El multiperspectivismo, la gran aportación técnica de Henry James
A la hora de contar una historia es muy importante decidir quién y cómo va a ser el narrador. No en vano, sobre él va a recaer todo el peso de la narración.
Hoy día el abanico de narradores posibles es muy amplio, algo que no ocurría en el siglo XIX: en las novelas decimonónicas solía usarse la primera persona o la tercera omnisciente (entendemos por omnisciente un narrador que todo lo sabe).
En fin, Henry James (1843-1916) estaba por llegar. Fue él quien introdujo la técnica de del multiperspectivismo, algo que, durante mucho tiempo, no convenció a los lectores de la época. Pero «escuchemos» la explicación de Sergio Pitol en el capítulo que le dedica en su ensayo La casa de la tribu (Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 2006).
“[…] Sus grandes aportaciones a la novela fueron de carácter formal, y la más importante consistió en la eliminación del autor como sujeto omnisciente que conoce y determina la situación de los personajes para sustituirlo por uno o, en sus novelas más complejas, varios puntos de vista, a través de los cuales la conciencia interroga mientras trata de alcanzar el sentido de ciertos hechos de que ha sido testigo. Por medio de ese recurso el personaje se construye a sí mismo en su intento de descifrar el universo que lo circunda.
El cuerpo de una novela de James lo constituye la suma de observaciones, deducciones y conjeturas que un personaje hace sobre determinada situación. El autor presenta a un observador desde cuyo punto de vista el lector sólo puede enterarse de la fracción de verdad que a aquél le puede ser accesible. El mundo real se va deformando al ser filtrado por una conciencia; de ahí la ambigüedad de los personajes jamesianos: un personaje presencia o vive una situación determinada y al mismo tiempo intenta relatar sus percepciones. Nunca sabremos hasta dóne se atrevió al contarnos una historia, ni qué partes consideró ocultar para no ser indiscreto”.
Sergio Pitol, La casa de la tribu (fragmento del capítulo «Los papeles de Aspern»).