Entrevista a Eladio Pascual Pedreño (autor de ‘El mordedor de alfombras’)

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El mordedor de alfombras y otros cuentos

(Eladio Pascual Pedreño y Rafael Fatuarte García)

Nuestra entrevista de hoy está relacionada con la literatura extremeña, y tiene como “excusa” la publicación de un libro de relatos ilustrado, de título sugestivo (El mordedor de alfombras), que acaba de ver la luz en la Editora Regional de Extremadura.

Sus autores, Eladio Pascual Pedreño (texto) y Rafael Fatuarte García (ilustraciones) reactivaron una amistad sellada en la infancia con un objetivo claro: satisfacer sus inquietudes artísticas, dirigidas a la narración literaria en el caso de Eladio, y al dibujo en el de Rafael.

Hablamos con Eladio Pascual para saber más sobre este libro.

FRANCISCO RODRÍGUEZ CRIADO: Después de publicar 25 libros de contabilidad, te reencuentras con un amigo de la infancia en una reunión de antiguos alumnos y decidís,  como por casualidad, escribir un libro a cuatro manos. No sois dos autores desconocidos que se alían para dar salida a un proyecto creativo, sino dos adultos que en el pasado compartieron algo muy preciado para el ser humano: la infancia. Eso, de algún modo, os hermana.

¿Sería osado decir, por tanto, que Rafael está presente en las narraciones de Eladio de igual manera que Eladio está en las ilustraciones de Rafael?

ELADIO PASCUAL PEDREÑO: Buenas tardes, Francisco, y muchas gracias por hacernos un hueco en tu admirado blog Narrativa Breve.

No, no sería osado realizar esa afirmación. Me gusta mucho la expresión que utilizas, “escribir un libro a cuatro manos”. Yo no tengo sensación de haber hecho una parte, y de que Rafael haya hecho la otra. Hemos comentado cada texto y cada ilustración, y los hemos acoplado también entre los dos. Teníamos clara la idea de lo que pretendíamos, y la Editora Regional lo ha hecho posible.

Y ya que te refieres a la infancia, creo que uno de los logros del libro es que contiene la magia de la infancia. De hecho, en el cuento “Superhéroes” subyace la búsqueda de lo que de especial tiene la infancia.

Ilustración: Rafael Fatuarte

Intuyo que publicar un libro de relatos ilustrados (para adultos) no debe de ser fácil. No se trata de cuentos para niños ni de una novela gráfica para adultos. Es algo intermedio. El mordedor de alfombras y otros cuentos parece estar en tierra de nadie. De hecho, creo que no había en la Editora Regional de Extremadura una colección de este tipo, algo que ha solventado su editor, Luis Sáez, al dar salida a vuestro proyecto.

¿Cuál es la intrahistoria de la publicación de este libro?

Como comentas al principio, treinta y siete años después, nos reencontramos. Comentando, le pregunto si sigue dibujando, a lo que responde que todos los días. Me pregunta si sigo escribiendo, le digo que sí. Ya colaboramos muchos años atrás en un periódico escolar, y nos planteamos la posibilidad de volver a hacerlo. Nos embarcamos en un proyecto tan ilusionante como éste. Disfrutamos mucho, muchísimo. Y cuando nos convenció el resultado, fue cuando nos planteamos su publicación. A la Editora Regional le gustó el resultado, y aquí estamos. El mordedor de alfombras se ha emancipado y ya no nos pertenece a nosotros, sino a los lectores.

En este libro nos acercamos a relatos “amables” (ciertamente lo son), pero que no rehuyen, en ocasiones, temas tristes, como la ausencia de los padres (fallecidos). ¿Cuál sería el lector potencial, por así decirlo, de estas historias cortas?

En este punto hay debate. Alguien ha escrito que son “relatos amables y honestos sobre la vida cotidiana, no exentos de humor, y que no son frecuentes en la literatura actual. Son relatos no pretenciosos, aparentemente ingenuos, pero que piden una segunda lectura para degustar los matices que contienen. En muchos casos son historias ficticias pero que intentan proporcionar al lector claves de la realidad”. Contestando a tu pregunta, yo diría que ya se pueden disfrutar a partir de los 14 o 15 años. Sin embargo, Rafael entiende que se pueden leer aún con menor edad. En cualquier caso, el libro ha tenido una gran acogida, por lo que estamos contentísimos. La fiesta continúa.

¿Cómo fue trabajar con Rafael Fatuarte? ¿Le entregabas los relatos, ya cerrados, o tuvisteis que intercambiar opiniones, impresiones, en definitiva, trabajar codo a codo durante el proceso creativo?

Trabajar con Rafael ha sido un privilegio para mí. Nuestra relación está presidida por la confianza y la amistad. En cuanto al método de trabajo, cada vez que yo tenía un relato, se lo enviaba. Lo comentábamos. Pasado un tiempo, me traía el dibujo impreso. De nuevo, cambiábamos impresiones. A continuación hacíamos pruebas con la fusión de texto y dibujo, hasta que los dos estábamos totalmente satisfechos. Y pasábamos al siguiente. Del mismo modo decidíamos los infinitos detalles que contiene un libro.

Ilustración: Rafael Fatuarte

¿Por qué Cáceres es una ciudad de cine? ¿Y de qué tipo de cine?

Es una ciudad de cine por dos motivos: En primer lugar, porque su ciudad monumental es un plató de ensueño, un maravilloso decorado que tiene un perímetro de 1.200 metros y una superficie de 9 hectáreas, donde predomina lo construido en los siglos XV y XVI, con huellas de muchos siglos atrás. Sin atrezzo, sin cartón piedra, sino real como la vida misma.

