RELATO O CASTIGO
Esa noche Lucía había invitado a su amiga Sara a dormir a su casa. El reloj marcó las ocho de la noche y el timbre de su hogar sonó:
-Buenas noches, señora. Su hija me invitó a una pijamada –dijo la niña.
-Por supuesto, Sara, ya te está esperando. Oye, pensé que sólo ibas a venir tú –respondió la madre de Lucía.
-Ah sí, permítame presentarle a mi prima Daniela. Acaba de llegar esta tarde y no quise dejarla sola. Además, pienso que a Lucía no le molestará –replicó Sara.
Ambas niñas subieron al cuarto de Lucía. En el instante en que esta vio que su mejor amiga venía acompañada de otra persona, se enfadó muchísimo y le dijo:
-Se suponía que esta velada ahí vamos a pasar únicamente tú y yo jugando.
-Lo sé, pero es mi prima y mis papás me dijeron que si quería venir contigo, ella me tendría que acompañar.
-Bueno, ya ni modo. ¿Qué quieren jugar? –preguntó Lucía
-¿Por qué no sacas el tablero de damas chinas? Ese juego me gusta mucho –dijo Sara.
-Los sacaría con mucho gusto, pero mi hermano me perdió todas las canicas, así que no podemos jugar eso.
Mientras las niñas discutían, Daniela expresó lo siguiente:
-Un juego que es muy fácil y divertido es el de “Relato o Castigo”. Sólo necesitamos una botella vacía de agua o de refresco y estar sentadas en círculo.
-Ya sé de qué se trata ese juego. Me parece buena idea –mencionó Lucía.
Una de las niñas bajó rápidamente a la cocina por la botella que les hacía falta y pronto comenzó el juego. La primera en girar el botellón fue Sara y a quien le tocó responder el desafío fue a Lucía.
-¿Relato o castigo? –preguntó Daniela.
-Relato… Conozco muchas historias de terror que les van a poner los cabellos de punta –respondió Lucía.
-Nada de lo que cuentes me asustará, eres una niña muy infantil –mencionó Daniela.
-Oye, Dani, ¿por qué le hablase así a Lucy? Estamos en su casa y jamás te he visto hablarle así nadie que no conozcas.
-Lo siento, pero es que desde que la vi me cayó muy mal. Pienso que sólo está viendo la más mínima oportunidad para empezar a presumir las cosas que tiene –replicó Daniela.
-Déjala, déjala está bien. Entonces si no quieres escuchar una historia de terror, dime qué quieres que cuente –dijo Lucía
-Para empezar me gustaría cambiar la categoría de relato a castigo –exclamó Daniela.
-¡Hecho! ¿Y qué más? –respondió Lucía.
Daniela abrió su mochila y sacó un paquete de velas negras y dijo:
-Lo segundo consiste en agarrar una de estas velas, encenderla y maldecir a un espíritu.
-Mi mamá no me deja utilizar cerillos, dice que el fuego es muy peligroso y que si no lo manejas con cuidado puedes causar un accidente. Pero para demostrarte que no soy miedosa, lo haré.
Apenas se encendió el pabilo de la vela, la niña maldijo un nombre al azar. De pronto, uno de los muros de la habitación fue atravesado por un espíritu que llevaba en su mano derecha un cuchillo ensangrentado.
La aparición se acercó a Lucía y le clavó la daga en la cabeza. En ese momento, sonó el teléfono.
-Hola, ¿qué tal? Muy buena noche, señora. Soy la mamá de Sara, únicamente para informarle que no va a poder ir a su casa, debido a que tiene catarro. Dice que la disculpe con Lucía por favor.
La mujer se quedó helada al escuchar esa noticia y pensó: Si Sara está en su casa, ¿quién acompaña arriba a Lucy?
Subió las escaleras corriendo y lo único que encontró fue el cadáver de su hija.
Me gustó mucho el relato, por lo que regresaré regularmente. Yo también tengo un blog de historias de terror para que lo visiten: https://vivalamuerte-crisharris.blogspot.com/ Gracias.