
DOS SON MULTITUD
Dice un estudio reciente que dormir en pareja puede ser nocivo para la salud y que el ser humano no está preparado para compartir la cama. Antes, todo hijo de vecino dormía en soledad, pero tanta salud debía de ser demasiado aburrida y con el paso de los siglos nos hemos acostumbrado a meter en nuestro lecho a nuestra media naranja, una naranja que, según algunos aguafiestas, aporta mucha cáscara y poco zumo a nuestro bienestar.
Dos en la cama son multitud. Posibles consecuencias: descanso deficiente, depresiones, problemas del corazón y trastornos pulmonares. Ojo: sabanear con la mujer de tus sueños o con la vecina del 5º puede ser más peligroso que fumarse en una noche una plantación de marihuana.
“El buey solo bien se relame”, dice el refrán. Pero ¿hemos de renunciar al calor humano bajo nuestras sábanas solo para preservar la salud? Este estudio nos incita, en cierto modo, a retomar los hábitos de la antigua Roma, donde el lecho se compartía solo para consumar el acto sexual, no para acciones tan virulentas como dormir abrazado a tu pareja. Roma fue, efectivamente, un ejemplo de buena salud, sobre todo mental. Ahí están, sin ir más lejos, esos virtuosos emperadores que fornicaban con sus hermanas (Calígula), promovían perversiones sexuales en sus harenes (Cómodo), copulaban con su madre (Nerón) o mandaban cortar los genitales a los muchachos (Heliópolo).
Nuestra insalubre sociedad ha degenerado mucho respecto a la antigua Roma, pero no busquemos explicaciones excéntricas y aceptemos que la culpa de todo la tiene esa moderna y dañina perversión de querer dormir con quien nos hace felices.