Y en segundo lugar, por las innumerables películas que allí se han rodado. Cáceres ha sido la Francia revolucionaria (El tulipán negro, 1964), o la Roma renacentista del siglo XVI (La lozana andaluza, 1976). También algún lugar de la Europa de 1501 (Los señores del acero, de Paul Verhoeven, 1985), o la Granada de Cristóbal Colón (1492. La conquista del paraíso, de Ridley Scott, 1991). Y un larguísimo etcétera. No, no me olvido de cuando Cáceres fue Desembarco del Rey (Juego de Tronos, 2016). Predomina el cine histórico, pero todo es posible. Es pura magia.

Decía al principio que has publicado 25 libros de contabilidad. Intuyo que entre la contabilidad (los números) y las literatura (las letras) no debe de haber excesivo parentesco. En matemáticas, 2+2=4. En la literatura todo parece más ambiguo, más interpretativo, más esquivo (si se prefiere). Has pasado de la prosaica declaración de la renta al luminoso diálogo de miradas a lo Benedetti. ¿Te resultó difícil salirte de un territorio en el que te mueves desde hace mucho tiempo (donde muchas certezas están al alcance de la mano) para adentrarte en otro, la literatura, que se antoja destinada a hacer muchas preguntas sin ofrecer respuestas rotundas?

Después de escribir tanto sobre cosas “feas”, se hace casi necesario escribir sobre cosas tan cautivadoras como la infancia, los recuerdos, la amistad, el amor y el desamor, la soledad, los padres ausentes… Y sobre la memoria, tanto la real como  la imaginada.

En mi opinión, una y otra escritura, tienen algo en común: ante un problema contable o fiscal complicado, es imprescindible plasmarlo en el papel para poder entenderlo e intentar solucionarlo. Exactamente igual pasa con las emociones, con los sentimientos, con las infinitas situaciones extrañas que nos plantea la vida. La única manera de llegar a entenderlas (y a manejarlas) es escribiendo sobre ellas. Murakami dice que es de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito. Y Millás indica que se escribe para entender el mundo. Al menos tengo algo en común con ellos…

Yo no me atrevería a definir El mordedor de alfombras y otros cuentos como un libro de literatura extremeña (ponerle adjetivos al sustantivo “literatura” a veces no conduce a nada). Sin embargo, sí que tengo la sensación de que este libro, con tantas reminiscencias a la infancia, a las pequeñas (grandes) cosas, entronca muy bien con el espíritu de los extremeños que nos hemos criado en ambientes distentidos propios de pequeñas ciudades como Cáceres y Badajoz (por no hablar de los pueblos de nuestra comunidad), donde se puede apreciar sin prisas “la belleza de lo cotidiano”.

¿Estoy equivocado al pensar que estos relatos son, en cierta manera, una exaltación sutil de las bondades de la pequeña ciudad? ¿Podrías haber escrito este libro si te hubieras criado en el centro de alguna gran ciudad?

Posiblemente, no. Entre otras cosas, puede que me hubiera faltado el tiempo para hacerlo. El tiempo es fundamental. No escribimos las cosas cuando las vamos viviendo, sino luego, en soledad, en silencio, concentrados. Sólo así puedes sacar afuera lo que llevas  dentro.

Siempre he vivido en ciudades pequeñas, similares a Cáceres, con un paréntesis de un par de años en Madrid. Y eso está reflejado en el libro. Hay un relato que se llama “A fuego lento, que intenta ridiculizar la prisa. Hay otro que se llama “Tesoros, sobre una persona que vive en la ciudad y añora el campo, al tiempo que destaca la importancia de los pequeños detalles, que son los verdaderos tesoros. También está muy presente la infancia, que transcurrió en Badajoz, otra ciudad pequeña y muy agradable.

Por lo que tengo entendido, Luis Sáez, editor del libro, se ha arremangado y, a la manera del editor inglés, ha analizado, comentado, rechazado y aprobado los cuentos, haciendo sugerencias bolígrafo rojo en mano… Permítaseme la broma: Luis Sáez os ha hecho morder la alfombra.

¿Cómo ha sido eso de trabajar en vuestro primer libro y contar con un editor tan implicado?

Para nosotros, Luis Sáez, más que un editor inglés, ha sido un editor celestial. Nos lo ha puesto todo muy fácil. Hemos aprendido mucho de él. Y disfrutar aprendiendo no tiene precio. Le estamos muy agradecidos. Nos ha ayudado a mejorar este libro tan importante para nosotros. Sin olvidar la colaboración de M.ª José Hernández, compañera de Luis Sáez en la Editora. Muchas gracias a los dos.

Ilustración: Rafael Fatuarte

Y, ya para terminar, ¿podrías recomendarnos un relato corto para la sección 1001 cuentos?

Es como si a un padre le pides que elija a uno de sus hijos…

Puesto que estamos en un blog de literatura, te contaré que un día llamaron a casa y al abrir la puerta me encontré a Kafka. Sí, tal y como lo estás leyendo. Tuve la inmensa fortuna de compartir una tarde con él. Se produjo alguna situación un tanto kafkiana, pero fue inolvidable. Os lo contamos en Si no lo veo, no lo creo.

Muchas gracias. Os deseamos mucha suerte en vuestros próximos proyectos

Muchas gracias a ti, en nombre de Rafael y en el mío propio. Ha sido un placer.

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