Desde Argentina nos llega este relato corto del autor invitado de hoy, Javier Santos Rodríguez, residente en Buenos Aires. La narración, “Pase al frente”, es entregada al lector como a trompicones, visualizando las supuestas enmiendas que el propio personaje narrador le hace al texto. Y luego viene un segundo hallazgo narrativo, cuando establece conexión entre dos circunstancias a priori distantes entre sí.
Pero no quiera dar más pistas. Lo mejor es que vosotros mismos os adentréis en esta historia tan atractiva.
Y, respecto al autor, él mismo se define con estas palabras:
Soy Javier, nací en el 81, argentino. Vivo en Buenos Aires. Escribo desde hace tiempo. Me gusta encontrar pequeñas epifanías cuando leo y abrir preguntas cuando me pongo a escribir. Me gusta decir cosas cuando narro. No quiero entretener y nada más, quiero entretener y preguntar. Eso.
Relato corto de Javier Santos Rodríguez: Pase al frente
Las consecuencias devastadoras de la última guerra… No. Así no debería empezar. Pensá. Pensá. A ver de este otro modo: Las consecuencias terribles y devastadoras en las que el mundo se sumió después de la última guerra fueron por lo mismo orgánicamente devastadoras. No…, mejor cambio orgánicamente por sistemáticamente. Las consecuencias terribles y devastadoras en las que el mundo se sumió rotundamente después de la última guerra fueron sistemáticamente devastadoras… Pero todo esto es redundante. Debería decir algo más claro y conciso. Odio cuando me dan el papel de orador. No me gusta dar discursos en la escuela. No he nacido para hablar en los actos patrios ni para las lecciones en le pizarrón. Pero ahí viene mi profesora de Historia. Se sentará, abrirá la carpeta de notas y empezará a llamar a lección oral, al frente. El tema lo sé. Pero cuando me ponen en el frente sufro asma, me pongo tartamudo, disléxico. No me salen las palabras. Tengo fobias que no puedo disimular. Las consecuencias devastadoras. Las malditas consecuencias de mierda. Dónde miro cuando tenga que hablar. Siempre me pongo nervioso con eso. Todos me miran a mí. Es un fuego cruzado asimétrico. Todos contra el pequeño Marcos que no va a saber a quién mirar, si al docente o al último banco. Y si miro al techo… Si en realidad miro al ventilador. Quizá no tenga que luchar contra esos ojos tremendos tirando a discreción, y las obvias risitas y comentarios por lo bajo de toda la clase. Las consecuencias terribles, devastadoras, sistemáticamente malvadas. Yo frente al pelotón de fusilamiento. Ahí contra el pizarrón. Suárez, pase al frente, va a decir la profesora de Historia. Y me temblarán las manos. Yo contra un grupo de adolescentes crueles y malvados como los nazis. Maldigo el día que inventaron las lecciones orales. Parece un cadalso, y yo el reo que debo dar cuenta frente a un tribunal antes de ser ejecutado. Esa extraña manera de medirnos contra el mundo. Ver si somos capaces de sobrevivir a esta guerra. Sí. La guerra nos la dan desde muy pequeños. Cómo no va a haber guerra en el mundo.

Francisco Rodríguez Criado
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Todas las sensaciones que cuenta las tuve yo en mis tiempos de estudiante. Odiaba pasar al frente.
Maravilloso cuento. Me encantó