
Microrrelato de Dídac Marín: Espejos
Tenían dos hijos: Alba, de tres años y Pablo, en camino. Aprovecharon las vacaciones para mudarse. Habían decidido cambiar de barrio por los niños, para que fuesen más felices. En el día que inauguraron su nuevo hogar la casa de enfrente se puso en venta.
La vida fue idílica desde el primer momento. Cada tercer domingo de mes se reunían para comer con vecinos. En la última barbacoa todas las conversaciones giraron alrededor de la casa de enfrente. Llevaba cinco años en venta. Era la única vivienda deshabitada del barrio que tenía la piscina con el agua transparente, los cristales limpios, el césped bien cortado y la fachada recién pintada. La única casa en venta en la que se veía entrar posibles compradores.
Un día llegó a su puerta un matrimonio mayor que buscaba a su hijo, a su nuera embarazada y a su nieta. No sabían nada de ellos desde hacía un lustro, desde el día que habían ido a ver una casa en venta en una calle donde los niños eran más felices. Dejaron fotografías y siguieron su camino. Los padres de Alba y Pablo les acompañaron al coche y al volver a casa encontraron a su hija asomada a la ventana desde la que dijo haber visto a su hermano entrar en la casa de enfrente.