
El Diario Down: ¿Solidaridad con los jóvenes discapacitados?
Un par de días antes de que Francisco viniera al mundo, fui a una gasolinera para repostar combustible. En el momento de pagar vi sobre el mostrador unos ambientadores ecológicos que habían sido elaborados por jóvenes discapacitados. En la imagen se veía a dos jóvenes, un chico y una chica con el síndrome de Down, en actitud cariñosa. Aquello me pareció una buena idea, y la mirada bondadosa de los jóvenes invitaba a hacer una buena acción; no obstante, no compré los ambientadores. ¿El motivo? No lo recuerdo exactamente. Quizá porque tenía prisa, porque no llevaba dinero suelto o porque iría abstraído con el inminente nacimiento de Francisco.
No volví a pensar en esos ambientadores hasta que los he visto esta tarde, en el mismo mostrador, en la misma gasolinera. Poco más de dos semanas separan al hombre que fui del hombre que soy. Antes era un hombre ilusionado a la espera del nacimiento de su primer hijo, hoy soy el padre ilusionado de un bebé Down al que, como dice la pediatra, “hay que cambiarle las cañerías del corazón”. ¿Quién me hubiera dicho en aquel momento que mi hijo iba a nacer con el síndrome de Down y con una cardiopatía severa? ¿Quién me hubiera dicho entonces que hoy, dos semanas (o dos décadas) después, no iba a dudar un segundo en comprar ese ambientador ecológico?
¿Lo he comprado por solidaridad con los jóvenes discapacitados? Me temo que no. A mi modo de ver, la solidaridad ha de ejercerse desde la distancia, cuando no hay la menor implicación con las personas afectadas que se van a beneficiar de tu acción comprometida La solidaridad, en fin, solo se lleva a cabo si uno puede elegir la opción de no ser solidario. Cuando uno forma parte del problema, lo que algunos llaman solidaridad es solo mera autoayuda.
Reflexiones éticas aparte, me alegro de haber comprado el ambientador: el olor a pino del coche me va a recordar durante las próximas semanas que ayudar al prójimo, por muy lejano que este pueda parecernos, es siempre, de un modo u otro, una manera de ayudarnos a nosotros mismos.
EL DIARIO DOWN
Francisco Rodríguez Criado: escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down.
El año pasado me tocó trabajar en un colegio de educación especial. Yo nunca había tenido contacto con jóvenes discapacitados. Siendo sincera, el primer día me sentí horrorizada, cuando me vi caminando por el pasillo rodeada de aquellos niños. Es verdad que me costó acostumbrarme. Todo el mundo me lo decía, ya verás que cariño se les coge, no te vas a querer ir nunca de aquí. Y era verdad. Cuando tuve que cambiar de destino estuve llorando más de dos semanas por mis niños pensando qué harían sin mi. Por supuesto que han salido hacia adelante. Trabajé con ellos en muchas actividades y ya no es cuestión de tener solidaridad o no con ellos, es ver, que si te lo propones y ellos también pueden hacer más cosas de lo que en un principio crees. Mira ese ambientador y piensa que muchos niños no podrán ni siquiera recortar un dibujo, pero otros muchos si y ese es el que tú tienes en tus manos.
Montaña, entiendo perfectamente lo que cuentas.
Gracias por tu comentario.
Saludos
Encontré el siguiente cuento: ¿Publicable en tu blog?
Saludos desde México
Si en un sueño de él, o de ella
Marcos Aguilar
A mi silencio de seimpre.
Se observaron, sólo para sucederse, inevitables, en un tocar de cuerpos
armónicos y pendulares. Lúdicos, gimieron y sonrieron. Sudorosos,
olvidaron las heridas momentáneas que el amor asesta en la melancolía
y los recuerdos. Y por último lloraron, cual bestias heridas por el fuego
de unos besos, pues dieron cuenta que nunca, nunca, sabrían donde se
habían conocido: si en un sueño de él, o de ella.