Cuento de Eloy M. Cebrián: Las luciérnagas

La cajetilla está escondida tras el quinto tomo de la enciclopedia. La dejó ahí hace un año, cuando dejó de fumar, pensando que sería una buena forma de pro­bar su fuerza de voluntad. Extrae un cigarrillo y se lo lleva a la boca, donde lo nota como un cuerpo extraño. Comienza a salivar casi al instante. La cerilla arde con un chasquido y una pequeña nube tóxica. Cuando está a punto de encender el pitillo, lo piensa mejor y sale a la terraza, pues no quiere que su mujer lo cubra de improperios al notar el olor del tabaco.