
Testimonios del escritor Arthur Conan Doyle
En 1880 Arthur Conan Doyle (1859-1930), que entonces tenía 21 años, se tomó un año sabático en sus estudios de medicina y pasó siete meses a bordo de un barco ballenero, “El Esperanza”, en el que prestó servicios como médico de la tripulación.
El siguiente es su testimonio de la caza de la foca:
Al alba del tercer día el barco tomó rumbo al hielo e inició su cosecha asesina. Es un trabajo brutal, aunque no más que el que se realiza para proveer las mesas familiares en las zonas rurales. Y, sin embargo, aquellas charcas de carmesí reluciente sobre el enceguecedor blanco de las banquisas, bajo el sosegante silencio del cielo azul ártico, me parecieron una intrusión espantosa.
Pero ya se sabe que una demanda inexorable crea una oferta inexorable, y las focas, con su muerte, suponen un medio de vida para la gran multitud de marineros, estibadores, curtidores, curadores, controladores, fabricantes de velas y vendedores de pieles y aceite, que hacen de intermediarios entre, por una parte, esta carnicería anual y, por la otra, las personas exquisitas que gastan elegantes botas de cuero, o el sabio cuyos aparatos necesitan un aceite muy fino.
Después de un mes o dos de permanencia, nuestros ojos se cansan de la luz eterna y echamos de menos el poder balsámico de la oscuridad. Recuerdo la maravillosa impresión que me produjo a nuestro regreso, al llegar a la altura de Islandia, la simple visión de una estrella, hasta el punto de que me resistía a apartar la mirada. Solemos perdernos la mitad de las beldades de la Naturaleza a causa del exceso de familiaridad.
* Extraído del ensayo Sobre el uso científico de la imaginación, de Arthur Conan Doyle.
Su visión de la religión
Enfocando, así, la cuestión a la luz de todos los nuevos conocimientos adquiridos con mis lecturas y mis estudios, descubrí que los fundamentos del catolicismo, y también de todo el cristianismo en general, tal y como los ofrecía la teología decimonónica, eran tan débiles que mi espíritu no podía basarse en ellos (….) Era, pues, todo el cristianismo y no solo el catolicismo, el que había alienado mi espíritu y me había llevado a un agnosticismo que nunca, ni por un instante, degeneró en ateísmo, pues yo tenía una percepción muy viva del maravilloso equilibrio del universo y de la fuerza poderosa que lo concebía y sustentaba. Yo era reverente pese a todas mis dudas, y volvía una y otra vez sobre el asunto, pero cuanto más meditaba, más me confirmaba mi inconformidad.
El tráfico de esclavos
El año 1881 Conan Doyle hizo un viaje a África a bordo del vapor “Mayumb”a. Navegaron por la costa occidental del continente negro.
Nuestros pasajeros se dirigían en su mayor parte a Madeira, pero allí nos esperaban unas gentiles damas que se dirigían a la costa africana, más algunos antipáticos negreros cuyos modales y conductas dejaban mucho que desear, pero eran los propietarios de la compañía naviera y con los que, por tanto, había que hacer tripas corazón… Nunca olvidaré, al desembarcar en Victoria, la emoción que sentí cuando pasó ante mí lo que pensaba que era un enorme pájaro azul y luego descubrí que era una mariposa.
Su encuentro con Oscar Wilde
Lo conoció en el año 1888. Wilde había leído Micah Clarke (*) y le gustó. Así se lo hizo sentir a Conan Doyle.
Wilde recibía lo mismo que daba, pero lo que daba era extraordinario. Sus afirmaciones eran asombrosamente precisas y su humor especialmente delicado; también le gustaba hacer pequeños gestos para ilustrar lo que decía, unos gestos muy peculiares y que, por desgracia, no se pueden reproducir por escrito. Al final de la velada, Wilde y yo nos comprometimos a que cada uno escribiría un libro para la Lippincott’s Magazine. Wilde escribiría El retrato de Dorian Grey, obra de profundo significado psicológico, mientras que yo escribí El signo de los cuatro, donde Holmes hace su segunda aparición.
(*) Micah Clarke, de Arthur Conan Doyle, es una novela histórica y de aventuras ambientada en la Rebelión de Monmouth, en1685, en Inglaterra. En dicha rebelión se intentó derrocar al impopular Jacobo II, que había subido al poder tras la muerte de su hermano Carlos II.
Ernesto Bustos Garrido (Santiago de Chile) es periodista de la Universidad de Chile, donde impartió clases así como en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad Diego Portales. Ha trabajado en diversos medios informativos, fundamentalmente en La Tercera de la Hora. Fue editor y propietario de las revistas Sólo Pesca y Cazar&Pescar.
Amante de los viajes y de la escritura, admira a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Francisco Coloane, Ernest Hemingway, Cervantes, Vicente Blasco Ibáñez, Pérez Galdós, Ramiro Pinilla, Vargas Llosa, García Márquez, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo.
Related posts:
Última actualización el 2023-09-27 / Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados