Tendría unos ocho o diez años cuando escribí mis primeros versos, y después, prosa con la misma dedicación. Todos estos trabajos abarcan más de dos mil páginas. No sé cuál es su valor literario o intelectual; sé, eso sí, que fueron escritos con fe y en respuesta a un llamado juvenil imperioso y ardiente. Desde los lejanos días de mi adolescencia la Literatura ha sido mi constante compañía, la ventana por la que me asomo al mundo y por la que penetro en raros y felices momentos, su verdad prodigiosa. En suma, la Literatura representa no sólo lo que he querido ser sino la ocupación por la que he sacrificado a todas las otras. No tengo más remedio una vez más que confesarlo: soy escritor y la escritura representa mi vocación verdadera.
Cuando era niño oí una anécdota que me impresionó: le preguntaron a Alejandro si quería ser la espada o la trompeta. El respondió sin vacilar: la espada. Si a mí me hubiesen preguntado algo parecido habría respondido lo contrario: la trompeta. Quiero decir la escritura, los signos que proclaman la grandeza y la bondad de los hombres. Fui educado entre los límites si bien severos del estoicismo y el cristianismo. No me enseñaron a venerar a la diosa perra de la fama y a correr con la lengua fuera detrás del éxito mentiroso. La enseñanza de mis maestros fue muy distinta: saber estrechar la mano de nuestro prójimo incluso, y sobre todo, si fuese la mano de un desconocido. Creo que estas ideas y sentimientos influyeron en mí desde el principio. Por más imperfecta o reprobable que haya sido a veces mi conducta, siempre he visto a los otros con la frente alta y un demás de reconciliación.
Octavio Paz
«Para algunos el poema es la experiencia del abandono; para otros el del rigor. Los muchachos leen versos para ayudarse a expresar o conocer sus sentimientos, como si sólo en el poema las borrosas, presentidas facciones del amor, del heroísmo o de la sensualidad pudiesen contemplarse con nitidez. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”
Octavio Paz
Cuento de Octavio Paz: Prisa
A pesar de mi torpor, de mis ojos hinchados, de mi aire de recién salido de la cueva, no me detengo nunca. Tengo prisa. Siempre he tenido prisa. Día y noche zumba en mi cráneo la abeja. Salto de la mañana a la noche, del sueño al despertar, del tumulto a la soledad, del alba al crepúsculo. Inútil que cada una de las cuatro estaciones me presente su mesa opulenta; inútil el rasgueo de madrugada del canario, el lecho hermoso como un río en verano, esa adolescente y su lágrima, cortada al declinar el otoño. En balde el mediodía y su tallo de cristal, las hojas verdes que lo filtran, las piedras que niega, las sombras que esculpe. Todas estas plenitudes me apuran de un trago. Voy y vuelo, me revuelvo y me revuelco, salgo y entro, me asomo, oigo música, me rasco, medito, me digo, maldigo, cambio de traje, digo adiós al que fui, me demoro con el que seré. Nada me detiene. Tengo prisa, me voy. ¿A dónde? No sé, nada sé excepto que no estoy en mi sitio.

Desde que abrí los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba aquí, donde yo estoy, sino en donde no estoy ni he estado nunca. En alguna parte hay un lugar vacío y ese vacío se llenará de mí y yo me asentaré en ese hueco que insensiblemente rebosará de mí, pleno de mí hasta volverse fuente o surtidor. Y mi vacío, el vacío de mí que soy ahora, se llenará de sí, pleno de sí, pleno de ser hasta los bordes.
Tengo prisa por estar. Corro tras de mí, tras de mi sitio, tras de mi hueco. ¿Quién me ha reservado ese sitio? ¿Cómo se llama mi fatalidad? ¿Quién es y qué es lo que me mueve y quién y qué es lo que aguarda mi advenimiento para cumplirse y para cumplirme? No sé, tengo prisa. Aunque no me mueva de mi silla, ni me levante de la cama. Aunque dé vueltas y vueltas en mi jaula. Clavado por un nombre, un gesto, un tic, me muevo y remuevo. Esta casa, estos amigos, estos países, estas manos, esta boca, estas letras que forman esta imagen que se ha desprendido sin previo aviso de no sé dónde y me ha dado en el pecho, no son mi sitio. Ni esto ni aquello es mi sitio.
