Entrevista a Miguel Ángel Velasco

 

Miguel Ángel Velasco, Van Thuan, entrevista

LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE

Miguel Ángel Velasco

La luz en las tinieblas. Cardenal Van Thuan

(Palabra, 2015)

 

Periodista referencial de la prensa católica española, Miguel Ángel Velasco es autor de una obra prolífica que incluye títulos como Juan Pablo II, ese desconocido, Los derechos de la verdad, Dios es el corazón, Guía del Vaticano y Voluntarios y las biografías de algunos renombrados personajes católicos (santa Teresa de Calcuta, santa Maravillas de Jesús, santa María de Josefa Sancho de Guerra, santa Josefa Recio, el cardenal Castrillón…). En su larga trayectoria como periodista ha trabajado en medios como Ya, La información de Madrid y Mundo cristiano, y ha sido director durante más de veinte años del semanario Alfa & Omega. Cuenta con premios como “Luca de Tena”, “Manos Unidas” y “Bravo”. Es caballero de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno.

Acaba de publicar en la editorial Palabra, en su colección Arcaduz, La luz brilla en las tinieblas, una valiosa y apasionada biografía del cardenal Francisco Javier (François Xavier, de nacimiento) Van Thuan. Charlamos hoy con él para rescatar la figura de este cardenal vietnamita.

Francisco Rodríguez Criado: Cuenta usted en el libro que Juan Pablo II ya llevaba cierto tiempo tras la pista de Van Thuan cuando lo nombró arzobispo coadjutor de Saigón y titular de Vadesi. Se entiende, pues, que la figura de este obispo vietnamita no pasaba inadvertida. ¿Cuándo fue la primera vez que usted escuchó hablar de él y por qué ha decidido escribir La luz brilla en las tinieblas?

Miguel Ángel Velasco: La primera vez que tuve noticia del entonces monseñor Van Thuan fue en Roma, donde trabajaba como corresponsal de la cadena de periódicos de la Editorial Católica. Hasta la Sala de prensa de la Santa Sede habían llegado, obviamente, los primeros ecos de la persecución atroz e injusta de este prisionero en las cárceles comunistas vietnamitas. No mucho después, una vez excarcelado, el papa Juan Pablo II comenzó a mostrarle su predilección, le nombró arzobispo de Saigón y luego lo llamó a Roma, a presidir el Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, y quiso que fuera él quien dirigiera, magistralmente por cierto, los Ejercicios Espirituales del Papa y de la Curia Romana. Poco más adelante, lo llamó al Colegio cardenalicio.

He aceptado gozosa y agradecidamente la invitación de “Palabra” a escribir este libro porque tengo la convicción de que el cardenal Van Thuan, gigante espiritual, es una de las más fascinantes personalidades católicas de nuestro tiempo. Vivimos una situación eclesial en la que son mucho más necesarios los mártires, los testigos, que los maestros, que por cierto tampoco son tantos…; lo que sobran hoy, eso sí, son profesores, pero maestros de verdad hay pocos. Van Thuan lo fue, además de mártir. Confortablemente instalados en un cristianismo descafeinado y sin compromiso personal, ni se nos cae la cara de vergüenza ni prácticamente nos inmutamos ante una persecución silenciada en nuestros medios como la de los cristianos en Oriente Medio; pero no es de ahora; ya ocurría con la Iglesia martirial, de catacumbas, en los países del Este comunista europeo, y no digamos nada en China, en Corea del Norte, en el Vietnam, ya en tiempos de Van Thuan. Me parecía una obligación de conciencia tratar de reparar, de algún modo, esta injusticia, sacar de las tinieblas a la luz el fascinante testimonio de este testigo de esperanza.

 

El cardenal Van Thuan tuvo una vida sufrida y de entrega al prójimo, pero tengo la percepción de que no es lo suficientemente conocido, o al menos no en comparación con el papa Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta, a quienes usted cita con frecuencia. Esta función de “rescate” le añade valor al libro, pero me pregunto a qué se debe que la impronta de Van Thuan no sea excesivamente conocida…

M.A.V.: Cuando hasta el Crucifijo parece molestar, cuando se pretende incluso desarraigar la enseñanza de la asignatura de Religión del sistema “educativo”, no es extraño el silencio cómplice sobre personajes como Van Thuan. Los medios de comunicación, el sistema “cultural” entero que nos envuelve y condiciona está, suicidamente, más a favor de las tinieblas, de la suciedad moral, de la basura, que de la luz.

 

Aclárenos, por favor, para aquellos que no han leído el libro, el porqué del título: La luz brilla en las tinieblas.

Un cristiano de verdad, coherente con la fe que profesa, debe ser lo que Jesucristo quería para sus discípulos: “luz del mundo y sal de la tierra”. El cardenal Van Thuan supo, con su vida, con sus hechos, no sólo con su palabra, poner la luz, evangélicamente, no debajo del celemín, sino bien en el candelero, de manera que alumbrase a todos los de la casa. Es francamente difícil que haya habido un hombre más libre en la cárcel que este obispo vietnamita, sembrador de esperanza contra toda esperanza. Las dos palabras que más se repiten en sus escritos son las dos palabras más importantes de la fe católica: amor (incluso a los enemigos) y esperanza. El título del libro, en realidad es una frase del Evangelio de san Juan.

 

F.R.C.: En la página 73 de La luz brilla en las tinieblas leemos que Van Thuan confesó que era feliz incluso cuando estaba preso en la cárcel de Phu Kham. ¿Cómo conseguía un hombre que estuvo más de diez años preso alcanzar la felicidad aun en condiciones tan adversas?

