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LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE
El paso de la hélice (Destino, 2014)
Santiago Pajares (Madrid, 1979) era informático cuando decidió plantearse un objetivo que se escapaba de los márgenes de su profesión: escribir una novela. Y eso fue lo que hizo: escribir El paso de la hélice cuando solo tenía veintitrés años. En 2004 la novela recaló en una pequeña editorial (Tabla Rasa) y ahora, diez años después, vuelve a ver la luz en la editorial Destino y está previsto que haga lo propio en otros ocho países.
Es autor de otras tres novelas, La mitad de uno (2006), El lienzo (2009) y La lluvia de Ionah (2011), y realiza cortometrajes, uno de los cuales, “Berlín”, fue finalista en todas las categorías en las que concursaba en el Festival Notodofilmfest, en 2010.
Hablamos con Santiago Pajares sobre su mundo creativo.
“Se preguntaba cuándo y cómo se le habría ocurrido La hélice, cuál sería el germen de una de las sagas fantásticas más famosas de todos los tiempos. Umberto Eco escribió El nombre de la rosa tras imaginarse envenenando a un monje, Stephen King descubrió la historia de Carrie frente a un expendedor de comprensas en un vestuario de instituto, Ken Follet encontró la semilla de Los pilares de la tierra frente a la catedral de Peterborough, William Peter Blatty leyó el informe de un exorcismo real y se apoyó en él para escribir El exorcista, Mary Shelley ideó Frankestein en una reunión donde se contaban cuentos de terror en la que también participaban su marido, Percy Shelley, John Keats y lord Byron.
[El paso de la hélice, p. 301]
Francisco Rodríguez Criado: El narrador de El paso de la hélice nos cuenta en este fragmento cuál fue el disparador de algunos libros famosos. Me gustaría saber cómo nació El paso de la hélice, cuál fue el punto de arranque, ese pequeño átomo que acabaría tirando del hilo de una historia de más de cuatrocientas páginas.
Bueno, escribir un libro siempre viene más de un proceso en el que se combinan varias ideas. En el caso de “El paso de la hélice” recuerdo que viendo una entrega de premios pensé que al escribir algo, luego tienes que defenderlo y aceptar las críticas y elogios, y me pregunté cómo eso podía afectar a la creatividad. Me dije entonces que la única manera de escribir un libro de forma verdaderamente libre era desde el anonimato. Después empecé a preguntarme si eso se podía hacer, si de verdad podías ocultar tu identidad como creador hasta el final, y cómo afectaría eso a las demás partes del proceso editorial. Esa fue en el primer momento la historia de Thomas Maud, que se acabaría convirtiendo tiempo después en “El paso de la hélice”.
F.R.C.: El paso de la hélice narra la angustia de una pequeña editorial que depende en gran medida de los ingresos que le aportan las novelas de Thomas Maud, un escritor que nunca concede entrevistas, que nunca presenta sus libros, del que no hay fotografías, aún más: un escritor al que nadie conoce, ni siquiera sus editores. Inevitablemente me vienen a la mente esos escritores huraños que defendieron su vida íntima –e incluso su anonimato– hasta límites insospechados. Me refiero a J. D. Salinger, Thomas Pynchon, Carlos Castaneda o Elfriede Jelinek. ¿Qué opinión te merece la actitud de estos escritores –por así decirlo– misántropos?
Creo que son casos muy extremos de escritores que han sido llevados a un punto de ruptura. Se habla mucho de eso en la novela, pero creo que hay que estar ahí para ver qué hacer, es una decisión muy personal. En el caso de Thomas Maud se especula con todo, desde que necesita el anonimato para estudiar a la gente hasta que se cree superior a los demás y por eso prefiere no interactuar. Personalmente creo que demasiadas veces la gente te sobrevalora o te infravalora por causas que no tienen que ver realmente contigo, y podría llegar a comprender que alguien necesitara alejarse de eso, si se diese demasiada presión.
