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Cuadro de Alicia y su cambalache. |
CUNITA DE TIERRA
Francisco Montero Montero
(microrrelato)
Un día, el niño triste dijo que tenía semillas en los dedos de sus manos, pero nadie las regó.
Se escondió para llorar su desdicha a la luz que entraba por los postigos de su incipiente primavera.
Con el tiempo dejó de estar mustio. Acurrucado, sobre sus rodillas, no le importó quedarse solo, con sus lágrimas. Nadie supo cómo, pero cinco pétalos blancos afloraron en cada una de sus manos.
Entonces ya no se ocultó más. Clamó sus colores, porque ahora dormiría para siempre en su cunita de tierra.
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