Persecución es la novela que la estupenda escritora estadounidense Joyce Carol Oates escribió en 2019, y que traducida por Patricia Antón ha aparecido en España en este horrible año 20 gracias a la ¿pequeña? y muy sorprendente editorial Gatopardo.
Como Oates escribe y publica mucho, hay quien ve en ella algo molesto, un irritante espejo inalcanzable. Allá ellas y ellos.
Hablo de Persecución, una breve novela intensa y a menudo exacta: exacta en el preciado sentido de certera, escueta, suficiente, sin sobrantes de literatura inadecuada.
“Hay un cielo pálido y nacarado sin clima definido, sin viento. Como si estuviera conteniendo su aliento inmenso”.
Una novela repleta de amor y miedo con el pasado como losa asfixiante.
“Como el filamento en una bombilla, que reluce desde el interior: así es su felicidad por estar casada con un hombre bueno y decente al que ama, y que la adora. Pero es una felicidad privada. Quiere conservarla entre las manos ahuecadas como una llama, protegerla del viento”.
Su joven protagonista, Miriam/Abby, vive su angustiosa llegada al amor como si no mereciese “un placer semejante ni una felicidad semejante”. Y Oates nos lo cuenta a nosotros con la limpieza de su literatura deliberadamente oscura y luminosa al mismo tiempo. Nosotros sabemos lo que sabe la protagonista, algo que ella cree saber. Saber mal. Que “no merece la felicidad del matrimonio ni del amor”. Que no se merece a su enamorado esposo, Willem (su muy devoto, ultra religioso marido, alguien que no teme que “Dios esté ausente de la ciencia” porque sabe de cualquier cosa que existe que “Dios la hizo así”). El merecimiento como obstáculo para la dicha. Esa entelequia atormentadora.
Miriam/Abby, esforzada desde muy niña “en pronunciar las palabras que los adultos ansiaban oír” para conseguir su amor:
“Así consigues que te quieran. Así impides que te abandonen”.
Y las mentiras repetidas, capaces de producir “metástasis en las telarañas densas y solapadas de Chautauqua Falls”. Sí, Chautauqua Falls, en la región de Shaheen, ese lugar construido literariamente por Joyce Carol Oates que ya era escenario de la genial La hija del sepulturero. Las mentiras y las almas rotas en las guerras. La desdicha que viene desde verdaderos combates lejanos para invadir con su zozobra la tranquilidad de un mundo sencillo capaz de hacer crecer “la bravura del amor”.
Amar, y temer al amor y al ser amado, temer al amor “porque el amor es el preludio de la pérdida”. “Porque vivir en otra persona es la única vida posible” para Abby, que fue Miriam. Amar con la infantil esperanza de que el horror que invade el alma pueda ser trasvasado al alma del ser amado. Amar la fuerza del amor.
José Luis Ibáñez Salas
José Luis Ibáñez Salas es escritor e historiador. Visita su blog Insurrección
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