Ernesto Bustos Garrido hace una semblanza del escritor, periodista y profesor universitario Guillermo Blanco (1926-2010), a quien conoció en persona.
Al final de su post, Ernesto cita un cuento de Guillermo Blanco, «Adiós a Ruibarbo», que podéis leer en SEÑOR BREVE.
En la imagen destacada aparecen Mario Vargas Llosa y Guillermo Blanco.
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EL BUENO DE GUILLERMO BLANCO
Le preguntaron en una entrevista al escritor Guillermo Blanco (Premio Nacional de Periodismo) cómo lo había hecho para ganarse el calificativo de “hombre bueno”. Contestó que no había intencionalidad, «y no creo en ella”, dijo. “No creo que se pueda escribir bien con una intención segunda. La novela es un crear mundos, y yo lo hago como creo que Dios lo hizo: respetando la libertad de los personajes, dejando que funcione. Lo que hago es ir reconstituyendo estos mundos, y ojalá que alguien vea lo maravilloso que era vivir en provincia. Está o no está. No hay intenciones, pero no creo que un escritor tenga derecho a ser indiferente a la vida, al mundo, o a las cosas. Pienso que tenemos el deber de tomar posición frente a la vida, pero no podemos usar la novela para eso. Ciertamente, si soy de una manera determinada voy a ver las cosas de una cierta forma. En esta novela, En Jauja la Megistrú, hay un par de personajes antipáticos, y estoy seguro de que otro autor le habría puesto mucho más énfasis a esas partes que el que yo les puse. En cambio, para mí era muy importante contar la bondad de lo bueno, porque eso es lo más rico de mi experiencia».
Guillermo Blanco Martínez ya murió (25 de agosto de 2010). Tenía 84 años. Había nacido en Talca en 1926 y pertenecía a la llamada generación del 50 junto a otros escritores como Enrique Lafourcade, José Manuel Vergara, Armando Cassigoli, Jorge Edwards y Claudio Giaconi. La Generación literaria de 1950 hizo su entrada al escenario de las letras chilenas, con un escepticismo radical frente a la vida y a la literatura anterior (buscando ante todo la superación del criollismo). Por esta razón fueron estigmatizados como escritores despreocupados frente los problemas sociales. Una de las razones de este escepticismo fue el momento de cambios profundos en la sociedad, tanto a nivel nacional, como internacional, teniendo en cuenta, el escenario mundial de la época. Todo esto provocó que en los escritores de esta generación surgiera la idea de la realidad concebida como una máscara, y que se subjetivizara absolutamente la noción de conciencia humana.
Los criticaron con benevolencia, como Benjamín Subercaseaux: “Nos han librado del criollismo y eso ya es enorme y meritorio, y los encuentro puros, atrevidos, y sinceros”. Por su parte, Juan de Luigi, crítico literario de la época, los tiró a matar: “Todo junto, los unos y los otros, se meten en un saco y se les comprime para ver lo que sale, no sale ni una gota, ni de inteligencia ni de cultura. Y menos de creación real”.
Pero ni Guillermo Blanco ni sus camaradas de ruta encajan en estos juicios, completamente. En el caso de nuestro autor, su temática es muy variada, con un fuerte acento provinciano. y hasta cierto punto criollista, un género que nunca será desterrado del todo, porque contiene parte del alma de la nación. Blanco le pone estos condimentos del género a su cuento “Adiós a Ruibarbo”, la historia de un niño de provincia, a quien llaman “Potrillo”, y que entabla una relación de cariño y amistad con los caballos de reparto de una panadería. El caballo Ruibarbo es uno de ellos. Es un matungo ya viejo que, atado al conformismo, tira a diario la carretela del reparto a tranco cansino con la mirada baja, aceptando las pullas de otros niños y a veces los latigazos del conductor. El niño se acerca al caballo a la salida de la panadería y lo acaricia, y también le habla. Le dice solamente: “Manco, manco” y lo ve partir hacia su recorrido de rutina. Un día los carreteleros dejan que el niño entre a los establos de la panadería y le ofrecen la posibilidad de montar al caballo, pero este rechaza la oferta porque estima que aquello equivaldría a un abuso, una humillación para el animal. Otro día uno de los repartidores le dice al niño que entre a despedirse del caballo Ruibarbo. ¿Por qué?, pregunta él. Y el hombre le responde: Porque lo van a mandar la matadero. En ese momento la tierra se hunde bajo sus pies y decide salvar a su amigo de tan cruel destino. Ingresa a escondidas a las pesebreras y saca a Ruibarbo del local y lo lleva lejos, para liberarlo. El animal no entiende y, fiel a su destino de bestia de tiro, da la media vuelta y regresa con su tranco aburrido, a la panadería.
Este cuento como otros, es parte del listado de lecturas obligatorios en los colegios de Chile. El libro que lo contiene, editado por Zig-Zag, ha sido récor de ventas con más de 100.000 ejemplares.
Nota: El ruibarbo (Rheum rhabarbarum) es una especie de planta fanerógama de la familia Polygonaceae. Se cultiva como verdura por su tallo comestible.
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