
LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE
J.M. Mulet
Medicina sin engaños (Destino, 2015)
Por Francisco Rodríguez Criado
Hay demasiados intereses en juego, y sobre todo, mucho dinero. Piensa que ahora mismo la homeopatía se encuentra en un limbo legal del que no parece que vaya a salir y solo se le pide que demuestre que es inocua, no la efectividad que se le pide a un fármaco convencional, pero mientras tanto las farmacias siguen vendiendo píldoras de azúcar a 20 euros. En muchos países ya están actuando, Inglaterra y Australia después de informes exhaustivos no las han incluido en la sanidad pública, Estados Unidos ha puesto una multa de 13 millones de dólares a Boiron por publicidad engañosa. Aquí, tarde y mal, se hará algo.
J.M. Mulet
José Miguel Mulet es licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular por la Universidad de Valencia, ciudad en la que imparte clases de biotecnología (en la Universidad Politécnica). Desde hace algunos años compagina su trabajo con la escritura y la publicación de obras de carácter científico en las que desmitifica algunas creencias de la cultura occidental en materia de salud y alimentación. En los libros Los productos naturales ¡vaya timo! y en Comer sin miedo argumenta en contra de algunas de las premisas alimenticias que se dan por válidas. Con su nuevo libro, Medicina sin engaños, publicado recientemente por la editorial Destino, hace lo propio con la medicina alternativa.
Es también autor del blog Tomates con genes, en el que –siguiendo su modus operandi– desmitifica ciertos lugares comunes sobre la medicina y la alimentación.
Charlamos con él para profundizar en las ideas en contra de las terapias alternativas desgranadas en Medicina sin engaños, libro batallador desde el propio subtítulo: Todo lo que necesitas saber sobre los peligros de la medicina alternativa.
Francisco Rodríguez Criado: Mientras redacto estas líneas me estoy tomando un zumo de naranja cuyo envase vende las bondades del producto con adjetivos como “natural” y “antioxidante”. ¿Podría decirme qué significan realmente estos dos conceptos en su relación con los alimentos?
J.M. Mulet: En el contexto en que lo describes no es más que una herramienta de marketing. Según la legislación alimentaria “natural” básicamente quiere decir que haga referencia a las propiedades del producto, vamos, que si pone zumo de naranja natural, que luego no sea un zumo de pera. Respecto a antioxidante es una molécula capaz de prevenir la oxidación, lo cual es un término muy genérico y que no implica que sea mejor o peor para la salud, dependería de qué antioxidante y de la concentración en la que se encuentra. Dicho esto cualquier zumo tiene antioxidantes, por lo que no es una característica distintiva.
F.R.C.: Por deformación profesional me fijo con mucho interés en las connotaciones ocultas (o no tan ocultas) de las palabras. En ocasiones el lenguaje revela más por lo que no dice que por lo que dice. Pondré un ejemplo. Investigando sobre la temática de su libro descubrí que la medicina “alopática” es lo que se conoce como medicina tradicional. “Alopático”, pésimamente definido por el DRAE, se ha convertido en el adjetivo de guerra de quienes acusan a la medicina convencional de todos los males de este mundo. Cada vez que leo “alopático” en Internet sé lo que me voy a encontrar a continuación. Usted no es tan sutil y a la medicina alternativa la llama “chunga” (con esta palabra el DRAE baja a la tierra y afina mucho mejor). La guerra está servida. Pero dígame: ¿cree posible algún nexo de unión entre la medicina convencional y la alternativa o han de caminar forzosamente por separado?
J.M.M.: La medicina no hace ascos a ninguna aportación, venga de donde venga. Remedios que se utilizaban tradicionalmente en China (como el opio) o por los indios de Sudamérica (la quinina) hoy forman parte de muchos protocolos médicos y por lo tanto son medicina. Si se le tiene que seguir poniendo el término “alternativa” es porque no ha superado los controles o las pruebas que el opio o la quinina sí que han superado y por lo tanto, no se puede considerar medicina. Por lo tanto el camino, por definición, es separado.
F.R.C.: Usted carga las tintas contra el psicoanálisis, la homeopatía, la quiropraxia, la acupuntura, la dieta alcalina, el reiki, etcétera. Todas ellas son, en su opinión, pseudomedicinas caras e ineficaces, con mucha ideología detrás pero improductivas. Y, sin embargo, todas ellas tienen muchos clientes incondicionales. ¿Cómo se explica esta paradoja? Una de dos: o usted está equivocado o la fe ciega no cesa de mover montañas…
J.M.M.: Hay quien dice que la fe mueve montañas, pero realmente lo hace la tectónica de placas. Nunca he visto que por mucha fe que tuvieras y por mucha gente que rezara una montaña se moviera, en cambio sin que nadie quiera que pase ni que tenga fe viene un terremoto y te monta una catástrofe… y mueve la montaña. Las creencias de cada uno son libres y son parte inherente del ser humano. Que hay muchísima gente que cree en estas prácticas es innegable, pero eso no las hace válidas ni eficaces. Por ponerte un ejemplo, este viernes millones de personas irán a una mezquita, el sábado otros millones a una sinagoga y el domingo otros millones diferentes a misa. ¿Quién tiene razón y quién está equivocado? Pues eso, que son las creencias de cada cual.

