El saqueo de “La Chascona” y un poema inédito de Neruda
Ernesto Bustos Garrido
Últimamente han aparecido –y seguirán haciéndolo– escritos de Pablo Neruda. como ha sucedido hace poco con algunos poemas inéditos dedicados a Matilde Urrutia, la tercera y última esposa del poeta. Neruda no siempre fue cuidadoso con sus papeles, lo que hace probable que en algún baúl añoso, dentro de algún libro de muchas páginas y gruesas tapas, aparezcan en el futuro más poemas de su autoría. Algunos miembros de la familia del Premio Nobel, cuando éste falleció, actuaron como aves de rapiña y cogieron lo que pudieron o lo que los militares les dejaron levantar. Este material ha nutrido varias publicaciones y rendido mucho dinero a anónimos coleccionistas.
Y aquí quiero referir una anécdota.
Y es que yo mismo me hice de una silla del poeta que estaba en su casa “La Chascona”, situada a los pies del cerro San Cristóbal, que fue saqueada por los uniformados, siguiendo órdenes superiores, de Augusto Pinochet y sus secuaces, de hacer desaparecer cuanta cosa tuviera que ver con el ex senador y ex candidato presidencial del Partido Comunista. Parece que fue quince días después del Golpe que DINACOS, (Dirección Nacional de Comunicación Social) llamó al diario donde yo trabajaba, avisando de que había un bus disponible para ir hasta la casa de Neruda y de Matilde Urrutia, y ver que había sido asaltada por “las ordas comunistas”. El oficial a cargo de la visita aseguró que se trataba de un auto-atentado de los partidarios de Salvador Allende para hacer creer en la brutalidad y necedad del nuevo gobierno. Nosotros nos tuvimos que tragar esa versión de los hechos.

La casa enclavada en los faldeos del San Cristobal aparecía con sus habitaciones saqueadas, tal como se ve en las películas de gánsteres. Los cajones de cómodas y armarios estaban tirados por el suelo; todo revuelto. Las puertas y ventanas reventadas. El piso levantado en algunas partes. Nos dijeron que los comunistas buscaban debajo de las tablas valores, dinero, joyas que él poeta tenía ocultos en su casa. Sin embargo, lo más penoso fue que los autores del asalto a esa casa habían desviado las aguas de un canal de regadío para pasaba por la ladera del cerro y de este modo causaron una inundación que destruyó muebles, enseres, y hasta los muros.
Cuando terminaba la visita guiada de los periodistas, salí al patio y allí encontré arrumbada y desarmada una silla, de esas antiguas, seguramente parte de una colección del poeta que era aficionado a esas cosas. La silla tenía sólo tres patas. La cuarta había desparecido. Pregunté si me podía llevar la silla, tal cual estaba, para mostrarla en el diario. El capitán encargado me respondió que no, pero al cabo de pensarlo un poco me dio luz verde para que tomara la silla y me la llevara al periódico para tomarle fotografías y así mostrar “el salvajismo de los comunistas”, autores del saqueo, me comentó.

Matilde Urrutia, tal cual está hoy. Allí hay un museo nerudiano, que
no es el más importante. El más relevante está en Isla Negra, la casa
playera donde el poeta pasó sus últimos días antes de morir
Yo escribí la nota correspondiente, ciñéndome a dos aspectos: Mi propia visión del lugar, y a eso agregué la versión de los militares. Desde luego que el director del diario tituló tal cual querían los uniformados. Fue algo así como “Horda poblacional asalta casa del poeta Pablo Neruda”.
El mismo día en que escribí la información, pregunté a mis jefes dónde dejaba la silla después de haber sido fotografiada.
–No sé –me dijeron.
Entonces, la tomé, la cargué a mi auto y me la llevé a casa.
Mi idea era restaurarla. Era una silla de un Premio Nobel de Literatura, auténtica. Sentía una emoción muy profunda. Buscaría un taller y pediría que me tornearan la pata perdida.
Entretanto dejé la silla guardada en la pieza de los útiles de aseo.
Un día la busqué para llevarla al restaurador y no estaba.
La pregunté a la empleada si la había visto.
-Sí –me dijo la mujer–. Hace una semana cuando pasó el camión de la basura, la saqué para que se la llevaran.
Nota 1: Esta casa del cerro, posteriormente, fue recuperada por Matilde Urrutia. La reconstruyó con la ayuda de amigos y hoy es un museo. Allí fue velado Pablo Neruda, al cabo de su muerte a pocos días del Golpe Militar, del 11 de septiembre de 1973.
Nota 2: Uno de los 21 poemas inéditos hallados recientemente y que Seix Barral va a editar este mismo mes de noviembre, tiene como destino la figura de Matilde Urrutia. Fue encontrado por el director de la biblioteca de la Fundación Pablo Neruda, el escritor Darío Osses. Este los puso en manos de la agente Carmen Balcells, quien hizo las gestiones con los dueños de los derechos de autor. La noticia la entregó en España Pere Gimferrer, director editorial de Seix Barral. “Es el mayor hallazgo de las letras hispanas en los últimos años, un acontecimiento literario de importancia universal”, dijo.
El libro que contiene estos poemas inéditos se lanza bajo el título de Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos.
El poema en cuestión dice así:
Tus pies toco en la sombra, tus manos en la luz
y en el vuelo me guían tus ojos aguilares
Matilde, con los besos que aprendí en tu boca
aprendieron mis labios a conocer el fuego.
Oh piernas heredadas de la absoluta avena
cereal, extendida la batalla
corazón de pradera,
cuando puse en tus senos mis orejas,
mi sangre propagó tu sílaba araucana.
Nota 3: El nombre de “Las Chascona” a esa casa, se lo puso en poeta. Así le decía a su mujer Matilde Urrutia, quien tenía una abundante cabellera ensortijada y colorina oscura
Ernesto Bustos Garrido (Santiago de Chile) es periodista de la Universidad de Chile, donde impartió clases así como en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad Diego Portales. Ha trabajado en diversos medios informativos, fundamentalmente en La Tercera de la Hora. Fue editor y propietario de las revistas Sólo Pesca y Cazar&Pescar.
Amante de los viajes y de la escritura, admira a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Francisco Coloane, Ernest Hemingway, Cervantes, Vicente Blasco Ibáñez, Pérez Galdón, Ramiro Pinilla, Vargas Llosa, García Márquez, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo.
Muy buenas tardes, mi nombre es Viviana Bravo, helwido atentamente su testimonio y por esta razón lo contacto ya que quisiera entrevistarlo respecto a los hechos que usted observó en La Chascona tras su vandalización. Esto en el marco de un estudio histórico de este hecho. Le dejo mis coordenadas. Muchos saludos, Viviana