La enseñanza en nuestra querida España es un verdadero desastre. Podría extenderme mucho tiempo, pero abrevio y sintetizo. El gasto educativo en España es inferior al de la media de los 35 países que integran la OCD y está por debajo en todas las etapas, desde que los estudiantes entran en el colegio hasta que salen de la Universidad. En los informes PISA de la misma organización quedamos a la altura del betún. Otro informe reciente de SAVE THE CHILDREN avisa de que “el gran problema que el sistema educativo español tiene que resolver es la inclusión social y la compensación de la desigualdad económica y cultural.”
[…] Perdóname un inciso. Creo que ni Rajoy ni algunos de sus ministros han leído un libro de literatura recientemente. Aznar afirmaba que le gustaba y leía a Cernuda (?), Zapatero parece que era un poco más lector –decía que leía a Borges y, desde luego, a su paisano Gamoneda–, pero poco hizo por una auténtica revolución educativa prometida una y otra vez; sí visitó (solamente) una vez la sede de la Real Academia de La Lengua Española, lo que nunca ha hecho Rajoy. Así nos va.
M.D.R
Miguel Díez R. es un viejo conocido de este blog. Desde hace años dirige la sección Cuentos Breves Recomendados, en la que ofrece a nuestros lectores un muestrario con los mejores relatos de los mejores autores, textos narrativos que en muchas ocasiones comenta él mismo a modo de apoyo de comprensión lectoral.
Entregado durante toda la vida a la literatura como profesor y autor de ensayos literarios, Miguel nos ofrece ahora un libro imprescindible para docentes y alumnos en particular y para lectores en general: Cuentos Breves Recomendados. Un libro de casi setecientas páginas –publicado por la editorial Reino de Cordelia– que es por una parte un manual de todo-aquello-que-deberíamos-leer y por otra un análisis en el que su autor destaca cuáles son los problemas actuales de la enseñanza en España.
Hablamos con Miguel Díez R. para que nos cuente más cosas sobre Cómo enseñar a leer en clase. Memorias de un viejo profesor y sobre los problemas actuales en las aulas de nuestro país.
Francisco Rodríguez Criado: Un libro de casi 700 páginas no se concibe de la noche a la mañana. ¿Cómo se gestó el libro y cuándo entró en escena la editorial Reino de Cordelia?
Me jubilé el año 2001, el año que finalizó el COU, y muy pronto comencé a ordenar y clasificar los textos (poemas, cuentos, letras de canciones, periodísticos y otros de “varia lección”, títulos de novelas –cortas y largas– y obras dramáticas con los correspondientes comentarios. Material didáctico que había empleado en clase de Lengua y Literatura Española de Enseñanza Media a lo largo de casi 40 años.
Algunos colegas de mi Departamento me animaron a que fuese preparando un texto que recogiera una selección de ese material, además de mis opiniones sobre la enseñanza en aquellos lejanos tiempos (fundamentalmente los del BUP y COU) y los problemas de la enseñanza de la Lengua y la Literatura en los tiempos actuales.
Aquel texto lo publicaste tú –hace varios años– en Narrativa Breve.com en formato PDF., Con el título Memorias de un viejo profesor. La lectura en el aula. Tuvo una muy amplia difusión no sólo en el ámbito docente sino también entre un público adulto de España y muchos países hispanoamericanos.
Hace dos años se lo entregué muy renovado y ampliado a un viejo amigo, Jesús Egido, editor de Reino de Cordelia, y una vez aceptado lo retoqué y amplié hasta llegar a esta edición. En la aceptación tuvo un papel importante Luis Alberto de Cuenca, amigo de Egido.
Cómo enseñar a leer en clase. Memorias de un viejo profesor tiene un título verdaderamente curioso, o al menos a mí me lo parece. Supongo que lo has concebido porque consideras que no se está enseñando bien a leer en clase. ¿Cuáles crees que son los motivos para que esto suceda?
