3 microrrelatos sobre el colegio

Miguel Bravo Vadillo nos entrega tres microrrelatos que se desarrollan en las aulas de un colegio. Tres cuentos con niños que unas veces escuchan las explicaciones del profesor y otras veces desafían a este -aun sin querer- con sus dudas y preguntas.

Microrrelato: CIENCIA Y RELIGIÓN

–Una visión académica–

El profesor de religión pide a sus alumnos que busquen la definición de «Dios» en el diccionario de la Academia. Un alumno lee la definición: «Nombre sagrado del Supremo Ser, Criador del universo, que lo conserva y rige por su providencia». Bien, dice el profesor, ¿qué significa eso? Nadie contesta. Pues eso significa, aclara el profesor, que Dios existe; porque si no existiera, la Real Academia (que limpia, fija y da esplendor) nunca lo hubiese definido. A ver, busquen ahora la definición de «teología». Un alumno lee: «Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones». Efectivamente, dice el profesor: «ciencia que trata de Dios». ¿Y cómo podría tratar de Dios si Dios no existiese? No es necesario que contesten. Por otra parte, y como bien dice la Real Academia, se trata de una ciencia. ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo: que en el estudio de Dios los teólogos emplean métodos científicos. A ver, que alguien lea la definición de «ciencia». Un alumno lee: «Conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas». Exacto, ratifica el profesor, «conocimiento cierto». Es decir, que no deja lugar a dudas. Quizá ustedes han entrado hoy en esta clase pensando que ciencia y religión eran incompatibles, pero ya ven que no lo son; así que saldrán de ella siendo un poco más sabios.

–Señor profesor –interrumpe otro alumno–, a mí me gustaría saber si durante el curso vamos a utilizar el catecismo o nos apañaremos con el diccionario de la Academia. Lo digo para saber qué libro debo comprar.

Microrrelato: NADA DE NOVELAS

–o Una disertación cartesiana–

Profesor.– El primer ejercicio de hoy consistirá en buscar en el diccionario la palabra «razonar». ¿La tenéis? A ver, Luis, lee la definición en voz alta.

Luis.– «Discurrir, ordenando ideas en la mente, para llegar a una conclusión».

Profesor.– Y yo pregunto: ¿Necesita Dios razonar?

Luis.– No.

Profesor.– ¿Por qué?

Luis.– Porque ya lo sabe todo. Dios es omnisciente, así que no necesita llegar a ninguna conclusión.

Profesor.– Así es. Por tanto, Dios no razona. ¿Y qué demuestra eso? Ya que vosotros sí podéis razonar, hacedlo.

Luis.– Demuestra que Dios no existe, si tenemos en cuenta la célebre frase de Descartes: “Je pense, donc je suis”.

Profesor.– ¡Exacto!

Teófilo.– Pero si no existe, ¿cómo puede ser omnisciente?

Profesor.– No existe, así que no es omnisciente.

Teófilo.– Ya, pero si no es omnisciente, entonces sí puede razonar. Y si razona es que existe; al decir de Descartes, claro.

Profesor.– Mira, Teófilo, tengamos la fiesta en paz, ¿eh?; que te gusta mucho jugar con el vocablo.

Teófilo.– Está bien, no jugaré con el vocablo y le pondré un ejemplo real: mi primo Timoteo ni es omnisciente ni razona y, sin embargo, existe.

Luis.– Pero tu primo Timoteo no es Dios. Además, si Dios no razona tampoco puede ser omnipotente, ya que hay algo que no puede hacer: razonar. Luego Dios no es Dios y, por tanto, no existe. Del mismo modo que si no es omnisciente no puede ser Dios. Omnisciencia y omnipotencia son incompatibles.

Teófilo.– Maniático de la última palabra…

Profesor.– Aquí soy yo quien tiene la última palabra. La cosa no está clara. Pensad detenidamente sobre ello esta tarde, y mañana continuaremos con el mismo razonamiento. Espero de vosotros lo mejor: conclusiones certeras y fiables, nada de novelas.

Microrrelato: CARPE DIEM

Recuerdo que durante el curso ochentayseisochentaysiete yo me sentaba detrás de Cristóbal Fonseca, a quien llamábamos por mal nombre «El distraído»; y cada vez que el profesor de turno lo hacía levantarse para responder a alguna pregunta, yo aprovechaba la favorable circunstancia para acariciar el muslo izquierdo de Alicia con voluptuosa impunidad.

–A ver, Cristóbal –habló el profesor de filosofía–, ¿en qué consiste el argumento ontológico de San Anselmo? Explícalo al resto de la clase.

«El distraído» se puso en pie y guardó silencio, azorado.

–Ni idea, ¿no? –le recriminó don Luis–. Claro, si prestases atención en lugar de estar siempre mirando las musarañas en la puta Luna… A ver, di lo primero que se te ocurra, que nos riamos todos un rato.

Cristóbal Fonseca, alias «El distraído», temiendo la burla de toda la clase, habló con timidez:

–Dios es imperfecto, luego Dios existe; porque si no existiera no podría ser imperfecto.

Alicia, cuando sentía mi mano sobre su piel delicada, dejaba escapar una risita contagiosa.

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1 comentario en «3 microrrelatos sobre el colegio»

  1. “Nombre sagrado del Supremo Ser, Criador del universo,
    Debe ser: Creador y no Criador.
    –o Una disertación cartesiana–
    Carece de puntuación.
    Saludos,
    Alejandro

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