INFORMES
Francisco Rodríguez Criado
Debe de ser duro dedicarse a tareas educativas y no disponer de unos parámetros de enseñanza fidedignos que puedan ser tomados como un modelo a seguir. ¿De qué sirve, por ejemplo, estimular a los estudiantes para que estudien en casa o refuercen sus conocimientos con clases particulares si tal empeño no se recompensa forzosamente con buenos resultados? No lo digo yo, lo dice la última Evaluación Internacional de Estudiantes (Pisa 12). Según su último informe, no existe una relación estrecha entre las buenas notas y las horas dedicadas al estudio. Resulta que tras analizar a los estudiantes con mejor rendimiento escolar se ha descubierto que destacan, entre otros, los nacidos en Shanghái (10 horas de estudio semanales), pero también los finlandeses, que solo le dedican tres. Y ahí están los alumnos españoles, que invierten una media de 6,5 horas semanales, y pese a todo andan de cabeza.
¿Qué se deduce entonces de estos informes? No tengo la menor idea. En el mejor de los casos queda claro que estudiar mucho puede ser bueno pero también lo contrario.
Es difícil saber con qué objeto se hacen informes como este que no conducen a decisiones concluyentes. Vivíamos mejor antes, anclados a certezas irrefutables: el azúcar engorda, la marihuana afecta a la inteligencia, la leche de vaca es muy saludable, dormir poco es malo, etc. En estos tiempos escépticos todo se tambalea: antes o después aparecerá algún informe que desmantele una a una nuestras creencias populares más básicas.
Mientras tanto, nuestros alumnos más perezosos se frotan las manos ahora que las bondades del estudio quedan en entredicho.