
Ella veía cómo su hombre llegaba con los baldes de agua: derecho, cansado y viejo. Su nieta corrió hacia él, le soltó una palmada en la pierna y el viejo rió, dejó los baldes y se volvió a marchar.
Encorvada, en forma de bastón, va la vieja apoyada en su bastón. Caminando con la vista en la tierra húmeda, tanteándose de la orilla de su granja. Una marejada de sentimientos, relacionados con su muerte, la han llevado a pensar que esta sea la última vez que dará de comer a las gallinas y quitarles, a cambio, sus huevos.
-Hazte para allá, pájaro- le dijo y la gallina le arrebató los granos de maíz.
Se llevó la charola de huevos grandes y comenzó a llover. “Bendita sierra y sus nubes bajas” pensaba, tal vez, porque esta sería la última lluvia, la que le enfermaría, pues le está pegando sobre su espalda torcida, empapándosela y el viento voluble le entra por el pecho.
-Métete, niña, te mojas –le dijo y su nieta no se metió, siguió comiéndose el jitomate rojo y fresco.
Al ver cómo la lluvia se iba detrás de un cerro, se esforzó en recordar cualquier cosa, pero no lo logró, sus ojos se mojaron.
Al anochecer, en la cama, el esposo le hizo el amor, como siempre, como todas las noches; los huesos de la anciana no dejaban de tronar, mientras el alma se le iba entre cada vaivén de su hombre: derecho, cansado y viejo.
Víctor Hugo Ávila Velázquez (Aguascalientes, México, 1986). Escritor de narrativa y poesía. Ha colaborado en diversas revistas culturales desde el año 2006. En el año 2010 publicó su primer libro de relatos titulado “Retratos en marco de piedra”. Twitter
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