
ESCOBILLAS CONTRA EL PARO
Belinda Hurtado Marín, regidora de la población mexicana de Ciudad Hidalgo, buscaba sus quince minutos de gloria cuando publicó en su perfil de Facebook una fotografía en la que posaba sonriente junto a un trabajador local. La imagen no es lo sangrante, sino el pie de imagen con relación al contexto: “Apoyando a este joven entusiasta para que pueda seguir trabajando”. Pero el hombre ni es joven ni parece entusiasmado con el trofeo que luce en la mano: una escobilla, regalo de la generosa política. Resulta que el joven entusiasta, huyendo de los fantasmas del paro, había acudido humildemente a la alcaldía para pedir trabajo. La alcaldesa, ay, vio una oportunidad de oro para promocionarse como gran generadora de empleo. El eslogan podría ser: “Una escobilla, un puesto de trabajo”.
La noticia nos queda geográficamente lejos, pero uno no puede evitar establecer paralelismos entre los políticos de allá y los de acá: unos y otros nos despachan, ufanos, con una sonrisa y una sufrida escobilla.
Pienso, por ejemplo, en esa generación de brillantes estudiantes españoles que han de abandonar nuestro país cargados de licenciaturas y másteres para evitar tener que limpiar parabrisas en los semáforos mientras el político de turno sonríe en la foto y presume de proezas imaginarias.
La estampa de Hurtado Marín junto al sufrido e innominado limpiador (¿a nadie se le ocurrió preguntar su nombre?) debería estudiarse en todas las facultades de ciencias políticas como paradigma de la distorsión que tienen muchos políticos de la realidad, esa rata fea y maloliente que rara vez se cuela en sus confortables despachos.
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 6 de mayo de 2015).
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