El anacoluto (menudo palabro) es una figura retórica que supone la construcción sintáctica incorrecta de una frase. O por decirlo con las palabras del DRAE: «Inconsecuencia en la construcción del discurso».
El error procede de dejar una o más palabras discordantes con el resto de la frase. Estamos hablando pues de una figura retórica que se usa por falta de pericia gramatical o por desconocimiento. Conclusión: conviene evitar el anacoluto (también conocido como solecismo).
Para entenderlo mejor, dejo algunos ejemplos de anacolutos encontrados en la Red:
Ejemplos de Anacoluto en Retoricas.com:
1. «¿Y su padre de usted no tendré el gusto de verle antes de marcharme?»
2. «Yo es que, bueno, no me parece muy oportuno» (por: «[A mí es que,] Bueno, no me parece muy oportuno)
3. «La filosofía antigua se encuentran muchos personajes importantes que sobresalieron en esa época». («En la filosofía antigua se encuentran muchos personajes importantes que sobresalieron en esa época»)
4. «Mira [dice Lotario] que el que busca lo imposible, es justo que lo posible se le niegue.» (Quijote, I, XXXIII) (» Mira [dice Lotario] que al que busca lo imposible es justo que lo posible se le niegue».)
5. «En los países tercermundistas no cuentan con una tecnología que les permita tener un sector industrial importante» («Los países tercermundistas no cuentan…).
6. «La ciudad donde vives todo en ella me gusta»
Ejemplos de anacolutos en Ejemplos de:
Debo llegar a mi casa a la brevedad (Solecismo)
Debo llegar a mi casa con la mayor brevedad (Correcto)
Tengo buena calificación a virtud de mi dedicación (Solecismo)
Tengo buena calificación en virtud de mi dedicación (Correcto)
El viaje va a cuenta de mi papá (Solecismo)
El viaje va por cuenta de mi papá (Correcto)
Se reciben 3 personas a la hora (Solecismo)
Se reciben 3 personas por hora (Correcto)
Ejemplos de anacolutos en Don Quijote, señalados por La guía de lengua
En realidad son muchos, e ilustres, los escritores que se han servido de esta figura -figura retórica o literaria, ya no vulgar “error”- para introducirla en sus textos. El mismo Cervantes, en el Quijote, hace un uso frecuente del mismo:
El ventero, que no conocía a don Quijote, tan admirado le tenían sus locuras como su liberalidad.
Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres.
Dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote, el cual, como llegó con la Duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron dél dos lacayos.
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