Todo lo que me sostiene y sostengo sosteniéndome es alambrada, muro. Y todo lo salta mi prisa. Este cuerpo me ofrece su cuerpo, este mar se saca del vientre siete olas, siete desnudeces, siete sonrisas, siete cabrillas blancas. Doy las gracias y me largo. Sí, el paseo ha sido muy divertido, la conversación instructiva, aún es temprano, la función no acaba y de ninguna manera tengo la pretensión de conocer el desenlace. Lo siento: tengo prisa. Tengo ganas de estar libre de mi prisa, tengo prisa por acostarme y levantarme sin decirte y decirme: adiós, tengo prisa.
Arenas movedizas, 1949
¿Águila o sol?, México, Fondo de Cultura Económica, 1951, págs. 73-76.
Octavio Paz (México, 1914-1998)
Comentario del cuento de Octavio Paz: Prisa
Arenas movedizas de Octavio Paz es la segunda parte de ¿Águila o sol? (escrito en 1949-50 y publicado en 1951), primer libro de poemas en prosa del autor mexicano. El título, ¿Águila o sol?, es equivalente a nuestro “¿Cara o cruz?”, la pregunta en un juego de azar al lanzar una moneda al aire para conocer quién gana.
Arenas movedizas es una colección compuesta por los siguientes títulos: “El ramo azul”, “Antes de dormir”, “Mi vida con la ola”, “Carta a dos desconocidas”, “Maravillas de la voluntad”, “Visión del escribiente”, “Un aprendizaje difícil”, “Prisa”, “Encuentro” y “Cabeza de ángel”.
Estos textos breves han sido considerados “de estirpe fantástica” por algunos críticos y tratan de los sentimientos más profundos y complejos del ser humano: el tiempo, el erotismo, el vacío, la muerte, etc.; traspasados de absurdo y de surrealismo con sorprendente imaginación. Pueden ser considerados poemas en prosa, cuentos con envoltorio de poema (o al revés), relatos poéticos o, simplemente, cuentos escritos en una prosa exquisita. Como afirmaba el propio Octavio Paz, desde Baudelaire las fronteras entre la prosa y el verso son cada vez más fluctuantes.
Así pues, el libro de Paz hay que ubicarlo al lado de obras francesas de este tipo de prosa tan emblemáticas como son Gaspar de la noche (Gaspard de la nuit, 1842), obra póstuma del francés Aloysius Bertrand, considerada la primera manifestación de los poemas en prosa; Los pequeños poemas en prosa -Spleen de París- (Petits poèmes en prose – Le Spleen de París, 1869), de Charles Baudelaire y otras obras de Mallarmè o Rimbaud. Entre los escritores en nuestro idioma cabe citar, entre otros, a Rubén Darío, al venezolano José Antonio Ramos Sucre o a Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda.
“Prisa” es uno de los mejores y más sorprendentes títulos de “Arenas movedizas”. Vacío, sitio y prisa son las palabras definidoras del protagonista, continuamente interrelacionadas en el texto; una prisa obsesionante por buscar un sitio donde pueda llenar el vacío existencial, pero ese sitio nunca se encuentra y el vacío nunca se llena, jamás se colma, y sólo queda la prisa, el continuo “adiós” que no le deja en paz, que le atormenta y le impide detenerse en las cosas hermosas que le rodean, una prisa de la que nunca puede -e incluso parece que ni quiere- librarse. “Lo siento: tengo prisa. Tengo ganas de estar libre de mi prisa, tengo prisa por acostarme y levantarme sin decirte y decirme: adiós, tengo prisa.”
En fin, la actualidad del texto, su simbolismo, es evidente. En un mundo tan frenético, desnortado y azacaneado, el hombre “arrojado” en él es con mucha frecuencia un ser acuciado por la prisa en busca del sentido de la vida, de algo que le colme y le ancle definitivamente, pero que nunca encuentra. Es, según la conocida definición de Sartre, “el hombre es una pasión inútil”.
Octavio Paz* fue siempre un explorador, un escudriñador del lenguaje. No me resisto a reproducir su célebre poema “Las palabras”:
Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.
Miguel Díez R.
- "Paz, Octavio " (Autor)
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