LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE

Álex Oviedo

Cuerpos de mujer bajo la lluvia

 Arte Activo Ediciones, 2016

 

Álex Oviedo quería ser biólogo de pequeño, pero la pulsión por la escritura se interpuso en su camino de ciencias y ha acabado en el mundo de las letras. Es escritor, periodista y diseñador gráfico, ha creado revistas culturales como Nuevas Tertulias y Diálogos, ha formado parte de las editoriales independientes Elea y Libros de pizarra, ha llevado la web escritoresvascos.com que ha cambiado por la suya propia www.alexoviedo.com y actualmente colabora en el suplemento cultural Pérgola del periódico Bilbao. Es autor de las novelas El unicornio azul (2005), Las hermanas Alba (2009), La agenda de Héctor (2014, publicada en euskera en 2001), Cuerpos de mujer bajo la lluvia (2016), y del libro de relatos El sueño de los hipopótamos. Me he puesto en contacto con él para hacerle algunas preguntas sobre Cuerpos de mujer bajo la lluvia y esto es lo que ha respondido.

 

Francisco Rodríguez Criado: Toda novela tiene un germen minúsculo, una magdalena proustiana que alimenta las primeras frases, a partir de las cuales es posible seguir tirando del hilo. ¿Cuál es el germen de Cuerpos de mujer bajo la lluvia?

Álex Oviedo: El germen de esta novela nace a partir de una idea: cuánta gente pasa a diario por nuestra vida sin que realmente sepamos nada de ella. Uno de los protagonistas se cruza todas las mañanas con una mujer que le atrae pero de la que no sabe nada, a la que sólo conoce durante los breves segundos que pasa a su lado. Luego veremos que como ella hay otras muchas personas, mujeres a las que ve cada día, que están ahí, a las que reconoce y que incluso llegan a formar parte de su vida, pero de forma imperfecta, sin un conocimiento real.

 

Cuerpos de mujer bajo la lluvia aúna dos obsesiones habituales en los escritores: la fascinación por la belleza (en este caso de una mujer) y la fascinación por la propia escritura, todo ello con sus pertinentes altibajos. La novela narra una historia de amor entre un escritor que es profesor (o quizá viceversa) y una hermosa alumna que se siente atraída por él. Leyendo la novela pensé que la alumna podría ser un trasunto de la casquivana escritura, que nos convoca con poderosa fuerza para luego dejarnos tirados a nuestra suerte. No sé si te habrás planteado esa metáfora cuando escribías el libro…

La segunda historia de la novela narra la relación amorosa entre un profesor y su alumna, y las dificultades que existen cuando se mezcla la diferencia de edad, los prejuicios que nosotros mismos nos construimos y la imposibilidad de crear. Crespo es escritor, su primera novela ha sido un éxito de ventas, pero se encuentra en ese momento en el que no puede avanzar, ha perdido la inspiración, y se siente presionado precisamente por el éxito de su primera obra. La llegada de Alicia es ese soplo de aire fresco necesario, pero a su vez un nuevo impedimento para avanzar en la escritura. Y es ahí cuando el escritor ha de decidir entre ambas.

 

La fascinación del escritor por la belleza física no es inhabitual, desde luego, pero tampoco es inusual la atracción que ciertos estudiantes sienten por los profesores y por los escritores (de ambos sexos). Esto me resulta paradójico… ¿Por qué crees que los escritores –o al menos algunos escritores, hombres y mujeres, lo mismo da– mantienen cierta aura de persona de interés en un país donde en realidad se lee poco, estadísticas en la mano?

Es curiosa la fascinación que sienten algunas personas por quienes escribimos, cuando es verdad que somos un país en el que se lee poco. Y sobre todo porque —salvo excepciones—los escritores somos poco interesantes, de conversación aburrida, a veces quejica, y vida bastante plana. O al menos así me veo yo. Provocamos no diría que fascinación pero sí interés, como si en nuestra cabeza se encerrasen precisamente todas esas cosas que luego no vivimos. A un estudiante le diría que más que conocer a un autor o autora, por el cual se puede llevar una decepción, lo mejor sería que se acercase a su obra. Es la manera de conocer verdaderamente cómo es.

 

El personaje principal vive entre sus pulsiones y sus frustraciones, y no parece a priori un ganador. Leemos en la página 89: “El alcohol te empujaba por borrosos senderos a los que no accederías en tu sano juicio. Y tú no eres valiente. Desde joven te has sentido identificado con esos personajes miedicas y atolondrados, que se arrastraban por calles convertidas en sendas de barro”.  Como escritor, ¿encuentras más materia narrativa en este tipo de personas –o personajes– que en otras/os que parecen comerse el mundo?

Me interesan más los perdedores, o al menos las personas que van dejando restos de sí mismas en el camino. Seguramente si me plantease escribir sobre un ganador, sobre uno de esos seres que parecen comerse el mundo, como dices, lo haría para retratar aquello que ha tenido que romper para alcanzar la cima, los cadáveres que ha dejado a su paso. Me siento a gusto escribiendo sobre personajes que no han dejado de luchar o están de vueltas de todo. O de quienes están intentando salir adelante y se encuentran con un montón de trabas.

 Entrevista a Álex Oviedo, cuerpos de mujer

En una suerte de juego literario, en la novela se aborda también el tema de la imposibilidad de escribir una novela. ¿En alguna ocasión has tenido que abandonar una novela que no se deja escribir? ¿El miedo al folio en blanco es un mito o es una realidad?

Respuesta: No sólo he tenido sino que la he abandonado. Y no una sino seis o siete veces. En mi ordenador descansan muchas novelas que empecé en su día y que preferí no continuar, a veces porque me parecía que estaba perdiendo el rumbo, otras porque no me sentí inspirado o porque no iba a ningún sitio con ella. Alguna la he retomado con cierto éxito después —Cuerpos de mujer bajo la lluvia es un ejemplo de ello—, o releyéndola me he dado cuenta de que hice bien en abandonarla. Y hay otras que esperan su turno para cuando vuelva a retomarlas, si es que lo hago. Respecto a lo del folio en blanco, sí creo que es una realidad, al menos a mí me pasa, e intento solucionarlo escribiendo lo primero que se me ocurre, una escritura automática que viene bien para desentumecer los dedos y la cabeza.

 

La novela es más que una historia al uso articulada mediante una presentación, un nudo y un desenlace. Cuerpos de mujer bajo la lluvia concede tanta importancia al lenguaje como a la propia narración. Es, por así decirlo, un libro equilibrado. Este no es un tema menor: no es difícil encontrar buenas historias con un lenguaje pobre y, por el contrario, novelas bien redactadas que nos ofrecen una narración insulsa. Mientras escribías la novela, ¿pusiste especial interés en conseguir ese equilibrio del que yo hablaba antes o salió de manera natural?

Siempre que escribo intento hacerlo de la manera más hermosa posible; escribir no sólo es contar, sino también otorgar belleza a lo que escribes. A veces sale, otras no. En este caso tenía claro que la historia me pedía una narración algo más poética, con muchas metáforas e imágenes, con cierto componente lírico cercano a la poesía que creí necesario y que me resultó muy complicado. La novela sufrió bastantes revisiones, y una depuración formal del estilo, pero sobre todo un tiempo de reposo hasta que la di por terminada.
Hace varios años (seis, compruebo. ¡Cómo pasa el tiempo!) publiqué un artículo que se titulaba “Escribir novelas de lolitas después de Nabokov” en el que valoraba positivamente una novela del escritor argentino Guillermo Martínez: Yo también tuve una novia bisexual. Me doy cuenta, ahora que releo el artículo, de que Cuerpos de mujer bajo la lluvia coincide en algo con la novela de Guillermo Martínez: no son novelas de lolitas sino novelas con lolitas, si se me permite la expresión. Escribir un libro de estas características (que narra la relación entre una chica joven y un adulto) después de Nabokov se me presenta casi tan difícil como escribir una novela de caballerías después de El Quijote de Cervantes. Escribir un libro cuya temática ha sido abordado con éxito por un autor clásico ¿es más una presión o un estímulo? ¿O acaso es algo en lo que el escritor de hoy ni siquiera piensa cuando empieza a escribir su obra?

Si te digo la verdad, pensé poco en Lolita cuando estaba escribiendo la novela, fue más tarde cuando me lo hicieron ver. Pero tienes razón cuando dices que no es una novela de lolitas sino con lolitas. Al empezar a escribir no suelo tener en cuenta lo que han hecho otros y en el caso de Cuerpos de mujer bajo la lluvia la historia del profesor y su alumna —por otro lado recurrente—nació de una historia real de un alumno al que conocí en la carrera y que mantuvo durante más de un año una relación secreta con una compañera casada y mayor que él. Compararme con los grandes autores o intentar emularlos sería un error. Proponerme escribir una novela de caballerías teniendo El Quijote me haría no querer acercarme siquiera a la página en blanco… No, cada uno debemos escribir aquello que nos nace del interior, aquellas historias que queremos transmitir a otros o que nos inquietan. Creo que es la única forma de hacerlo con honestidad.

