambiado los niños o ha cambiado el concepto de la Navidad?

E.C.: Esa es una muy buena pregunta y muy compleja. Si miramos la Navidad de la calle, desde luego se ha deteriorado del todo y es casi irreconocible para aquellas personas mayores que vivían en mi adolescencia y juventud. Antes no había escaparate que no hubiera un nacimiento por lo menos cuando no un pesebre entero. Antes los adornos navideños todos tenían un sentido bíblico, la estrella, los reyes, los pastores, la cueva con el Nacimiento. Yo no digo que hoy no existan tales adornos, pero muy escasos. El laicismo que poco ha poco nos han ido imponiendo se ha extendido por pueblos y ciudades. A los Ayuntamientos responsables del alumbramiento en las grandes avenidas no les han subido los colores al ir suprimiendo toda clase de elementos que puedan desembocar en algún signo religioso. Han suprimido todos esos símbolos que he mencionado para sustituirlos por mamarrachadas que nadie sabe que significan.

Ese mismo laicismo nos ha ido imponiendo un grotesco personaje, dicen que viene del Polo Norte, pero en realidad viene de USA, lleno de sentido comercial y publicitario en lugar de expresar lo que en realidad es la Navidad. Se nos quiere hacer olvidar que estamos celebrando el nacimiento de Jesús, que significa “Salvador”, un Dios que por amor se hace hombre como nosotros, nacido de mujer porque también quiere tener una madre, y un cuerpo con brazos porque quiere abrazarnos a todos uno por uno. Y así, excluyendo a Dios, se nos hace una Navidad grotesca, que sólo se piensa en los regalos, en derroche, en fiesta mundana y un pasarlo lo mejor posible. .

Pero también tenemos que mirar la Navidad en muchos hogares, donde en lugar preferente se ha instalado un Nacimiento, el Niño Jesús en el centro, con adoración de los pastores, con el ángel anunciador, los Reyes que van llegando, y un río lleno de vida. Sí, en muchos hogares las Navidades no han cambiado, se celebra el nacimiento de ese Niño que nacerá en una cueva establo porque no había sitio en la posada. Y vendrán de fuera para adorarle.

Y seremos muchos que mandaremos felicitaciones a amigos y familiares, donde se representará la verdadera Navidad, copiando cuadros famosos o haciéndolos nuevos llenos de ternura. Nos deseamos lo que Dios vino a traer al mundo, paz y amor.

Espero haber contestado su pregunta. 

 

F.R.C.: Si le dieran a elegir un regalo navideño, un regalo que verdaderamente le hiciera feliz, un regalo que nadie le ha hecho nunca, ¿cuál elegiría?

E.C.: Como me gusta soñar y dar rienda suelta a la imaginación, voy a pedir un regalo un tanto utópico. Una varita mágica que allí dónde la lleve se instale la paz y brille el amor.
Pero a decir verdad puede que no sea tan utópico, pues tenemos en la mano vidas que lo han conseguido.

 

 

F.R.C.: Cerramos la entrevista con una petición: que nos recomiende un cuento para la sección 1001 cuentos o un poema para 1001 poemas.

E.C.: ¿Recomendar un cuento? Hay muchos, pero me inclino por  Un cuento de Navidad (A Christmas Carol) de Charles Dickens, que cuenta como el huraño y avaro Mr. Scrooge, tiene tres visiones, la Navidad pasada, la presente y la futura. Éstas harán cambiar su forma de ser al comprobar la felicidad en que vive su modesto empleado con su familia.

Otras obras de Enrique Calicó

Momentos de una vida (Ed. STJ, Barcelona, 1995)

Vía crucis (Ed. STJ, Barcelona, 1997)

Meditaciones breves sobre los misterios del Santo Rosario (Ed. STJ, Barcelona, 1998)

Vida de San José Oriol (Ed. STJ, Barcelona, 2002)

Vida del padre Pío (Fundación Gratis Date, Pamplona 2002)

Siete palabras de vida eterna (Barcelona, 2002)

Misterios de la luz (Barcelona, 2003)

Momentos de un catequista (Edicep, Valencia, 2004)

Últimas entrevistas en Narrativa Breve: 

Rosa López Casero (La pasión de Balboa, Roca Editorial, 2013). 8-12-2013.

José Manuel de la Huerga (SolitarioS, Menoscuarto, 2013).

José Luis Ibáñez Salas (El franquismo, Sílex, 2013).

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4 comentarios en «Entrevista a Enrique Calicó»

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