Hay varias fotografías de Marilyn Monroe leyendo un libro. ¿Quiere decir esto que era buena lectora?
Ernesto Bustos Garrido analiza estas fotos y lanza sus hipótesis al respecto. Al final del post damos un listado con los libros de la biblioteca de Marilyn Monroe, a cual de ellos mejor, y un vídeo sobre Marilyn Monroe, del programa La noche temática, titulado «Marilyn a su pesar».
Y si queréis profundizar en la vida de la actriz malograda, os recomiendo dos títulos: Marilyn, de Norman Mailer y Marilyn Monroe, de Donald Spoto.
La biblioteca de Marilyn Monroe
Por Ernesto Bustos Garrido
La Marilyn Monroe lectora es más bien una imagen. Esto es lo que dicen y lo que muchos pensamos A lo largo de la última etapa de su vida –aquella cercana a su muerte– se vio a la rubia actriz posando con un libro en la mano, y ¡qué libro! El fotógrafo personal de la estrella, George Barris, la “inmortalizó” tumbada en su diván, con el Ulyses de James Joyce frente a sus ojos. También hay otras fotografías donde está leyendo a Walt Withman y a los hermanos Jacob y Wilheim Grim, los autores de Blancanieves y los Siete Enanitos.
Uno entonces se pregunta: si tanto leyó, ¿cómo es qué nunca se encuentra una declaración, una frase, una reflexión suya sobre estos títulos y estos autores? ¿Nunca se le preguntó al respecto? ¿Bastaba para la prensa verla en actitud de leer? A veces los periodistas somos muy complacientes….
Se le conoce esta frase: «Sola. Estoy sola. Siempre estoy sola. Sea como sea». Sus amigos y algunos biógrafos benevolentes aseguran que se trata de un verso suyo…. Puede ser, pero no se le conocen más, al menos impresos.
No es seguro que esta declaración le pertenezca en su totalidad. Dicen que habría dicho: “Hollywood es un lugar en el que están dispuestos a pagarte mil dólares por un beso, pero sólo cincuenta centavos por tu alma”. Si se toma literariamente, la frase no es nada, pero sin embargo es una declaración llena de intención, la de denunciar que la industria del cine es una gran máquina de moler carne, y a ella la trituró.
Por eso uno tiene todo el derecho a preguntarse si aquello era una afición real o solamente un ardid publicitario para quitarle el estigma de que era una rubia tonta.

La famosa foto de Marilyn Monroe leyendo el Ulises de James Joyce la hizo en 1955 la fotógrafa Eve Arnold, quien después confesaría: “Cuando fui a buscarla le pregunté qué estaba leyendo (quería saber qué hacía en su tiempo libre). Me dijo que tenía un ejemplar de Ulises guardado en el coche, y que llevaba un tiempo largo leyéndolo. Dijo que le encantaba su sonido y que lo leía en voz alta, para tratar de darle un sentido; como que le costaba avanzar, y no era capaz de leerlo de forma seguida. Cuando nos paramos en un parque a hacer fotografías, ella se bajó con el libro y comenzó a hojearlo mientras yo ponía el carrete. Así que, por supuesto, la fotografié”.
Un libro que sí era capaz de leer durante horas y horas era Hojas de hierba, de Walt Withman, con el que también fue fotografiada en alguna ocasión. Se trataba de uno de sus libros favoritos, y en la biografía hecha por Sam Staggs esté cuenta que “A menudo [Marilyn] leía a Withman para relajarse. El ritmo de sus largos versos libres la arrullaba y la estimulaba al mismo tiempo”.
Otra cuestión importante es saber si la colección de fotografías de una Marilyn lectora corresponden a un tiempo anterior o posterior a su boda con Miller. Si fueran anteriores cabría la posibilidad de que le gustara leer o tener libros, que no es lo mismo. A veces se podría pensar que esos libros pertenecían a la biblioteca del escritor. ¿Por qué no? ¿Qué fue lo que atrajo al dramaturgo? ¿Su interés por los libros o sus labios carnosos y su mirada de miel?

