
LOS FANTÁSTICOS AÑOS 80
El actor David Hasselhoff, icono popular de los años 80 y 90 por su participación en series intrascendentes y aun así míticas como El coche fantástico y Los vigilantes de la playa, vende sus recuerdos, al parecer por una causa humanitaria. Recuerdos-objeto (una cazadora, un flotador playero, una gramola, una motocicleta Harley-Davison, una guitarra Fender…) que por sí solos vienen a definir el mundo descomplicado y jovial en que se movían sus personajes. No me fascinaban estas series cuando yo era adolescente. Aunque no pretendiera ser un exquisito, no me seducían aquellas tramas absurdas al servicio de los malos de turno –que no solo eran malos sino además incompetentes– y de mujeres muy atractivas que resultaban a la larga tener, como el propio coche fantástico, una inteligencia artificial.
Hasselhoff no era un actor talentoso y sus series, como digo, me aburrían. No obstante, para ser justo, he de reconocer que de algún modo yo también caía en ocasiones bajo el influjo de aquella dolce vita a la americana. Una dolce vita algo pacata y poco verosímil que amenizaba los tiempos de aperturismo que vivíamos en los 80 y 90 en España, cuando el país –gran parte, al menos– trataba de desperezarse tras la pesadilla orquestada por una dictadura franquista tan beata como inmisericorde.
A Hasselhoff lo recuerdo con cariño por colarse en la pantalla de nuestros televisores directamente desde las ociosas playas de Santa Mónica, siempre rodeado del coche perfecto o de esculturales mujeres que, pese a su mojigatería, conseguían inflamar de sueños sensuales el espíritu de los chicos de mi generación.
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 3 de abril de 2014).
Libros de Francisco Rodríguez Criado