
El Diario Down: Padres con síndromes
El otro día me contaron, durante el transcurso de una reunión con amigos, que algunos padres de chicos y chicas con síndrome de Asperger (un trastorno neuronal de tipo autista) generan a su vez una patología: el síndrome de Mozart. Resulta que estos padres, estimulados por ciertas informaciones que aseguran que numerosos genios eran o son Asperger, creen ver en sus hijos algún tipo de talento fuera de lo común. La conversación en la que surgió este tema estaba enfocada a las humanidades (literatura, música, pintura…), pero supongo que también será aplicable al campo de las ciencias, donde suelen destacar los Asperger.
En fin, aquí vemos un claro ejemplo de mecanismo de autodefensa mal entendido. Estos padres pensarán que la vida está en deuda con ellos, ¿y de qué manera puede esta compensar su frustración sino regalándoles un talento descomunal a sus criaturas?
No culpo a estos padres, cada cual combate sus fantasmas como puede: unos fabulan sobre las aptitudes de sus hijos y otros escriben un diario. No obstante, diré algo: creo que atisbar en los hijos talentos de los que en realidad carecen puede ser un claro motivo de frustración, para los padres y para los hijos, y por extensión una carga incómoda para los educadores de los pequeños, que han de hacer equilibrios para capear el temporal.
El listado de personajes ilustres que presuntamente sufrieron o sufren el síndrome de Asperger es interminable, y uno de los más conocidos es el ya citado Wolfang Amadeus Mozart. Tengo serias dudas de que estos genios sean o hayan sido realmente Asperger (¿Bill Gates, Woody Allen, Steven Spielberg, Charles Darwin, por qué no también Leonardo da Vinci y Miguel Ángel?). Más fácil sería aceptar su genialidad, o su gran talento si se prefiere, sin emitir diagnósticos especulativos.
Asociar autismo con genialidad por defecto no puede conducir a nada positivo. Lo que necesitan las personas con un síndrome neuronal o intelectual no son padres portadores a su vez del síndrome de incapacidad de aceptar la realidad. Insertar una anomalía (la genialidad) dentro de otra anomalía (el síndrome de Asperger, el síndrome de Down, etcétera) es tan peligroso como sestear en un barco a la deriva.
Los padres que tenemos niños con discapacidad deberíamos aceptar cuanto antes su circunstancia y tratar de apoyarlos, estimularlos, para sacar lo mejor de ellos dentro de unos márgenes razonables. La pretensión a toda costa de tener un genio en casa está abocada al fracaso y a la desazón. Sobre todo cuando ese hijo no está llamado a ser un genio sino un ciudadano más, un ser humano al que deberíamos querer tal como es en vez de utilizarlo como una proyección idealizada de nuestras ambiciones como padres.
Si hablamos de Mozart más de doscientos años después de su muerte es precisamente porque Mozart solo hay uno.
(Libros de Francisco Rodríguez Criado)
EL DIARIO DOWN
Últimas entradas de El Diario Down:
El arte de amar. 12-2-2014.
El mejor premio. 19-2-2014.
La escritura terapéutica. 26-2-2014.
Muy interesante y lúcido. Me preguntaba mientras te leía, qué actitud tendría yo en el caso de tener un hijo con discapacidad. Qué difícil, que difícil…