
María Isabel Larrea O., de la Universidad Austral de Chile, dedica un intenso estudio al género de las minificciones, que vuelca en su artículo «Estrategias lectoras en el microcuento», publicado en Scielo Chile. Transcribo aquí el fragmento dedicado a la transtextualidad, con análisis incluido del microrrelato «Para mirarte mejor», de Juan Armando Epple, una distorsión del clásico cuento de Caperucita Roja.
La transtextualidad. El lector de un microcuento ha de tener una competencia transtextual, es decir, ha de conocer los mecanismos de evocación, las alusiones, en suma, los modos de diálogo entre los textos. Por lo general, los textos breves incluyen en su codificación la intertextualidad con otros textos mayores, a menudo muy prestigiosos, para parodiarlos, invertirlos o recuperarlos desde otro sesgo semántico, como por ejemplo el siguiente:
PARA MIRARTE MEJOR
Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada.
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Comentario
Este microcuento, de carácter paródico, aunque con cierto tono moralizante propio del hipotexto, se construye como una conversión de la Caperucita Roja. Perrault pretendió dar una lección moral a las jóvenes que entablan relaciones con desconocidos, deslizando, de paso, el tabú sexual de esas relaciones, y censurando el espacio que pudiera estar sembrado de encuentros indeseables. En este microcuento, la perspectiva narrativa la toma un hombre, cuyo vigor se ha perdido y que objetiva el presente con una mirada clara, consciente y nostálgica del deterioro que produce, en la sociedad contemporánea, el paso del tiempo. Por otra parte, se excluye el bosque como espacio de connotaciones oscuras y se privilegia el espacio urbano moderno el Parque Forestal símbolo de encuentros amorosos para una generación de chilenos de los años cincuenta. La reflexión moralizante se mantiene, pero inversamente: el hombre y la mujer están impedidos de reconocerse. La cultura moderna ha estereotipado las imágenes, privilegiando la juventud. El microcuento, en este caso, da una lección distinta: la sociedad excluye del amor y del deseo a los viejos. Esta breve interpretación nos indica, además, el carácter parabólico del texto, y su lectura supone un lector que ha de llenar una serie de lugares vacíos y no dichos que completarán la exégesis del microrrelato.
Como podemos observar, la semántica no está explícita en el texto sino que es el resultado de ciertas operaciones de inferencia textual basadas en una experiencia intertextual. Tomassini y Colombo (1996) han señalado, en relación a la intertextualidad del microcuento, que: «Por lo general, no es un ‘texto original’ el que subyace bajo la superficie verbal del microtexto, sino más bien un material degradado, reiteradamente usado, filtrado por sucesivas interpretaciones, tergiversado, simplificado, reducido, traducido, asimilado a la dinámica y poliforma red de cultura masmediática.»
La intertextualidad unida a la condición breve del microcuento convoca a un tipo de lector modelo cuyo tiempo de lectura se continúa después que ésta ha concluido. Su competencia para las lecturas cruzadas y para la reflexión posterior es tan importante como su capacidad para actualizar las estructuras discursivas. Para recobrar los códigos de la emisión ha de recurrir al diccionario básico, a las reglas de correferencia, a su competencia intertextual; ha de estar en condiciones de decodificar por referencia hipercodificaciones retóricas (metáforas, títulos que encierran operaciones extensionales, por ejemplo), de género (fábula), inferencias basadas en cuadros comunes (frames). (Eco 1981) que seleccionamos de nuestra memoria y que sirven para representar una situación estereotipada o una representación sobre el mundo que nos permiten realizar actos cognitivos fundamentales como percepciones, comprensión lingüística y acciones.
Las inferencias basadas en cuadro intertextuales se basan en el hecho de que ningún texto se lee independientemente. La competencia intertextual representa un caso especial de hipercodificación y establece sus propios cuadros como también abarca todos los sistemas semióticos con que el lector está familiarizado. Este se aproxima al texto desde una perspectiva ideológica personal, que forma parte de su competencia y que se basa, a mi entender, en la capacidad para destruir los macrorrelatos, reordenándolos por vía de la parodia satírica y no satírica (Genette 1986).
María Isabel Larrea O