F.R.C.: En Medicina sin engaños leemos que la homeopatía es agua con azúcar. Y como ejemplo de la ineficacia de estas terapias que usted denuncia, anima, a quien no le crea, a que le pida al dentista de turno que le aplique anestesia alternativa en vez de la convencional. Si lo que usted dice es cierto, ¿no debería actuar el Estado contra este fraude de la misma manera que actuó –tarde y mal– contra la estafa de las pulseras magnéticas?
J.M.M.: Tú lo has dicho, tarde y mal. Hay demasiados intereses en juego, y sobre todo, mucho dinero. Piensa que ahora mismo la homeopatía se encuentra en un limbo legal del que no parece que vaya a salir y solo se le pide que demuestre que es inocua, no la efectividad que se le pide a un fármaco convencional, pero mientras tanto las farmacias siguen vendiendo píldoras de azúcar a 20 euros. En muchos países ya están actuando, Inglaterra y Australia después de informes exhaustivos no las han incluido en la sanidad pública, Estados Unidos ha puesto una multa de 13 millones de dólares a Boiron por publicidad engañosa. Aquí, tarde y mal, se hará algo.
F.R.C.: Voy a introducir una nota personal. La medicina alternativa me curó un cáncer (un linfoma de Hodking) en tan solo nueve meses, y sin embargo no ha podido curarme una simple faringitis “crónica” (las medicinas alternativas, tampoco). ¿No le resulta extraño que en ocasiones sea más fácil curar una enfermedad terrible que una de andar por casa?
J.M.M.: Depende de muchos factores, y uno, sin duda, es el económico. Sacar un medicamento al mercado es exorbitantemente caro si sumamos la investigación y la autorización. Por lo que las compañías invierten en lo que les va a salir rentable. Es el problema que tiene la gente que sufre enfermedades raras, en las cuales no se considera rentable investigar, en tu caso, el hecho de que sea una afección benigna, pero molesta, seguramente hace que no sea un tema prioritario. Dicho esto, ¿has visitado a varios otorrinolaringólogos?
F.R.C.: Steve Jobs murió como consecuencia de un cáncer, aunque si hilamos fino habría que convenir en que a Steve Jobs lo mató el propio Steve Jobs. El suyo es uno de los casos más conocidos (no el único, lamentablemente) de personas que acaban falleciendo por su renuncia a someterse a las terapias convencionales, esas que (a veces, cada vez más) curan el cáncer. No obstante, seguimos escuchando voces que aseguran que el cáncer puede curarse mediante terapias holísticas, con zumos y verduras, con ciertas hierbas, grandes dosis de vitamina C, etcétera (es un etcétera muy largo). ¿Qué podría decirle a una persona a la que le han diagnosticado un cáncer y está dudando entre seguir las pautas (muy invasivas, todo hay que decirlo) de la medicina tradicional (cirugía, quimioterapia, radioterapia…) o bien someterse a un tratamiento a base de espárragos o similar?
J.M.M.: Casos de esos conozco me llegan todos los días, incluso de gente que da seminarios y talleres animando a que se dejen la quimioterapia o la radioterapia sin que nadie les impute ningún delito. Son demasiado frecuentes. Cuando te pones en manos de un oncólogo lo primero que te dice son las posibilidades que tienes de salvarte, nunca te dice que te vas a curar seguro, porque siempre existe un porcentaje de incertidumbre. El problema de los charlatanes es que siempre te convencen de que su método es infalible, que te vas a curar, cuando realmente lo único que haces es perder un tiempo valiosísimo para el tratamiento convencional. Luego cuando falla se excusa diciéndote que no lo hiciste bien.
F.R.C.: En los debates con los defensores de la medicina alternativa se le suele acusar a usted de estar al servicio de las empresas farmacéuticas. ¿Le molestan acusaciones de este tipo o se las toma como efectos secundarios inevitables de su tarea como divulgador?
J.M.M.: Al final uno se acostumbra y aprende a ignorarlo, aunque quizás haga mal. Para hacer cualquier afirmación de las que aparecen en “Medicina sin Engaños” me he tenido que leer varios estudios y poner la cita indicando de dónde he sacado la información. En cambio, cualquiera puede decir que a mí me paga una farmacéutica sin molestarse en aportar ninguna prueba, lo cual es un evidente delito de difamación… ¿te crees que si me pagara una farmacéutica llegaría todos los días al trabajo a las 8 de la mañana?
F.R.C.: Tengo un bebé con el síndrome de Down, operado del corazón el mismo día que cumplió cinco meses. Dígamelo, por favor, sin engaños: ¿qué mejoras de calidad de vida pueden esperar de la medicina convencional, digamos, en los próximos diez o veinte años las personas que tienen este síndrome?
J.M.M.: El síndrome de down tiene toda una serie de patologías asociadas para las cuales cada vez estamos mejor preparados. A tu bebé le operaron con 5 meses, hace unos años igual no le hubieran podido operar.