F.R.C.: En tu novela leemos una historia secundaria que narra las malandanzas de Fran y otros drogodependientes, y hay, por otra parte, una serie de narraciones sobre hazañas náuticas que Esteban, otro de los personajes, narra de manera oral ante un grupo de vecinos. ¿Cómo te documentaste para hacer verosímiles este tipo de historias?
Para toda la parte de los drogodependientes estuve varios meses en un servicio de intercambio de jeringuillas con drogodependientes, para evitar contagios, tal como sale en la historia de Fran en el libro. Fue una experiencia fantástica que me derribó muchos mitos. Para las historias que Esteban cuenta en el bar, estuve documentándome en internet y al mismo tiempo me inventé todo, que si eres contable es ilegal, pero siendo novelista todavía está bien visto.

F.R.C.: El paso de la hélice defiende la idea de que un libro puede cambiar (positivamente) la vida de una persona. ¿Crees que eso es posible?
Absolutamente. Creo que a lo largo de la vida de un lector hay tres o cuatro libros que te marcan, que te ayudan a comprender mejor tu situación y te descubren un mundo nuevo al alcance de la mano. Nadie te puede decir cuales son, así que tienes que leer mucho para encontrarlos.
F.R.C.: Escribiste la novela cuando solo tenías veintitrés años, y la publicaste en 2004 en una pequeña editorial, lo cual no fue óbice para que captara la atención de numerosos lectores y que fuera traducida al japonés. Han pasado diez años. ¿Qué diferencias crees que hay entre el Santiago Pajares escritor de entonces y el de ahora?
En diez años he escrito cuatro novelas, lo que inevitablemente te hace aprender algunas cosas. Creo que ahora tengo un concepto más claro de lo que debe ser y a donde se debe dirigir una historia. Lo que antes entendía sólo de una manera instintiva ahora soy capaz de racionalizarlo más, lo que me hace sufrir menos. Si me pudiera dirigir a mi yo de entonces le diría: Relájate, que cuanto más relajado estés, mejor te saldrá todo.
F.R.C.: Como informático y escritor, ¿qué opinión te merece la simbiosis de la literatura con las nuevas tecnologías? ¿Qué opinas del libro electrónico?
Estoy a favor de cualquier cosa que haga que la gente lea más. En este país se lee muy poco, y si el libro electrónico ayuda a los lectores, bienvenido sea. Se habla mucho del debate entre libro físico y electrónico, pero me parece un debate que desgasta sobre el verdadero tema, y es que se lee poco. Yo leo en ambos formatos y disfruto igual. Hablemos del placer de la lectura, y no de si se debe leer así o asá.
F.R.C.: Eres autor de cuatro novelas. ¿Qué diferencias y similitudes crees que hay entre El paso de la hélice y tus otras novelas?
Siempre me han dicho que cambio mucho de temática y género en mis novelas, aunque creo que todas tienen un fondo común. “El paso de la hélice”, por ser la primera, es una historia que no deja balas en la recámara, en la que di todo. Siempre me pareció una gran opción, escribir cada novela como si fuese la última.
F.R.C.: Además de escritor eres guionista, productor y director de cortometrajes. ¿Hay posibilidad de que en un futuro próximo se haga una película basada en algunas de tus novelas
Sería fantástico, pero no hay ningún proyecto en firme. Mucha gente me insiste en que “El paso de la hélice” sería una gran miniserie, pero tendremos que esperar por ahora.
F.R.C.: Y para terminar, una petición literaria: que nos recomiendes un cuento o un poema para las secciones 1001 cuentos y 1001 poemas.
Pues os voy a recomendar dos cuentos fantásticos, uno de aquí cerca y otro un poco más lejano. De aquí os recomiendo “Sábado”, de Quim Monzó, y de Japón me quedo con ““El límite de la felicidad” de Tsutsui Yasutaka.
Últimas entrevistas en Narrativa Breve:
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Antonio Barnés (Elogio del libro de papel, Rialp, 2014). 2-5-2014.
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