 

Una de las virtudes de Cuerpos de mujer bajo la lluvia es tratar la parte sensual con buen gusto. ¿Qué tratamiento crees que se le da hoy en la literatura y en el cine español a las relaciones sexuales?

Más de un lector —y sobre todo lectora— me ha hecho ver que trato las escenas de sexo con buen gusto, teniendo en cuenta la dificultad que plantean. Sé que hay escritores que se sienten a disgusto cuando se enfrentan a la escritura de la intimidad, quizás por pudor, por un sentimiento de desnudez que no les agrada, o porque escribir sobre el amor, o sobre el acto amoroso se te puede escapar de las manos, pecar por exceso o por defecto. El tratamiento de las relaciones sexuales en el cine español o en la literatura tiene mucho que ver con esto: hay veces que parece casi obligatorio que haya una escena de sexo, aunque sea injustificable dentro de la trama. En el cine, casi se trata de lucir cuerpos perfectos que se encorvan como si estuviesen haciendo gimnasia rítmica. Me gusta que a la hora de describir una escena sexual uno tenga en cuenta precisamente cómo nos sentimos nosotros mismos cuando nos desnudamos ante la persona amada.

Algunos escritores encuentran más problemas en escribir cuentos que novelas, pese a que los primeros son más cortos. ¿En qué género te sientes más cómodo?

Me siento más cómodo en la novela corta, historias que no superen las ciento cincuenta páginas. He escrito cuentos, no muchos, pero normalmente de poco más de cinco páginas; desde hace unos años me ha atrapado el microrrelato por lo que conlleva de concisión. Pero por lo general tiendo hacia la novela de pocos personajes y espacios reducidos.

 

Tengo reservado en una esquina de mi librería los libros pendientes de leer. Agruparlos me ha permitido observar que los últimos siete u ocho libros que he leído son más bien finitos, libros que se pueden leer de una sentada, entre ellos Cuerpos de mujer bajo la lluvia, con poco más de cien páginas. Ahora tengo la duda de si se trata de mera casualidad o si está aumentando la tendencia a publicar libros poco voluminosos para estar en armonía con estos tiempos en los que se lee a salto de malta, rodeados de tantos estímulos como estamos. ¿Crees que existe esa tendencia a escribir libros de pocas páginas?

Creo que la tendencia es la contraria, se publican libros de kilo y medio para que el lector ocasional justifique el gasto de veinte euros. Los best sellers suelen ser gordos, de tapa dura y camisa brillante, que atrapen al fugaz visitante de una librería —Aunque en este caso funciona más el diseño, el tipo de letra grande, la caja estrecha, que alargue el número de páginas a nivel de edición—. Otra cosa es el lector habitual, que busca otra clase de libros, con historias quizás más originales en estructura o planteamiento, y que está cansado de libros en los que sobran muchas páginas, a los que le falta tijera o edición. Realmente lo que cuenta una novela de mil páginas se puede contar en doscientas.

 

He perdido ya la cuenta del número de novelas que se publican en España, aunque sin duda se contabilizan por miles. Por no hablar de los libros de cuentos, poemarios, ensayos, etcétera. En España se lee poco, pero a tener en cuenta los libros que se publican se escribe mucho… ¿De qué modo el escritor del siglo XXI puede sacar la cabeza entre tanta competencia?

Se publican más de setenta mil títulos al año, por lo que ver tu libro en las librerías es muchas veces una labor de buscador de tesoros. Para que un lector se acerque a tu libro lo primero que ha de hacer es verlo, así que la función del escritor una vez publicado es hacerse visible: redes sociales, entrevistas, presentaciones, conferencias, todo vale para que tu obra llegue al público. Si uno cree en lo que hace ha de defenderlo contra viento y marea. Atrás quedaron esos escritores que sólo se dedicaban a crear; el marketing es ahora otra de las habilidades que hemos de aprender como escritores.

 

Y, ya para terminar, ¿podrías recomendarnos un cuento o un poema?

Casi mejor un libro de prosa poética, Los hombres intermitentes de Francisco Javier Irazoki, y un poemario, Que viene el lobo, de Itziar Mínguez, con el que ganó el Primer Premio de Poesía Nicanor Parra.

 

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