Tu ausencia y el mar
Me llama el mar, lo escucho en esta noche de honduras sin fondo…, las
rocas se sienten duras bajo los pies; ¡ay! ¡lastiman…!
La espuma es apenas azulada en la noche oscura, sin luna.
El mar siempre tan inquieto como mi alma; se eleva y decae ¡una y otra
vez! Pero ¿ahora…? Será la calma final…
Ruge el mar ¿acaso no lo oyen? Tiene esa voz que reincide, infatigable;
¿nadie más que yo puede escuchar hoy ese llamado?
No, nadie lo entiende porque solo dice para mí, Alfonsiiinaaa,
Alfonsiiinaaaa… el mar me habla con sus palabras de agua y espuma…
¿qué hay abajo que así me llama?
¡Ah! Lo sé, el mar me convoca a la fiesta de la muerte…
Allá, en el fondo, ha de estar mi mejor poema, el de la soledad y el dolor,
el de la vida dura y castigadora, el de los mil intentos para ganarme el
pan…
Allá buscaré un lecho de arena, suave, donde descansen mis pies,
el silencio donde se modere la amargura de mi cuerpo lacerado por
dentro, y se acalle el ruido del mundo con el espeso sonido del vaivén
del agua…
No puedo desoírlo… aquí sobre los acantilados quedarán mis recuerdos
no recordados, mis poemas no escritos, el fuego de los sacrificios, la
memoria que dejo de Alejandro, mi hijo tan querido,
¿Cuántos saben algo sobre el hijo que defendí de la sociedad ingrata?
¡Cómo me acosaron por tenerlo…! porque no es la maternidad
lo que veneran ellos, aunque lo proclamen, ¡eso es mentira!
No idolatran la maternidad, sino que idolatran… papeles:
los libros de actas, las formas y los folios, los sellos,
las firmas bajo los sellos, las firmas en el margen de los folios,
el número del acta de matrimonio, lugar y fecha, nombre del juez,
matrícula. ¿la maternidad? Eso es la escenografía de fondo…
Antes, en primer plano, ¡las formas! ¡que haya un padre conocido!
“escuché carcajadas, ironías, insultos… ¿os parezco una simia?”*
Ahora diré adiós a la ilusión de mi amado ausente… tantas veces
aguardado en vano, tantas veces silencioso mientras yo esperaba su
llamado, hasta la fatiga y la negación.
El teléfono fue mudo y negro como un ataúd; ansiosa por oírlo le decía,
sin embargo, a mi nana: “y si llama él, no le digas nunca que estoy, di
que me he ido…”*
El dolor de mi enfermedad alcanzó su cumbre, es su triunfo sobre mi
coraje, el dolor me doblega y me someto…
Hay una revoltura de olas, allá abajo, en esta noche oscura… con su
bramido de espuma y agua el mar me reclama…
¡allá voy! ¡allá voy!
Margarita Schultz
*Frase de Alfonsina Storni de su poema: “¿Sabéis algo? (El dulce daño, 1918)
*Frase de Félix Luna, de su texto para la canción “Alfonsina y el mar”, música de Ariel Ramírez (en Mujeres argentinas)
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