F.R.C.: ¿Hasta qué punto una buena alimentación puede ser sinónimo de buena salud?
J.M.M.: Es un factor determinante para prevenir enfermedades como la diabetes o los accidentes cardiovasculares, pero no olvidemos, un factor entre tantos otros. Dicho esto, una vez aparece la enfermedad, no te la vas a curar solo con una buena alimentación.
F.R.C.: En una edición del programa televisivo MasterChef vi a una concursante, dietista de profesión, defender vigorosamente –ante el estupor de uno de los jueces– que en su casa no entrarían nunca, bajo ningún concepto, el chorizo ni el chocolate. No pude evitar pensar qué hubiera sido mi infancia sin el chorizo, el chocolate y otros alimentos que hoy no cumplen, al parecer, con los cánones de salud. ¿Cree usted que el culto a la salud es saludable?
J.M.M.: Está bien preocuparse por la salud, pero como en todo, los excesos nunca son buenos. El chorizo y el chocolate son alimentos con mucha grasa y/o mucho azúcar, de los cuales no convine abusar. Pero demonizar no es bueno, entre otras cosas porque puedes dar a entender que si no entran el chorizo o el chocolate te puedes poner ciego de salchichón o de caramelos. ¿Exagerado? Ese es el principal problema de los productos light, que la gente pensaba que podía comer el doble o el triple que de los convencionales, algo que no es cierto. El truco está en comer de todo, pero en las proporciones justas.
F.R.C.: Y, para terminar, ¿puede recomendarnos un cuento o un poema para los lectores de Narrativa Breve?
J.M.M.: Ayer (17 de mayo) fue el día de las letras gallegas, lo que me hizo pensar lo poco que se conoce la literatura en vasco, gallego o catalán y hay verdaderas joyas. Como poema recomendaría “longa noite da pedra” de Celso Emilio Ferreiro, como cuento, si tus lectores se acercan a Quim Monzó o a Sergi Pamies se van a divertir mucho. Los tres autores son fáciles de encontrar en castellano. Son dos maestros de la literatura breve.
Desde Narrativa Breve agradecemos a J.M. Mulet que nos haya concedido esta entrevista y le deseamos mucho éxito.
Muchas gracias.
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Francisco Rodríguez Criado: escritor, corrector de estilo, profesor de talleres literarios y creador del blog Narrativa Breve. Ha publicado novelas, libros de relatos, obras de teatro y ensayos novelados. Sus minificciones han sido incluidas en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012),Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Es autor de El Diario Down, donde narra en primera persona sus experiencias como padre de un bebé con el Síndrome de Down.
Tanto en calidad de lector como en calidad de ciudadano de a pié, he valorado en gran medida las preguntas del entrevistador con respecto de las respuestas del autor del libro, que me han parecido algo vagas y elusivas; aunque más probablemente por falta de espacio o de amplitud del tema en este formato. Porque es un tema éste, el de la «medicina convencional» y el de las «medicinas no convencionales», no solo de suma importancia para la salud en sí, sino en general para las políticas sociales; pues esos intereses credos y en juego como señala Mulet, no solo devienen por causa de las llamadas «medicinas alternativas» únicamente. Dichos intereses creados podríamos afirmar que no solo carecen de afiliación política o científica; determinados intereses son los mismos en todas las sociedades, llamadas o no, avanzadas. Es sencillamente mercado (las farmacéuticas, las multinacionales…); y con ello, todo o gran parte del ámbito científico, es claramente interesado. Ya lo expresaba Mulet al comentar que «es el problema que tiene la gente que sufre enfermedades raras, en las cuales no se considera rentable investigar.»
Me estoy refiriendo a que dichos «interese creados» serían igualmente rentables y compartidos tanto por unos (los médicos) como por otros (¿curanderos…?). Porque el problema no es meramente de orden científico; sino que debemos recordar que la ciencia la realizan personas y/o instituciones cuyos objetivos o finalidades pueden ser de orden diverso.
A este respecto me gustaría recordar a los posibles lectores y lectoras, así como al autor de «La medicina sin engaños», un importantísimo trabajo de sociología del que fue en su día (1964) fundador del CIDOC (Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca), Ivan Illich y su libro titulado «Nemesis Médica. La expropiación de la salud», y del cual el propio autor viene a decirnos: <>
Un autor y un libro muy recomendables a pesar de la distancia cronológica y a los avances que han tenido lugar desde que se escribió. (Otros títulos del mismo autor son: «La sociedad desescolarizada» y «La convivencialidad» )
Un saludo
(escribo aquí lo que no se editó en el anterior comentario)
Ivan Illich y su libro titulado “Nemesis Médica. La expropiación de la salud”, y del cual el propio autor viene a decirnos:
«El libro se compone de tres partes, atiende la primera a establecer los límites del progreso médico, la segunda al análisis de los síntomas sociales consecuencia de la medicalización de la salud y la tercera al problema de la expropiación de la salud y sus contextos políticos. El texto de Illich constituye una cata en profundidad en una de los problemas más graves de las sociedades contemporáneas,»