M.A.V.: Habría que llegar a un acuerdo sobre qué se entiende por “felicidad”. Hay un fin último hacia el que tienden todas las acciones humanas: a eso, con santo Tomás de Aquino, le llamaba “felicidad” el cardenal Van Thuan, y a ese fin, el encuentro pleno y definitivo con Dios eternamente, tendía el cardenal en cada instante de su vida. Esa tensión vital, como la libertad interior, no hay carcelero que la pueda encarcelar. Ser, más que tener, dar más que recibir y, sobre todo, darse uno a sí mismo se puede hacer igual en una cárcel que en un estadio de fútbol, en un periódico o en un pozo de petróleo.

Van Thuan fue purgado en numerosas ocasiones por su catolicismo, hasta el punto de ser tratado “como si fuera un delincuente”. No en vano, procede de una familia de mártires. ¿En qué situación se encuentran hoy día los católicos que viven en Vietnam?

La situación en que se encuentran hoy los católicos en Vietnam podríamos definirla como el “camino laborioso hacia una normalización”. No será una normalización, un reconocimiento jurídico definitivo de hoy para mañana, pero es irreversible. Ya Tertuliano dejó sentenciado lapidariamente que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. El régimen comunista no sólo no ha logrado acabar con el cristianismo en Vietnam, sino que, a pesar de que desearía lo contrario, ve cómo la semilla crece, gradual pero constantemente, en medio y a pesar de todas las dificultades.

Periodista Miguel Ángel Velasco.
Periodista Miguel Ángel Velasco. Imagen cedida por el autor

Van Thuan pasó muchos años en la cárcel, como medida represiva del régimen comunista vietnamita, que lo acusó –sin demasiada originalidad– de colaboracionista del imperialismo. A título personal me llama la atención que paradójicamente no solo se llevara bien con sus carceleros, a quienes enseñaba idiomas, sino que estos incluso le permitieran, mediante subterfugios, que sacara de las cárcel ciertos escritos que finalmente serían publicados. ¿En qué medida le marcaron a Van Thuan sus años de cautiverio, con sus luces y sus sombras?

Una de las convicciones más profundas del cardenal la dejó sintetizada en esta frase impresionante: “Si has renunciado a todo sin renunciar a ti mismo, en realidad no has renunciado a nada”. Cuando un ser humano es torturado, privado de libertad, humillado, calumniado, vilipendiado, perseguido injusta y cruelmente durante un año y otro y otro, las cicatrices tardarán en cerrarse, por la fuerza misma de la condición humana; pero si esta condición se encarna a alguien que, de partida, ha elegido la renuncia a sí mismo, el enemigo tiene poco que hacer, porque el boomerang se vuelve contra él.

El proceso de beatificación de Francisco Javier Van Thuan lleva abierto algunos años. ¿Cuáles son las virtudes y los hechos que examina la Iglesia para poder nombrar beato o santo a una persona?

En cualquier causa de canonización, la Iglesia examina el ejercicio de las virtudes cristianas: ante todo, las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad; luego, las cardinales, prudencia, justicia, fortaleza, templanza; además, la humildad, la alegría, el servicio a la verdad. A lo largo las páginas de este libro, capítulo a capítulo, queda meridianamente reflejado el ejercicio heroico de estas virtudes por parte de Francisco Javier Van Thuan, y sellado con su testimonio martirial. Los procesos de canonización son minuciosos, largos, pero incontrovertibles.

¿Cuáles son en su opinión los mayores desafíos a los que se enfrenta la Iglesia católica en el siglo XXI?

El primero, la credibilidad. No se puede decir una cosa y hacer otra. El mantenimiento y cuidado de la propia identidad, la fidelidad al Evangelio son retos sustanciales en tiempos como los actuales en los que la dictadura del relativismo es rampante, y todo parece valer igual; pues no: todo no vale ni da igual, porque si todo vale igual, entonces nada vale nada. Se quiere encontrar excusa a esto diciendo que son “cosas de los tiempos que corren”, pero ya ha llovido lo suyo desde que un tal Agustín de Hipona dijo aquello de “Nos sumus tempora”: Nosotros somos los que tenemos que hacer que los tiempos sean como tienen que ser, y no al revés. Es lo que hizo Van Thuan y lo que han hecho todo los santos, a lo largo y ancho de la Historia del mundo. Los santos no son gente que se pasa el día tocando música celestial en arpas melifluas y refulgentes. Los tenemos a nuestro lado y ni nos enteramos. Pero cuando nos enteramos, nos interpelan.

¿Escribiría la biografía de un gran personaje de la Historia si no tuviera cierta afinidad con sus ideas?

Por supuesto que sí; si de verdad es un gran personaje, la afinidad de ideas no puede menos de ser contagiosa.

Y, para terminar, ¿puede recomendar un cuento o un poema a los lectores de Narrativa Breve

M.A.V.: Me resulta imposible recomendar un cuento o un poema. ¿Puedo recomendar la lectura de nuestros clásicos, desde Berceo y el Marqués de Santillana, a Quevedo? ¿Puedo recomendar a escritores más de nuestro tiempo, de Galdós a Unamuno, desde los de la Generación del 98, a los de la del 27, de Delibes a Cunqueiro, o Pemán?

¡Muchas gracias!

Ficha técnica

La luz brilla en las tinieblas

Cardenal Van Thuan: Historia de una esperanza

Autor: Miguel Ángel Velasco

Colección:Arcaduz

Editorial:Palabra

Edición: 1ª, julio 2015

Paginas:272

Encuadernado: Rústica con solapas

Formato:21,5 x 13,5

Idioma: Español

ISBN:978-84-9061-264-4

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