El origen de las palabras

EL ORIGEN DE LAS PALABRAS (II)

María Carvajal

(curiosidad literaria) 

Queridos lectores, ahora que estamos en verano y probablemente más de uno lo hayáis pisado en vuestras vacaciones, decidme ¿sabéis de donde viene la palabra “chiringuito”? No os apuréis, lo sabréis en breve.

Hace un tiempo pudisteis leer en este blog un post titulado El origen de las palabras en el que se hacía referencia a la etimología y significado de algunos vocablos. Esta vez incrementamos la lista con algunos datos curiosos sobre algunas otras palabras.

Parece ser que los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar en Cuba durante el siglo XIX se tomaban un café durante el descanso de su jornada laboral. Lo preparaban con una caña y una media que lo filtraba. Llamaban “chiringo” al fino chorro de café filtrado. Más tarde comenzaron a montarse en las plantaciones pequeñas estancias a modo de quioscos improvisados hechos con cañas y hojas, en los que los agricultores tomaban café en su tiempo de descanso: “Vamos al chiringuito”, decían utilizando el diminutivo de la palabra. En 1913 abrió El Chiringuito, un bar en la playa de Sitges, bautizado así por el intelectual César González Ruano, cliente habitual del local, como homenaje a sus viajes por la isla de Cuba.

La amatista es un cuarzo transparente que, debido al óxido de manganeso, tiene un color violáceo. La palabra viene del latín amethystus y este del griego ἀμέθυστος que significa ‘sobrio, que no está borracho”. En la antigüedad griega, quizá por su color vino, se creía que esta piedra preservaba de la embriaguez.

Otra palabra de etimología curiosa es “mascota”. Proviene del término francés mascotte, que significa amuleto y que a su vez procede del provenzal masco, cuyo significado es hechicera. El concepto de amuleto hace referencia a una figurita que hace afortunado a quien la lleva. En algunas culturas, tener una mascota en casa da buena suerte. Es un término que entró en nuestra lengua desde la disciplina del deporte. Era habitual que algunos equipos tuviesen una mascota que les diera buena suerte en la competición. Se trataba de una persona disfrazada, casi siempre de un animal, con un atuendo divertido que animaba al equipo y la afición.

Por otro lado, la palabra “mamotreto” procede del latín tardío mammothreptus y este del griego tardío μαμμόθρεπτος, literalmente ‘criado por su abuela’. Se decía que las abuelas tenían la costumbre de alimentar bien a sus nietos; los preferían rollizos porque creían que estos gozaban de buena salud.

A todos nos gustan que nos digan un piropo de vez en cuando pero, ¿sabéis de dónde viene esa palabra? Viene del latín pyrōpus, que a su vez procede del griego πυρωπός, compuesto de πυρ ‘fuego’ y ωπός ‘ojo’, ‘vista’. Con ello, piropo cobra el significado de “fuego en la mirada”.

Aunque la tortuga no goza de mala reputación comparada con el resto de los reptiles, su nombre procede del latín tardío tartarūchus, que significa ‘demonio’ y este a su vez del griego tarío σαρκοφάγος, o lo que es lo mismo, ‘habitante del Tártaro o infierno’. Los orientales y los antiguos cristianos creían que este reptil que habitaba en el cieno era una personificación del mal.

Las palabras francesa y española para la absenta se refieren a la bebida o la planta indistintamente y derivan del latin absinthium y a su vez del griego αψινθιον (apsinthion) y que se puede traducir como ‘no bebible’. La planta con que se hace la bebida se llama “ajenjo”, tiene un sabor muy amargo y es tóxica si se consume en grandes dosis. Se dice que la palabra Chernobyl podría venir de la unión de las palabras chorni (чорний, negro) y byllia (билля, hojas), pero también se extendió la idea de que la palabra en ucraniano polin girkii (Полин гіркий) es literalmente altamisa amarga, usada para referirse al ajenjo, hierba abundante del lugar. Los supervivientes del accidente nuclear de Chernobyl dicen que aun hoy tienen en su paladar el sabor amargo de la radiación.

Los sacerdotes tenían la misión de prestar asistencia a los enfermos y de cuidar de las almas de sus feligreses. La palabra “cura” proviene del latín curatio, que significa cuidado o solicitud. Se dice que hacia el año 1330 se empezó a aplicar esta denominación a los párrocos que mantenían el cuidado espiritual de las personas, eran como un médico de las almas de sus feligreses.

Amigos lectores, espero que aún algunos de vosotros podáis disfrutar del verano desde el chiringuito a pesar de que, muy probablemente, no dejen entrar a vuestras mascotas.

María Carvajal

¿Cuántas palabras deberían tener las frases?

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