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Murciélago. Big Eared Townsend bat (Corynorhinus towsendii). Fuente de la imagen |
«La leyenda mexicana presentada es un cuento moralizante, breve y sencillo, pero muy ingenioso, bien contado y amable a pesar de su final. Sin embargo, llama la atención que gran parte de las numerosas “historias” que en todas las culturas y desde los más lejanos tiempos existen sobre los murciélagos tienen carácter peyorativo, tal vez con la excepción de China, donde estos mamíferos voladores son símbolo de felicidad».
Miguel Díez R.
LA LEYENDA DEL MURCIÉLAGO
(cuento)
Leyenda tradicional mexicana-Oaxaca
Cuenta la leyenda que el murciélago hace mucho tiempo fue el ave más bella de la Creación.
El murciélago al principio era tal y como lo conocemos hoy, y se llamaba biguidibela (biguidi = mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como “mariposa desnuda”).
Un día de mucho frío subió al cielo y le pidió plumas al Creador, como había visto en otros animales que volaban. Pero el Creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores.
Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que envolvían su cuerpo.
Consciente de su belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaros, que paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando feliz y con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco iris. Era todo belleza.
Pero era tanto su orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con las aves.
Con su continuo pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importarle las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza.
Cuando el Creador vio que el murciélago no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde también se pavoneó y aleteó feliz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio.
Durante todo el día llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido desnudo, retirándose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.
(Fuente: Redmexicana.com)
Comentario de «La leyenda del murciélago»
La leyenda mexicana presentada es un cuento moralizante, breve y sencillo, pero muy ingenioso, bien contado y amable a pesar de su final. Sin embargo, llama la atención que gran parte de las numerosas “historias” que en todas las culturas y desde los más lejanos tiempos existen sobre los murciélagos tienen carácter peyorativo, tal vez con la excepción de China, donde estos mamíferos voladores son símbolo de felicidad. “Los habitantes siniestros de la noche”, “los ratones ciegos” –la palabra murciélago proviene etimológicamente de dos términos latinos mus, muris (ratón) y caecus(ciego)-. han causado y siguen causando, por lo menos, repugnancia y repulsión. Pero si se trata de las tres únicas especies que se alimentan de sangre, los llamados vampiros, nos topamos con verdaderos iconos de toda una literatura o cine del más decantado terror.
Permítaseme reproducir esta otra leyenda ancestral –tan breve, sencilla, y efectiva, como toda muestra de verdadera literatura anónima popular – relatada al colombiano Luis Olarte por “los hombres sabios” de los indígenas Koguis, una etnia en trance de desaparecer en la Sierra Nevada de Santa Marta, la zona cafetera de Colombia.
«Estaban los pájaros y los ratones en una guerra feroz. Ya nadie recordaba el porqué de esta guerra, pero el odio no cesaba. Los murciélagos, viendo que la situación entre los ratones y los pájaros empeoraba, decidieron declararse neutrales en el conflicto. Así evitarían caer víctimas de la violencia. Nombraron dos comisiones y las enviaron a comunicar sus intenciones de neutralidad. Una comisión se dirigió al cuartel de los ratones y la otra fue al de los pájaros. «Ahí vienen los pájaros de la noche», dijeron los ratones y, además de no dejarles hablar, les dieron una brutal paliza. Los pájaros reaccionaron exactamente igual. Cuando vieron llegar a los murciélagos, a la voz de «ratones con alas», casi acaban con los pobres comisionados. Por esta razón, y a partir de ese día, los murciélagos viven escondidos en cavernas frías, oscuras y solo se atreven a salir de noche!».
Miguel Díez R.
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