
EL TROMPO
(microrrelato)
Manuel Pastrana Lozano
El trompo giró, giró… y siguió girando en su carrera desenfrenada, con su baile invariable, a veces oscilante, siempre monocorde, adormecido, y de pronto despertó y decidió detenerse. Así se mantuvo largo rato, sin caer. Entonces se desplomó y se quedó inmóvil, como si estuviese muerto. Se puso a pensar que su vida ya no valdría la pena, que algún día lo desecharían por inútil, que había envejecido en la tierra que tantas veces lo cobijó, jugando con niños jubilosos que lo lanzaban una y otra vez a la superficie después de enrollarlo con sus cuerdas tensadas. Esperaban ansiosos el resultado del feroz desafío: cuánto tiempo iba a permanecer girando junto a otros trompos como él, en la competencia enloquecedora, sin sentido, de quién llegaba a ser el mejor y viviría más largo tiempo, girando…girando…hacia una eternidad furtiva, inalcanzable, misteriosa. La inmortalidad.