Desde mis primeros y lejanos años como profesor de Lengua y Literatura siempre tuve muy claro que iniciar a los alumnos en la lectura e incitarlos a ella debía ser mi labor prioritaria. Como digo en mis Memorias, si esto se consigue, todo lo demás se dará por añadidura, porque una buena y continuada lectura es el medio definitivo de dominar la propia lengua, de que los niños, adolescentes y jóvenes se abran a los mundos infinitos de la fantasía, conozcan nuevas vidas, piensen, confronten y sean más críticos y más libres. La lectura nos enseña a mirar dentro de nosotros mismos -a conocernos mejor- y mucho más lejos del alcance de nuestra mirada, o, dicho con una acertada metáfora, la lectura es un espejo y una ventana.
En aquellos mis tiempos de profesor los planes de estudio y las horas holgadas dedicadas a la Lengua y a la Literatura nos permitían la lectura y comentarios de textos muy diversos, las redacciones y exposiciones orales y, desde luego, un acercamiento tranquilo y bastante completo a la rica realidad de nuestra Literatura Española –sin olvidar la Universal– con la lectura bien seleccionada de obras completas o fragmentos importantes.
Eran tiempos más tranquilos, sin la parafernalia actual de la prisa, el ruido, las imágenes avasalladoras, los dispositivos multimedia actuales y, además y muy importante, aquellos, hoy viejos profesores, éramos, en general, apasionados lectores que comunicábamos esta pasión a nuestros alumnos.
Hoy el panorama es muy distinto. Los chicos actuales no disfrutan del “reposo” de aquellos tiempos. Viven, como acabo de decir, acelerados y “distraídos” con sus dispositivos, cascos, pantallas y teclas. Son muchas las tentaciones externas para poder interiorizarse y adentrarse en una verdadera y profunda lectura y, por lo tanto, el camino está lleno de obstáculos que, a primera vista, parecen insalvables.
Además –y aparte de la reducción de horas– la verdadera Literatura prácticamente ha desaparecido de las aulas, el enfoque de la asignatura de Lengua es claramente desacertado y, con cierta frecuencia, los jóvenes profesores no son precisamente “apasionados” lectores y, por lo tanto, no piensan que su principal actividad docente sea la incitación a la lectura. Lo digo con todas las excepciones que “haberlas haylas” y que es de justicia señalar, destacar y aplaudir.
En Cómo enseñar a leer en clase. Memorias de un viejo profesor podemos leer una impresionante recopilación de cuentos y poemas, no solo por su cantidad sino también por su calidad. Hablamos de poetas como Dámaso Alonso, Alejandra Pizarnik, Mario Benedetti, José Emilio Pacheco, Emily Dickinson, Fernando Pessoa, Antonio Machado… y cuentistas como Julio Cortázar, Luis Mateo Díez, Juan Carlos Onetti, Max Aub, Eliseo Diego, Italo Calvino, Medardo Fraile, Marco Denevi… Y estos son una pequeña parte de los grandes autores que podemos encontrar aquí. ¿Cómo fue el proceso de selección de los textos y de los autores?
Siempre he sido muy “antólogo” al palpar la necesidad de ofrecer a los alumnos textos literarios de alta calidad y lo más atractivos posibles para adentrarlos en la afición lectora. He preparado –solo o con mi mujer, Paz Díez Taboada– varios libros de relatos y poemas con este enfoque.
En 1985 publiqué en la Editorial Alhambra (después Alhambra Longman) Antología del cuento literario, uno de los primeros intentos en nuestro país de una selección de cuentos de los siglos XIX y XX, muy variados y universales, destinada exclusivamente a estudiantes de Enseñanza Media. Tuvo muy amplia aceptación –se llegaron a distribuir más de 500.000 ejemplares– y no me cogió de sorpresa porque los cuentos incluidos eran los que mejor me habían funcionado en clase, los que más habían encandilado a mis alumnos.
Ese interés antológico cuajó posteriormente en la sección Cuentos Breves Recomendados, alojada generosamente en tu blog Narrativa Breve.com.
En Memorias de un viejo profesor aproveché la ocasión que se me brindaba –no había problemas de derechos de autor al ser una obra didáctica y en gran parte comentada– para hacer la antología siempre soñada de poemas y cuentos; muchos de ellos ya publicados en Cátedra (Antología Comentada de la Poesía Lírica Española y Cincuenta Cuentos Breves, una antología comentada; y en otros libros publicados por Paz y yo mismo en la Colección Austral de Planeta) y, sobre todo, en mi sección de tu blog. Otros los bajé de Internet mediante una búsqueda bastante exhaustiva. Esa es la explicación de la extensa selección incluida en estas Memorias, selección en la que ha primado la excelencia lingüística y literaria y que ha llamado la atención por su amplitud y calidad a varios críticos expertos en poemas y cuentos y ha extendido el interés por el libro a un público general más allá de los profesores y alumnos.
En la primera parte del libro pones toda la carne en el asador y hablas de temas candentes, esos de los que quizá casi nadie quiere hablar. Dedicas capítulos a los enemigos de la lectura, la falacia de la llamada “enseñanza lúdica”, los “depauperados” profesores… y otras –como las llamas– “desdichas”. ¿Tan mal está el panorama de la enseñanza en España?
La enseñanza en nuestra querida España es un verdadero desastre. Podría extenderme mucho tiempo, pero abrevio y sintetizo. El gasto educativo en España es inferior al de la media de los 35 países que integran la OCD y está por debajo en todas las etapas, desde que los estudiantes entran en el colegio hasta que salen de la Universidad. En los informes PISA de la misma organización quedamos a la altura del betún. Otro informe reciente de SAVE THE CHILDREN avisa de que “el gran problema que el sistema educativo español tiene que resolver es la inclusión social y la compensación de la desigualdad económica y cultural.”
Ya me he referido anteriormente a los problemas de las nuevas generaciones: las imágenes y el ruido que les envuelven, los dispositivos multimedia que los enajenan, la falta de esfuerzo y motivación; a lo que hay que añadir el absentismo y el fracaso escolar, la masificación y desatención de los alumnos más brillantes, la insuficiencia de conocimientos en materias básicas (lengua española, y matemáticas…), la indisciplina en las aulas, el aumento de alumnos que no quieren ni permiten a los otros aprender y, desde luego, un sistema de acceso del profesorado a la enseñanza pública que no garantiza la capacidad del mismo para la labor docente. Todo esto, entre otros muchos problemas, ha arrojado la educación en España a un abismo del que nos va a costar mucho tiempo salir.
Perdóname un inciso. Creo que ni Rajoy ni algunos de sus ministros han leído un libro de literatura recientemente. Aznar afirmaba que le gustaba y leía a Cernuda (?), Zapatero parece que era un poco más lector –decía que leía a Borges y, desde luego, a su paisano Gamoneda–, pero poco hizo por una auténtica revolución educativa prometida una y otra vez; sí visitó (solamente) una vez la sede de la Real Academia de La Lengua Española, lo que nunca ha hecho Rajoy. Así nos va.
En fin, si entramos en las sucesivas, funestas y desacertadas leyes de educación se nos caen los palos del sombrajo: la LOGSE socialista de 1990 que tanta expectación creó, con muy buenas intenciones y peores resultados, fue elaborada por psicopedagogos amiguetes ministeriales, que, como digo en mis memorias –perdona esta cita tal larga– “para estos señores –que han actuado casi siempre desde sus presupuestos teóricos, pero quizás pocas veces se habrán encontrado con la cruda realidad de la clase diaria; con la complejidad de 30 o 40 alumnos de carne y hueso, cada uno hijo de su padre y de su madre– el estudio y la enseñanza en general tenían que convertirse en una actividad amena y lúdica; otro desafuero más de aquellos señores que orientaron y dirigieron, alegremente y sin ninguna vacilación, la política educativa de este país. El único criterio válido en esa «moderna» pedagogía era que los alumnos se divirtieran en las clases, que aprendiesen jugando, que las actividades y los ejercicios escolares fueran siempre agradables y divertidos, muy lejos de todo esfuerzo y disciplina. Para ello era imprescindible que el buen profesor se convirtiese en una especie de animador festero para entretener y distraer a un coro de maravillosos y entusiasmados chicos que iban a vivir cada día, en su centro de enseñanza, una apasionante y renovada aventura.”
Nada se corrigió en sucesivas reformas –no enumero todas–, como la LOCE (2002) del PP, muerta por inanición al poco de nacer, y no digamos la oscura LOE (2006) del PSOE y la actual y conflictiva LOMCE, hija de un “creído, “sobrado” y “presuntuoso” ministro del PP, de cuyo nombre no quiero ni acordarme. En los años 2009-2010 El ministro (independiente) del PSOE Ángel Gabilondo propuso un pacto educativo inteligente y ponderado que estuvo a punto de ser firmado y aceptado por todos los partidos, pero, al final, fue desbaratado por el PP, acuciado por su ala más troglodita de aznaristas y mayororejistas.
Ahora se está trabajando en el congreso en una ley de educación que sea consensuada, equilibrada, moderna para que pueda durar muchos años, por encima de los distintos gobiernos en el poder. Los retos son ingentes: en primer lugar potenciar al máximo una escuela pública laica de calidad y que no excluya a nadie; y una concertada para los colegios privados no elitistas y cercanos a la gente normal y de ninguna manera para los colegio privados de “alto standing” y los que practiquen la separación de sexo en la educación. Potenciar y arreglar la Formación Profesional, el conocimiento de idiomas, la formación en valores y, unificar en todas las comunidades los conocimientos objetivos históricos, geográficos etc, y, en fin, tantas otras cosas.
Veremos lo que sucede en este postrer intento de una ley de educación justa, equilibrada, y duradera, pero temo mucho la actitud intransigente de los “catolicones” y los “izquierdones”.
Quiero como final hacer una defensa de las humanidades y en concreto, por lo que me toca, de la Literatura. Es vergonzoso que la Literatura Española, situada por méritos propios entre las más excelsas de mundo, haya sido cada vez más orillada en los diversos planes de estudio citados –del PSOE y del PP– hasta casi desaparecer asfixiada –lo explico en mis Memorias– en la actualidad.
Este libro, como indica su propio título, está encaminado a enseñar a leer en clase. ¿Pero qué pasa con los adultos de este país? ¿Somos buenos o malos lectores?
Hay dos cosas intolerables en este país. La primera, vital y primordial por encima de todas, exponente de la mayor injusticia social que se pueda imaginar: que haya niños en la España del 2017 que pasan hambre. La segunda, de orden cultural y que nos debería avergonzar ante la comunidad europea, que casi el 50% de los españoles no lean ni un libro al año, es decir, que sean, en cierto sentido, analfabetos funcionales. Con esto está dicho todo
¿Cuál ha sido el papel de tu mujer, Paz Díez Taboada, en la elaboración de un libro que tiene tanto trabajo como este?
Paz y yo hemos publicado juntos muchos libros, y he querido que en esta mi obra crepuscular también estuviera muy presente. Ambos hemos considerado la validez de muchos textos y ella ha comentado algunos poemas y cuentos, y realizado la revisión final de mis Memorias.
Paz es experta conocedora de la poesía española desde sus primeras manifestaciones hasta mediados del XX. Es licenciada en Filología Románica y doctora en Hispánica (La Elegía Romántica Española. Estudio y antología. CSIC y La Despedida. Estudio de un subgénero lírico. CSIC), ha publicado numerosos libros sobre la poesía entre los que sobresale Antología comentada de la poesía lírica española (Cátedra, 6.ª edic.) en la que, aunque también yo figuro como autor, ella fue quien tuvo un papel más destacado. Este libro, que desborda los límites de una antología, ha sido considerado por importantes críticos como un original y completo panorama de la poesía española desde sus comienzos hasta el grupo de los 50, ya a mediados del siglo XX. Aparte de todo esto, Paz es una excelente poeta, como aparece en un apartado de mis Memorias.
Ha sido profesora de Lengua y Literatura en Enseñanza Media (BUP y COU) y en una universidad privada, además de tutora de la UNED.
¿Habrá una segunda parte del libro?
Tal como va su difusión, creo que pronto iremos a una segunda edición. En ella introduciré nuevos textos y completaré y aquilataré los listados finales bibliográficos de cuentos largos y novelas, listas que considero una importante aportación y ayuda para lectores interesados.
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El mejor profesor que he tenido nunca (incluyo etapa universitaria), nos marcó a todos los alumnos que tuvimos la suerte de coincidir con él. Yo siempre fui lectora, pero puede enorgullecerse de haber creado muchos lectores entre sus alumnos.