
Microrrelato de Manuel Pastrana Lozano: Cuento persa
“Soy persa”, fue lo primero que dijo al bajarse del avión ese hombre de rostro bien perfilado y ojos perspicaces. Durante un tiempo perfeccionó el manejo del idioma español estudiando en cursos vespertinos. Se instaló en el mercado persa y vendió alfombras de su país. Nunca fue un perdedor. Este personaje perseverante mostró persistentemente envidiable espíritu de superación y acumuló una fortuna perdurable. Un día decidió bajar las persianas y regresar a su añorada Persia. Antes de perecer, visitó al ayatolá, que le permitió besar sus manos en señal de obediencia por su permanente apoyo divino. Su hijo Perseo perpetuó el linaje de la familia per secula seculorum.