Manuel Pastrana Lozano, colaborador habitual en este espacio de letras, nos envía siete relatos cortos, algunos de ellos minificciones, que reproducimos de mayor a menor extensión.
LA SIMPLICIDAD DE LA VIDA
Sólo miraba las tandas comerciales y los avisos publicitarios en la TV. Decía que le enseñaban lo que no debía comprar. Le interesaban los trailers, los spoilers, creía que eran superiores a las películas mismas. De las teleseries sólo veía el primer capítulo y ya sabía lo que venía y el final. Gozaba viendo videoclips, afirmaba que eran muy entretenidos. Sólo escogía los bonus tracks o los alternates takes de los discos. Para él, eran los mejores. No necesitaba google, ni youtube ni twitters, tampoco facebook ni el whatsapp, pero le encantaban los anglicismos. Las redes sociales no contaban. Eran intachables su poder de síntesis, su pragmatismo y su capacidad matemática. Había llegado a la quintaesencia de la simplicidad, el dominio riguroso de los medios, el control total de la disidencia e impuesto la censura en cualquiera que fuese el ámbito. Y cuando comprendió que era el humanoide perfecto, un día cualquiera –tal vez aburrido de la estupidez humana y de sí mismo–, haciendo gala de su autonomía y de su poder absoluto, decidió apretar el botón rojo e irse tranquilamente a dorarse en el infierno con toda la humanidad a cuestas.
DESCONOCIDO
Sus ojos casi ciegos, hundidos en sus cuencas, eran fiel reflejo penumbroso de un pasado sin recuerdos. Sólo sombras en su mente, emociones olvidadas, experiencias inservibles. Vivía inmerso en sus fantasmas, pesadillas y delirios, su vacío existencial. Su semblante inexpresivo, definitivamente mortecino, eran ya el anuncio irreversible de su muerte inevitable próxima en la calle ahora solitaria que lo había acompañado durante casi toda su vida. Alguien puso una tarjeta en su tumba, perdida en los confines del cementerio, junto a unas flores marchitas: descansa en paz, desconocido.
VIAJE
Al fin podían abrazarse jubilosos y viajar al extranjero para visitar otros lugares y a familiares y seres conocidos. Adiós mascarillas y distancias sociales. Los días negros de la pandemia ya eran malos recuerdos del pasado. Cumplidos los trámites de rigor, antes de emprender el vuelo, se escuchó por los parlantes del recinto la voz neutra del locutor que decía: “Pasajeros con destino a… dirigirse al pasillo 19, SARS-COV-2, por favor”.
VUELTAS DE LA VIDA
“No era nada del otro mundo”, dijo, cuando volvió de la muerte.
ESPERA
Ayer supo la noticia de su propia muerte. El obituario no dejaba dudas. Todavía
está esperando.
CAÍDA LIBRE
Tocó fondo muchas veces antes de perderse en la nada.
CELULARITIS
¿Estaré enfermo? Yo sólo lo utilizo una vez o ninguna, dependiendo del día.
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