Hay mucho que pensar. En todo caso, el tema de las lecturas de Marilyn es un punto a ahondar, para no ser exagerados o injustos. En la biblioteca de su casa se hallaron, tras su muerte, una cantidad apreciable de libros. Se trata de un catálogo con más de 400 títulos, y me temo que a medida que las necesidades de los explotadores de su vida sean más apremiantes, la cifra podría sobrepasar el millar. Su aparente gusto por la lectura solamente surgió a mitad de su carrera. Antes se dijo muy poco del tema; algunas esporádicas referencias a títulos; breves declaraciones suyas sobre sus dificultades para entender ciertos textos.
Pero las fotografías abundan; más de cien. Las tomas de la rubia de pechos abundantes y temblorosos con un libro en las manos, lo testimonian. Hubo –nos imaginamos– largas sesiones ante la cámara para dejar inmortalizado el momento. Fotógrafos famosos la retrataron de ese modo. Su amigo fiel Truman Capote la calificó de “adorable criatura”. También podría haber añadido algunos adjetivos como triste, quizá desamparada, melancólica. Le habrían calzado a la medida: Marilyn Monroe (1926-1962) pasó toda su vida buscando el amor y, sobre todo, la estabilidad.
Quizá la vez que estuvo más cercana de conseguirlo fue con el escritor Arthur Miller, quien incluso la definió en sus memorias mucho mejor que Capote. Dijo de ella: “Era como una poetisa que habría querido recitar sus poemas ante una multitud ávida de arrancarle la ropa”.
Justo. Preciso.

Listado de los libros de Marilyn Monroe
- Espartaco, Howard Fast.
- Antología de la literatura afroamericana, Sylvestre Watkins.
- Aragon: Poeta de la resistencia francesa, Hannah Josephson & Malcolm Cowley.
- Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.
- A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, Lewis Carroll.
- Beethoven: Su desarrollo espiritual, J.W.N. Sullivan.
- Camille, Alexander Dumas.
- Cartas a un joven poeta, Rainer Maria Rilke.
- Cómo viajar de incognito, Ludwig Bemelmans.
- Crimen y castigo, Fyodor Dostoievski.
- De la naturaleza, Lucrecio.
- Desde Rusia con amor, Ian Fleming.
- Democracia en América, Alexis De Tocqueville.
- Diálogos, Platón.
- El amante de la Guerra, John Hersey.
- Antología de W.B. Yeats.
- El conde americano y otras historias, Mark Twain.
- El corazón de India, Alexander Campbell.
- El cuarteto de Alejandría, Lawrence Durrell.
- El innombrable, Samuel Beckett.
- El hombre invisible, Ralph Ellison.
- En el camino, Jack Kerouac
- El precio, Arthur Miller.
- El ruido y la furia, William Faulkner.
- El gran Gatsby, F Scott Fitzgerald.
- Fiesta, Ernest Hemingway.
- Huracán en Jamaica, Richard Hughes.
- La alienación del hombre moderno, Fritz Pappenheim.
- La caída, Albert Camus.
- La fugitiva, Marcel Proust.
- La historia de una novela, Thomas Wolfe.
- La última tentación de Cristo, Nikos Kazantzakis.
- Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain.
- Largo viaje hacia la noche, Eugene O’Neill.
- Los hermanos Karamazov, Fyodor Dostoievski.
- Malcolm, James Purdy.
- Madame Bovary, Gustave Flaubert.
- Metafísica, Aristoteles.
- Mi India, Jim Corbett.
- Mientras agonizo, William Faulkner.
- Mitología griega, Edith Hamilton.
- Moisés y la religión monoteísta, Sigmund Freud.
- No me llame por mi nombre y otras historias, James Purdy.
- Nuestro conocimiento del mundo exterior, Bertrand Russell.
- Palabras selectas, Alexander Pope.
- Por el camino de Swann, Marcel Proust.
- Por qué no soy cristiano, Bertrand Russell.
- Poemas selectos, DH Lawrence.
- Poemas selectos, Rafael Alberti.
- Poeta en Nueva York, Federico Garcia Lorca.
- Renoir, Albert Skira.
- Resurrección, León Tolstói.
- Retrato del artista cachorro, Dylan Thomas.
- Rosas rojas para mí, Sean O’Casey.
- Snobs, Russell Lynes.
- Sodoma y Gomorra, Marcel Proust.
- Sobre la poética, Aristoteles.
- Tartufo, Moliere.
- Ulises, James Joyce.
- Un tranvía llamado Deseo, Tennessee Williams.
- Una dama perdida, Willa Carther.
- Una muerte en la familia, James Agee.
- Viaje al principio, Edgar Snow.
- Antología de Antón Chéjov.
- Antología de Dorothy Parker.
- Antología de Edgar Allen Poe.
- Antología de Louis Aragon.
- Antología de Oscar Wilde (poemas).
- Antología de Walt Whitman.
- Antología de William Blake.
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Última actualización el 2023-09-24 / Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados