La danta comió suficiente de las hojas y frutas del Guanacaste y luego guardó un poco para compartir con su familia el maravilloso descubrimiento. Todas las dantas quedaron maravilladas con el delicioso olor y sabor del Guanacaste. Así que empezaron a buscar el árbol por todas partes persiguiendo el olor de su fruta a lo largo y ancho de la selva. Tanto olfatearon las Dantas y con mucho esmero, que sus trompas empezaron a estirarse y por fin con una trompa más larga pudieron detectar el Guanacaste a más de 80 metros de distancia, también el yolillo, el jobo, la jagua y la naranja.
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En la selva amazónica, las sabanas de Venezuela, el páramo y todas las zonas boscosas de Centro América viven las dantas. Hace mucho tiempo las dantas tenían la nariz tan pequeña que no podían encontrar alimento fácilmente. Por lo general las cazaban muy rápido los indígenas que comían su carne y usaban su piel para hacer escudos. También las dantas eran presa fácil de los jaguares, pumas y tigres, que las encontraban carnosas y apetitosas.
Un día, después de mucho caminar, una danta en busca de agua, descubrió a la orilla de un lejano río un enorme árbol cuya, hoja verde y grande tenía un aroma exquisito, sus flores de color blanco amarillento producían un rico néctar y sus frutas duras, brillantes, color café y en forma de oreja, eran deliciosas. Se trataba de «el Guanacaste» que quiere decir árbol de las orejas o árbol que oye.
La danta comió suficiente de las hojas y frutas del Guanacaste y luego guardó un poco para compartir con su familia el maravilloso descubrimiento. Todas las dantas quedaron maravilladas con el delicioso olor y sabor del Guanacaste. Así que empezaron a buscar el árbol por todas partes persiguiendo el olor de su fruta a lo largo y ancho de la selva. Tanto olfatearon las Dantas y con mucho esmero, que sus trompas empezaron a estirarse y por fin con una trompa más larga pudieron detectar el Guanacaste a más de 80 metros de distancia, también el yolillo, el jobo, la jagua y la naranja.
Así pasó que de tanto comer esta fruta del árbol que oye, a las dantas se les desarrolló el sentido de la audición y ahora con los oídos y el olfato desarrollados pueden detectar la presencia de un extraño a más de 80 metros de distancia y aprovechar para refugiarse de los hombres y las bestias salvajes de la región.
Yenitza Anseume es una artista y profesora de teatro venezolana nacida en Caracas en 1978. Realizadora de títeres y guionista de audiovisuales. Como escritora se inclina por los microrrelatos, la poesía erótica y los cuentos infantiles. Su obra inédita ha sido compartida en redes sociales y se ha destacado en una importante producción venezolana de títeres para televisión educativa como guionista y titiritera en la Fundación Edumedia del Ministerio del Poder Popular para la Educación. Ha participado como narradora de cuentos en festivales nacionales y ferias internacionales del libro. Pertenece a la red Internacional de cuentacuentos RIC. Ganadora del primer lugar de literatura municipal en Valles del Tuy (2012) con el cuento “Los Juegos de José Pepe”.
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